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Estaba sentado encima de una de las camas que tenía reservada en aquella habitación del hospital. No podía moverme mucho por los cables que tenía pegados en la piel.

Dibujaba con las pinturas y el cuaderno que mi hermano mayor, Aiden, me había regalado.

Levanté mi mirada, a la vez que mi madre, cuando escuchamos la puerta abrirse y varias voces aparecían dentro de la estancia.

Dos mujeres se colocaron al lado de la otra cama, reconocí a una como la enfermera que a veces me visitaba. Detrás de la otra mujer, escondida, estabas tú.

Sí los finales tristes desaparecieran ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora