Entrenamiento mágico

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Sonó la campana y otra jornada escolar acabó. Jazmín salió del recinto dando saltitos de alegría, hoy había sido un muy buen día, ya no había pasado el recreo sola en un rincón lamentando su existencia, las recomendaciones de Orquídea habían resultado ser útiles.

Había llevado algunos materiales para fabricar canastas y entretenerse, si tenía que pasarlo sola, al menos no quería aburrirse. Por supuesto sus actividades despertaron la curiosidad en sus compañeros y varios se acercaron a preguntar qué hacía. Si bien la mayoría se iban una vez saciada su curiosidad, un par de niñas se quedaron con ella pues les interesaba aprender a tejer canastas.

Su primer impulso fue rechazarlas porque lamentablemente pertenecían al bando de su prima, pero luego recordó el consejo que le dio Orquídea de no rechazar a nadie y darles una oportunidad, sin importar el bando al que pertenecían, al fin y al cabo ese asunto debería tomarse como un juego y nada más, nadie tenía el derecho de decidir por ella de quién podía ser amiga.

Al final las cosas resultaron bien, tenía varias cosas en común con las niñas y se divirtió tanto que ya tenía ganas de que llegara el día siguiente.

Una vez afuera buscó a la persona que se supone tenía que recogerla, normalmente era su padre, aunque a veces lo hacía Ogrim cuando por alguna razón él no podía. Pero esta vez encontró a alguien inesperado, su madre.

—¡Señorita Orquídea! —Exclamó con sorpresa corriendo hacia ella— ¿Usted aquí?

—Hola, tu padre no podía recogerte porque tenía no se qué operación para atrapar a unos delincuentes, así que me pidió que lo hiciera.

—Ah bueno, no hay problema, habían muchas cosas que quería contarle pero lo haré más tarde supongo. Por cierto ¡Los consejos que me dio funcionaron! ¡Y terminé mi primera canasta!

La niña muy emocionada le mostró la obra que había tejido, era pequeña, estaba chueca y las terminaciones era feas, pero para un primer intento estaba muy bien.

Pero este encuentro despertó la curiosidad de algunos niños, compañeros de clase que conocían a Jazmín y su familia desde hacía mucho tiempo. Ubicaban a su padre y a Ogrim, pero la presencia de esta mantis era algo completamente nuevo, además de que era muy llamativa, rara vez se veía una mantis tan alta.

Como los niños no tienen vergüenza en preguntar, se acercaron para averiguar de quién se trataba.

—Es la señora que me trajo al mundo —contestó Jazmín sin un rastro de duda.

Este tipo de respuesta le sentó mal a Orquídea,  no era mentira lo que decía, pero no le gustaba que lo dijera de esa manera, aún así no se sentía con el derecho a quejarse, sabía que no la consideraban una madre.

La situación le estaba resultando demasiado incómoda y no quería contestar las preguntas que seguramente vendrían luego, así que tomó a su hija dispuesta a marcharse rápidamente, pero su camino fue interrumpido por una amenaza mucho pero que un par de niños curiosos: Madres chismosas.

La mayoría de las madres solo miraban a la mantis con curiosidad aventurandose a hacer teorías sobre su origen y sin ninguna mala intención. Pero entre ellas había un grupo de arpías malintencionadas que amaban buscar los chismes más dañiños solo para esparcirlos y divertirse con la incomodidad causada.

—Vaya vaya, veo una cara nueva por el lugar —comentó una escarabajo acercándose con aires de superioridad — con que es la señora que trajo al mundo a los príncipes ¿Acaso es matrona?

—No exactamente —No quiso dar detalles, ese acercamiento la incomodó mucho, además de que leía cierta agresividad en la hembra.

—Tiene que ser la matrona por supuesto, la madre de estos niños los abandonó para irse con otro bicho —Agregó una tijereta.

Y otra vez aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora