EPÍLOGO

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— Y aquí estoy, cinco años después de tu muerte. Delante de tú tumba. Contándote nuestra historia— suspiro, secándome los ojos—. Sigo echándote de menos y tengo miedo que la imagen de tí comience a hacerse borrosa. No quiero olvidarte.

«La psicóloga a la que he estado yendo durante estos años me ha recomendando que hiciera esto. Estoy superándote, pero jamás te olvidaré. Has sido, eres y serás una persona especial para mí. Como un ángel que llego a mí vida para darme alegría para luego irte y desgarrarme el corazón. »

«Jamás pude decirte cuánto me gustabas y cómo me conquistaste desde el primer momento que te vi. Aunque a estas alturas ya lo sepas. Seguiré visitándote, pero mucho menos que ahora, reconozco que no he podido evitar venir aquí cada día, pero esto no es sano. Te quiero Mia. »

Miro hacia el suelo cuando he terminado de hablar. Me doy cuenta que hay una rosa encima de mis zapatos, tus favoritas. Arrugo el entrecejo, esto no estaba ahí.

La recojo del mis zapatos. Y ahí lo comprendí— o al menos así lo interpreto yo—. Me habías estado escuchando todas estas horas y esto era una señal de aquello. Sonreí. Volví a mirar a tú tumba.

—Adios Mia— me di la vuelta, pero volví a mirar por encima de mí hombro—. Y feliz cumpleaños. Volveremos a encontrarnos en un futuro lejano. Lo prometo.

******

Mia estaba a la derecha de su tumba, junto a su abuelo. Ella observaba a Dan irse hasta que desapareció. Miró a su abuelo, quien la sonreía.

—El va a ser feliz, ¿Verdad abuelo?

—Sí, aunque le queda algo en el que volverá a tener que ser fuerte— asentí.

Estaba convencida de la promesa de Dan, de volver a encontrarnos, estaba segura de ello.

FIN.

Sí los finales tristes desaparecieran ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora