Capítulo diez.

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Cameron.

Gritos, más gritos.

Desesperado y desolado, guiaba a las tropas para poder alcanzar a mi esposa, la cual sabía que estaba aterrada por lo que había tenido que pasar las ultimas horas en donde no paré un  día hasta encontrarla.

Julie Hamilton no sólo era la persona a la cual yo llama esposa, sino que también era la mujer con la que compartía la cama y la vida. Teníamos una familia, la más anormal  extraña de todas pero no dejaba de ser una familia, una unida y lo que al final de los tiempos yo siempre había querido, un entorno lleno de paz. Cam y su hermana Lee se querían muchísimo, necesitaba que mi hija también estuviera a salvo y la única forma de hacerlo era poder salvando a su madre del hijo de puta que la tenía cautivada.

No había ni un segundo para pensar en otras cosas, para mi en este momento Julie era mi prioridad. Y lo sería siempre.

Boran me observó a través de sus gafas, las luces verdes tintineaban por todo este asqueroso lugar, el sonido de los balazos no dejaba nada bueno que desear, yo sabía que no teníamos demasiado tiempo antes que tuviéramos que irnos. Habíamos preparado un plan de batalla en caso de que las cosas no salieran bien, pero gracias al informante que teníamos dentro d eImperio, habíamos podido ingresar a la fuerza por los lados laterales de la torre en donde sabíamos con certeza que estaba mi esposa.

Estábamos en la torre B de la cueva de Leonardo Evans. Estaba seguro que estaba hirviendo de rabia en este momento, no solo porque habia ingresado junto con mis tropas a su lugar, su sucia madriguera, sino también porque había volado millones de dólares de su infraestructura y burlado toda su seguridad de esta torre. El sabía por qué yo estaba aquí, había venido a reclamar lo que es mío. Aquello que él me había quitado y por lo cual había comenzado una guerra.

—¡Cameron, tenemos exactamente  diez minutos a partir de ahora para buscarla!—me gritó Boran a través de los estallidos.

Pero eso era algo que yo ya sabia, había estudiado todo el dia los pasos para lograr encontrar a mi adversario y combatirlo bien, como lo estaba haciendo ahora. Mi cuerpo estaba adolorido por la bala que mi ex mujer y ahora enemiga me había proporcionado. Estaba jodidamente lleno de rabia, lleno de dudas, de celos, de todo. No podía siquiera pensar en todo lo que esa mujer me había hecho pasar los últimos años sin hacer estallar un edificio. La odiaba, malditaa sea.

Me había jodido de todas las maneras posibles y luego me había traicionado con la única persona más nefasta que yo. 

Aun sí, entre mi rabia y furia mi corazón ardía de pena y nostalgia, todo lo que habíamos pasado juntos para que ella terminara pagándome así.  Huyendo todos estos años de su hijo, de mi, mintiendo y jodiendonos a los dos, obligándome a vivir estos cinco años con el recuerdo dde su voz, con el recuerdo horrible de sus ojos cerrándose el día de la boda, con el recuerdo de ella amándome y diciéndome que siempre iba a estar conmigo. Todo era una maldita, maldita mentira.

¿Desde cuándo fue que había preparado ella esta artimaña? ¿Yo me lo merecía, por lo que le había hecho? ¿Qué había hecho, mas que amarla?

Porque la había jodido, estaba muy claro de ello. Pero no le mentí nunca con respecto a lo que yo sentía por ella. Siempre supo quien era yo, siempre le mostré mi verdadera cara, sin embargo ella nunca hizo lo mismo. Mi corazón ardía como si le estuviesen enterrando mil cuchillos y de ellos crecieran espinas, escocía. Pero no podía  rendirme, no cuando la seguridad de mis hijos estaba presente.

—¡Encuéntrenla! —les grité a todos con fuerza—. Encuentren a mi esposa.

Me cubrían chalecos antibalas y un equipamento de excelente calidad, pero no podía evitar pensar que si no salía vivo de esta misión Cameron definivitamente tendría que  conformarse con tener la madre que tiene, y quedarse con ella. Algo que yo no iba a permitir.

CRUEL llDonde viven las historias. Descúbrelo ahora