Capítulo uno.

5.6K 414 227
                                    

A todas quienes sufrieron un poquito de crueldad en su vida, a todas las que no fueron escuchadas y fueron combatidas, y a todas quienes cayeron por un Cameron Black, quien les arrebató toda la empatía.

Gracias por llegar hasta aquí.

Leah.

Resistir ante la crueldad, todo lo que había hecho los últimos tres años.

Tratar de encontrar en el ambiente en el que estaba, una pequeña solución que pudiera darle sentido a mis acciones, a las terribles acciones que me habían hecho una mercenaria traidora y desleal, una cruel villana digna de todo lo que me había sucedido, una asesina sin moral ni una pizca de cordura. La más inmoral e hija de puta de todas.

Eso era ahora. Aunque la historia no había comenzado de esa forma.

Tomé una pequeña copa de vino, mientras el hombre de cabello rizado me observaba, sus manos frías me tocaban la espalda, en el mismo lugar donde me había golpeado horas antes.

—No extraño para nada a la antigua tú—susurró, pasando la mano por mi espalda.

—Tampoco yo—le dije, viendo en mis manos las fotografías a Cameron junto a mi hermana—. Ella era mas fácil de matar.

Leonardo me observó con una sonrisa maniaca, sus ojos destellaban el uso de aquella sustancia que yo ya conocía muy bien, pues me había movido en aquello los últimos años.

La sustancia química por la cual ahora mataba, porque era la misma que protegía a mi hijo de Imperio, de Leonardo y de las represalias que tomaría pronto contra el hombre que me había jodido la vida.

—Hoy ha llegado a Londres—dijo Jack, mientras apretaba la mandíbula al ver la mano del jefe de Imperio sobre mi.

No podía evitarlo, las cosas eran como eran. La muchacha que Jack Black había amado años atrás ya no existía, y sabía que aquello le dolía porque estaba mas que segura que el amaba esa parte inocente de mi, esa que no tenía destrozos ni magulladuras. Pero aquí estaba, y ahora me observaba diferente.

Me seguía queriendo, claro que lo sabía. Y yo lo quería a él también por haber estado conmigo cuando nadie mas lo estuvo, porque nuestra historia había sido complicada y difusa, pero no un error. Definitivamente no un error.

—¿Encontraste algún punto de Suiza en donde fue escondido Michael?

Tragué fuerte, mientras Elizabeth me observaba. La chica de cabellos claros me tenia entre ceja y ceja.

—Zúrich—hablé fuertemente—. Tengo un GPS en este momento incrustado en su asiento. Michael no se moverá sin que lo sepamos.

Orgulloso y asombrado, Leonardo Evans beso la camisura de mi boca, a la vez que sus frías manos volvían a posarse en mi cintura.

Ya no temblaba de miedo. Porque lo peor ya lo había pasado.

Un destello de luz en medio de una oscuridad ensombrecedora. Eso había sido recordar.

Un destello de luz en medio de la oscuridad que me había atrapado en los últimos meses después del accidente, una oscuridad que no me había abandonado en los últimos tres años. Se apoderó de mí, se apoderó de mí en su totalidad y me llevo hasta el más hondo y profundo pozo, recostada los escombros junto a las gigantescas piedras que no me dejaban salir adelante y poder ver un solo destello de luz, un solo destello de esperanza, nada.

Vacía, rota, perdida.

Difícil, respirar era difícil. Respirar dolía, Escocia tanto como una caldera de fuego que ardía dentro de mi cuerpo, como mil cuchillos siendo enterrados en cada uno de las partes de mi cuerpo, como diez mil formas de tortura. Así había sido vivir los últimos tres años.

CRUEL llDonde viven las historias. Descúbrelo ahora