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Un día desperté y observé mí alrededor. Toda mi familia y la tuya estaban dentro de la habitación. Te acercaste a mí, moviendo así tú pelo, y me sonreíste a la vez que comenzasteis a cantar el cumpleaños feliz.

Recuerdo que yo no paraba de sonreír, estaba feliz de aunque lo estuviera celebrando en el hospital, todos estabais conmigo.

—Felices 10 años, Dan— me felicitaste, con aquella voz aguda.

Extendiste tu mano— quien estaba escondida anteriormente detrás tuya—, y me mostraste lo que llevabas.

Era un nuevo cuaderno. El antiguo ya estaba completo y no había tenido la oportunidad de que mamá me pudiera comprar otro, ahora que lo pienso yo creo que ella sabía tu regalo.

Al abrirlo vi que tú lo habías utilizado. Nos dibujaste. A los dos. Ambos éramos monigotes de colores— que ahora, cuando lo veo, mis mejillas duelen por la sonrisa que se me forma—, y estábamos sentados en el césped del parque que cada vez que podíamos, íbamos. Escribiste el nombre correspondiente de cada uno encima de los muñecos.

Sí los finales tristes desaparecieran ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora