Capítulo veintidós.

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Cameron.

Mi hijo se encontraba en el asiento trasero, todas las cosas ya estaban dentro de la camioneta, Leah iba junto a mi mientras que Sussy estaba junto a las demás pertenencias en otra camioneta, a cargo de Cam.

—Vamos a vernos allá, ¿Está bien mi amor?—le susurré, el me sonrió mientras sus mejillas rojas me lanzaban un beso—. Yo iré con Leah, y tu irás con la Señora Sussy.

—Está bien papi, el último que llegue debe preparar palomitas, ¿Está bien?

Asentí, ¿Cuando en la vida yo había podido decirle que no a él? Creo que jamás.

—En dos días es tu cumpleaños, y tendrás palomitas, chocolates, y todo lo que quieras.

—¡Sí! ¡Muchas palomitas!

Observé a Leah, lucía hermosa el día de hoy, su largo cabello caía por encima de sus hombros mientras la acompañaba unos pantalones ajustados y una blusa con un pequeño escote que ya me tenía en un estado de catástrofe.

Y la mirada que me lanzó evidenció que no me esperaba para nada lo que venía con ella. Se veía triste, melancólica. ¿Que era lo que estábamos haciendo mal esta vez? No tenía cómo descifrarlo.

En cuanto salimos de la casa de verano, Cam comenzó a ver televisión en su !Pad, mientras Leah se frotaba las manos constantemente. ¿Por que lo hacía? Mi personal ya había evidenciado que Julie no sólo había dejado la casa ese mismo día sino que también la ciudad y su placa del puesto administrativo que tenía en la CLEA, llevándose a Lee con ella.

—Todo va a estar bien—le dije, confiado. Ella me observó unos segundos y sus ojos se aguaron mientras tomó mi mano unos segundos que para mi fueron minutos.

—Lo sé.

Llevábamos aproximadamente veinte minutos de camino cuando noté que las llamas a Dan y a Boran no se registraban, así como tampoco lo hacían con alguna persona de la CLEA.

—¿Todo bien?—preguntó Leah.

Asentí, mientras observaba extrañado mi teléfono. ¿Qué demonios estaba pasando? No tenía ni la más mínima puta idea.

En ese momento,  pude darme cuenta rápidamente que el auto que iba tras mío no era el de mis empleados, en el cual dentro iban Sussy y mi hijo, sino que era uno polarizado del cual no tenía ni la más mínima idea.

¿Dónde demonios estaban todos? ¿Por qué mi teléfono no estaba funcionando?

El camino no era el mejor. A pesar de haber salido de día, estaba nublado a pesar del calor que hacía. Había mucha tierra, y conforme avanzaba, se desplomaba más sobre el camino que supuestamente nadie conocería a excepción de mi gente.

Aceleré en cuanto me di cuenta que no tenía señal, y que estaba totalmente incomunicado con el departamento de Seguridad.

—¿Es necesaria la velocidad a la que conduces?—preguntó ella. Ni siquiera respondí, no quería  asustarla aún, a pesar de saber que ella era muy buena en lo que sea que Leonardo la tenía haciendo, disparaba muy bien y peleaba mejor.

Pasaron los dos minutos más largos de mi vida cuando una camioneta se nos cruzó por le camino, en cuanto lo hizo frené en seco, desgastando las llantas y haciéndolas sonar sonoramente. Sabía que de esto no iba a sacar nada bueno, y sabía que algo muy malo estaba por pasar.

—¡Joder!—grité, a la vez que observé que no tenía forma de escapar. El paso estaba bloqueado.

—¿Qué..?

CRUEL llDonde viven las historias. Descúbrelo ahora