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Mamá lavaba mi pelo castaño, que este comenzaba a estar más largo. Escuchaba tu risa desde el interior del baño. Sonreí.

—Te gusta Mia— afirmaba mi madre.

La mire, con las mejillas calientes. Fruncí el ceño y negué repetidas veces con la cabeza. Mi madre alzó una de sus perfectas cejas. Conocía ese gesto, no se lo creía.

Sí los finales tristes desaparecieran ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora