Capítulo doce.

1.3K 150 83
                                    

Habían pasado mas de 96 horas, de eso estaba totalmente segura. De eso, y de que mi odio se incrementada con cada segundo que pasaba en este espacio, sin nadie, sin visitas, sin comunicación con el exterior, y con la incertidumbre de no saber ni tener idea de qué era lo que iba a suceder.

No iba a mentirme a mi misma. El encuentro con Cameron había sido doloroso, pero no por el motivo de verle, sino por el recuerdo de todo lo que alguna vez fuimos juntos, recordar cómo a los diecisiete años había sido una imbécil ilusa por enamorarme de él y caer.

La ventanilla de la clínica arrojaba un clima sombrío,  había una televisión en frente a la cual no podía modificar el canal, solamente observarlo como una idiota sin poder cambiarlo a mi gusto.

La puerta se abrió de par en par, el cabello negro de Cameron nuevamente se hizo presente, mi estómago vacío rugió y lo miré sin decir una palabra.

—Te traje la cena—murmuró—. Hoy te llevaré a tu nueva habitación.

No respondí nada.

—Pedí que te trajeran una Lasaña—me dijo, entregándome la bandeja, no me removió ni un poco—. Sé que es tu favorita.

—Lo era—le dije, antes de tirar la bandeja con la comida al suelo—, al igual que eso, todo lo demás cambió.

El rostro de Cameron estaba enfurecido por el desperdicio de comida, se me acercó salvajemente y temblé unos segundos.  Había sido golpeada todos estos años por Leonardo, sabía que el también podría llegar a hacerlo.

—No acabes con mi paciencia.

—Prefiero morir otra vez que comer lo que tú me das.

El suspiró, notable y visiblemente cansado. Se tomó el puente de su nariz con sus manos y cerró los ojos unos segundos, yo lo miré, expectante.

—No tengo  un maldito tiempo para esto—me habló—, tengo dos hijos en casa solos, cuando su madre está secuestrada aún, porque te salvé a ti en vez de ellá—vociferó—. ¡Te salvé a ti cuando sé que ahora eres mi enemiga!

Una punzada se coló en mi estómago y parte de mi traquea, impidiéndome hablar. ¿Acaso el también era un estúpido? Julie no era la madre de Cam, no lo era y no lo sería jamás.

—¡Te salvé de ese hombre, Leah!—prosiguió, acercándose y mirándome como si yo fuese un alma en pena—. Estás delgada, tu rostro es pálido y sin color, tienes... tienes notables marcas de golpes en tu cuerpo—susurró con una furia notable, mientras tragaba fuerte y tomaba con una de sus manos la sábana que cubría parte de mi cuerpo—,  te salvé y estás cegada con volver a él, ¿Por qué?

—Sólo déjame ir—susurré—. Hay un millón de cosas que no entiendes.

—No lo haré—murmuró, tocando parte de mi muslo desnudo por la camisa de hospital que traía—. No hay forma en este mundo que te entregue a Leonardo Evans, ni a nadie.

Mi piel se erizó y un escalofrío recorrió mi cuerpo, el corazón traicionero me latía sin parar, ¿Por qué el me había llevado a mi, y no a Julie? Conociendo lo desalmado que era Leonardo, probablemente ahora estaría volviéndola loca de dolor, amenazando su vida constantemente, cada hora, cada segundo. Así como lo hizo conmigo los últimos cuatro años.

Recordé las incontables veces que Leonardo amenazó con destruir a Cam, solo por el hecho de ser el hijo de Cameron Black. Me interpuse todas y cada una de ellas, acostándome con un degenerado, borracho, e infeliz. Sufriendo inconmensurables maltratos, heridas, gritos e insultos. 

Me había compartido con clientes, me había prostituido, había herido y destruido todo mi orgullo y mi ser. Y yo volvería a estar con él, volvería a hacer ese tratado de mantenerme a su lado por la  seguridad de mi hijo.

CRUEL llDonde viven las historias. Descúbrelo ahora