Viviendo en la aldea mantis

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Pasaron algunas horas en las que el joven gusano fue consolado por los trepasetas y abrigado por su calor se quedó dormido.

—Edwyn, despierta Edwyn, vamos Patatita, abre lo ojos.

El niño se refregó los ojos con pereza, si había algo que no había cambiado en todo este tiempo era lo mucho que le costaba despertar, cuando finalmente se le pasó la modorra y recuperó la atención se encontró con "su dueña" sentada frente a él. Dio un brinco hacia atrás y tomó una posición defensiva.

—Por favor, te salvé la vida ¿Y así me agradeces?

—.... —Se mantuvo en silencio y alzó sus garritas con agresividad, cosa que a Orquídea le pareció adorable y no se molestó en ocultarlo.

Agarró al niño y lo abrazó con fuerza refregando su cabeza contra él.

—Que lindooooooooo.

—¡Suéltame animal! ¡Deja de hacer eso! ¡Aaaaaahhh!

Luego de una pequeña tortura de amor Orquídea dejó al pequeño en el suelo quien la miró indignado, quizás era una mascota, pero eso no significaba que estaba de acuerdo con ello.

—Vamos Patatita, no te enojes, mira te traje comida.

Puso delante del niño un plato con comida y para sorpresa de Edwyn, era comida cocida, de hecho era un guiso completo, hasta incluía ensalada de hongos.

—Pspspspssppss, ven aquí, pspspspss, está rica, ven.

Edwyn suspiró fastidiado, si no estuviera muriendo de hambre rechazaría el alimento. Que lo trataran de esa forma era inaceptable, pero trató de mantenerse positivo, al menos no quería matarlo. Así que puso sus patitas en marcha y se acercó al plato, a pesar de todo cogió la comida con cautela, ya tenía esa costumbre arraigada, alimentarse en tierras salvajes siempre era peligroso, cuando una bestia come, está vulnerable.

—Ñam... Ñam... Que conste... Ñam... Que como porque debo hacerlo... Ñam... Pero me siento indignado por este trato... Ñam...

—Claro, se nota la indignación en cada bocado.

—Sabe... Muy bien... —Exclamó sorprendido— ¿Siempre alimenta a sus mascotas así?

—Claro que no, los trepasetas no necesitan alimento sofisticado ni nada, basta con darles setas crudas, además, no siempre los alimento, los saco a pasear cada tanto para que vallan a buscar su comida solos, pero tú, no eres un trepasetas y tienes tus propios requerimientos ¿Y qué clase de dueña sería si no me preocupara por tus necesidades?

—Ug... ¿Podríamos dejar esta charada de dueño y mascota de lado? Usted y yo sabemos que no soy una bestia inferior y que no puedo ser mascota de nadie.

—Tú y yo sabemos que o eres mi mascota o te mueres —Le dedicó una sonrisa que lo hizo estremecer.

—Entonces... ¿Estoy condenado a quedarme aquí atrapado para siempre en este patio?

—Te sacaré a pasear de vez en cuando.

—¡No me refiero a eso! Yo... Quiero volver a mi casa fuera de Páramos Fúngicos... Quiero volver con mi familia.

—¿Tienes familia?

—Supongo... —Recordó que la última vez que vio a su padre y sus hermanos estaban siendo atacados un garpiés, se estremeció al pensar en eso.

—¿Qué pasa? —Orquídea lo miró preocupada.

—Es que... La última vez que vi a mis hermanos y a mi papá estaban siendo atacados por un garpiés fúngico y... No sé si estarán vivos.

Y otra vez aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora