Capítulo nueve.

3.1K 305 117
                                    

Leah.

Escupí el sabor metálico de mi boca a un costado. Estaba pagando mis errores, de la forma más cruel y vil. Sabía que debía de mantenerme firme y lograr componerme de alguna manera, pero mi cuerpo no cedía y mi mente ya no podía aguantar más.

─¡Todo es tu culpa!─gritó Leonardo antes de estampar una de sus manos directo contra mi mejilla.

Había perdido la cuenta de cuántas cachetadas y puñetazos ya me había dado, Leonardo había perdido de vista a su hija al fin y al cabo por mi culpa, Cameron Black una maldita vez más fue más inteligente que toda esta organización y nos había jodido, más que a nadie, me había jodido a mi.

Tenía sus ojos grises dando vuelta en mi cabeza todo el día, sabía que le había disparado al hombro y que probablemente ahora estaba herido. Yo tenía una muy buena puntería, no era perfecta pero era muy buena, si hubiera querido matarlo lo hubiera hecho, más fácil de lo que podría admitir para no sentirme un fracaso otra vez.

Un fracaso, tras otro fracaso. Mis piernas sangraban y mi mente me carcomía cada segundo que pasaba, ¿Cómo pudo ser tan cara dura de decirme todas esas cosas? ¿Como puede mentir mirándome a la cara después de tantos años? ¿Después de todo lo que había pasado junto a él?

Mi cuerpo dolía, pero mi corazón ardía cada segundo más al pensar en el peligro que mi hijo corría en este momento, en que Cameron ya sabía la verdad y que yo no había podido matarlo como quise hacerlo durante todos estos años. ¿Cómo podía ser tan débil en un momento tan crucial? ¿Por qué demonios no pude dispararle en la cabeza y acabar todo esto más rápido?

Maldito, mil veces maldito por mirarme de esa forma otra vez y hacerme recordar todo lo que mi corazón ya había olvidado, todo lo que yo había enterrado junto con mi amor por él.

Tosí con fuerza cuando Leonardo Evans volvió a golpearme, de mi boca caía la sangre espesa, estaba bastante segura que me había fracturado algún hueso.

De mis ojos caían las lágrimas sin pudor y eso jamás le importó, parecía disfrutar cada segundo en el que prisionera, mis armas estaban escondidas y no podía valer menos de lo que ya lo hacía. Me iba a destruir tarde o temprano, lo haría y yo no podría hacer nada para poder evitarlo.

─¡Cameron tiene a mi hija por tu culpa, maldición!─volvió a gritar, dándome una patada fuerte en el estómago que casi me hace devolver mi última comida.

─Él no...

─¡Y te ha descubierto! ¿No es así, maldición? ¡Te ha descubierto! ¡Mi mayor ventaja se ha ido a la mierda por tu culpa, eres una jodida inútil!─gritó, dándome otro sonoro golpe.

Sentía como la sangre me corría por las piernas y cómo el aire dejaba de pasar, mi cuerpo frágil temblaba ante la mano de mi captor mientras este seguía lastimándome lo más que podía.

─Vas a matarla ─escuché hablar a lo lejos a Jack, sonaba preocupado, más no le convenía entrometerse en los asuntos de su jefe si no quería terminar con un tiro en la cabeza y yo lo entendía.

─¿Y esta perra de qué me sirve con vida ahora?─dijo Leonardo, sacando un arma. tragué fuerte, estaba herida y me costaría quizás mucho tiempo recuperarme, pero no podía morir. No aún, no cuando Cameron sabía que yo estaba aquí, viva. No cuando ahora más que nunca debía de proteger la vida de mi hijo.

─No lo hagas─susurró Jack.

Al instante cerré los ojos, miles de imágenes comenzaron a pasar por mi cabeza, entre ellos los últimos recuerdos que tenía junto a lo que se podría considerar como una familia, una real. Cuando Cameron volvió de su viaje en el que me hizo creer que estaba muerto y se reunió con su hijo, al que noté amó con su alma.

CRUEL llDonde viven las historias. Descúbrelo ahora