Una nueva pesadilla

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—¡Aster cuidado!

—¡Lo tengo todo bajo control!

—¡No lo tienes! ¡Baja de ahí! —Gritó Ogrim agitando sus garras desesperado.

El niño ignoró al escarabajo y se quedó colgado de la cortina admirando las alturas, extrañaba tanto poder ver el mundo así, le había agarrado algo de gusto a caminar, incluso ya era más rápido, pero no por eso dejaría de amar el vuelo, y por eso, aunque usualmente era bastante obediente, ahora no quería hacerle caso a Ogrim, deseaba disfrutar del momento, aunque fuera unos minutos más.

—Tío Ogrim, yo te ayudo —Gritó Jazmín entusiasmada agitando su jabalina.

—No Jazmín, todo está bien no hace falta...

Pero antes de que pudiera detenerla,  la niña arrojó la jabalina contra su hermano. Cualquiera pensaría que pretendía atravesarlo, pero Jazmín había desarrollado tal precisión que lo que en realidad quería hacer era pegarle al fierro de la cortina para que esta se cayera. Su plan se concretó al pie de la letra, pero lo que no le resultó fue calcular las consecuencias de eso.

El fierro de la cortina se cayó, Aster por el susto salió volando, pero como aún no recuperaba del todo su control de vuelo salió disparado en cualquier dirección, dirigiéndose hacia un gran jarrón decorativo contra el que se estrelló.

El estruendo de la quebrazón asustó a Edwyn, quien en ese momento estaba practicando suprimir su magia, había logrado contener su brillo durante casi tres minutos seguidos, pero el susto lo hizo liberarla de golpe brillando con tal intensidad que dejó encandilado a todos los que estaban en la habitación. Aster, Ogrim y Jazmín terminaron en el piso cubriéndose los ojos que no paraban de llorar.

Y todo este desastre ocurrió en los 10 minutos que Orquidea desapareció para ir al baño.

Cuando la mantis regresó encontró una cortina caída, un jarrón roto, a tres bichos gateando desorientados, y a Edwyn llorando mientras pedía disculpas.

Esto era el día a día con sus niños, no es que le molestara realmente, Orquídea incluso los encontraba tranquilos comparados con algunos niños mantis que cuidaba en la tribu, su misma sobrina Rosa era bastante más inquieta que Aster, el problema (según ella) era que el castillo tenía demasiadas cosas inútiles que no servían para nada y que podrían quebrarse.

Al final logró controlar la situación sentando a los cuatro y vendándoles los ojos hasta que se sintieron mejor.

—Eso fue terrible —Aster había recuperado la visión pero aún le lagrimeaban los ojos— ¿Que rayos hiciste?

—Solo estaba practicando suprimir mi magia, pero con el susto solté toda golpe.

—Pues debo decir que tú primer hechizo ya te sale de maravilla —Ogrim sentía un dejo de nostalgia al ver al muchacho, su magia era mucho más simple que la del Rey Pálido, pero se sentía similar.

—¿Mi primer hechizo? ¿Eso se podría considerar un hechizo?

—Claro, cegar es un hechizo básico, muy útil para incapacitar enemigos un rato.

—¡Ya tengo mi primer hechizo! —El niño dio brinquitos en su lugar

—Que bueno Edwyn, estoy muy orgullosa. —Lo felicitó Orquídea, pero el retoño se le quedó mirando y ladeó la cabeza. — ¿Qué pasa?

—En realidad usted no entiende mucho de estas cosas de magia y hechizos ¿Cierto?

—La verdad no, pero si estás feliz debe ser algo bueno —se avergonzó un poco al reconocer esto.

Y otra vez aquíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora