GRAVITY [Chenmin]

9. Adictivo.

—Basta.

Una risita escapó de los labios de Minseok mientras se echaba hacia atrás.

—Se supone que debes aprender...

—Estoy aprendiendo —Jongdae aseguró e intentó alcanzar sus labios de nuevo, pero Minseok le puso su mano derecha sobre el pecho para detenerlo.

—Ni siquiera sabes la diferencia entre ritmo y melodía —Minseok dijo sin dejar de sonreír divertido.

—Tal vez lo comprenda mejor si te beso un poco más —Jongdae dijo suavemente, intentando persuadirlo con una mirada.

—No me mires así —Minseok murmuró.

—Solo un beso más —Jongdae pidió sintiendo que la mano sobre su pecho perdía fuerza.

Minseok le acarició una de sus delgadas mejillas con los dedos de su mano vendada. Jongdae se restregó contra ellos cuidadosamente. La inflamación había desaparecido y Minseok insistía en que ya no sentía nada, pero seguía llevando la venda por indicaciones médicas.

—Solo uno —Minseok accedió y respiró profundamente, preparándose para perder el aliento.

Jongdae le acunó las mejillas y unió sus labios de nuevo. Ya era viernes y había deseado poder besarlo toda la semana, había estado volviéndose loco, especialmente durante las prácticas con la banda, pero la oportunidad no había surgido. Ahora que lo tenía por fin en su habitación, no planeaba desperdiciar un solo segundo. Minseok estaba muy equivocado si creía que iba a poder escapar de sus brazos.

Qué adictivos eran sus labios, el calor que emanaba de su cuerpo, la suavidad de su piel. Jongdae nunca se había sentido tan necesitado, tan dependiente, Quería convencerse de que se trataba de la novedad, de ser la primera vez de estar con otro hombre de esa manera, pero no podía engañarse; era la esencia de Minseok, lo que lo tenía completamente sometido; sus miradas, su voz, su risa, la forma en que se imponía sobre sus desordenadas prioridades... ¿Cómo había logrado reducirlo a su adorador personal en tan poco tiempo?

—Jongdae —Minseok murmuró—Tengo que irme ya, en serio.

—Cinco minutos... —Jongdae suplicó, besándole la mejilla.

—Acordamos cinco minutos hace media hora —Minseok murmuró.

Jongdae lo liberó a regañadientes.

—¿Podemos vernos mañana?

Minseok lo miró divertido.

—Y hasta hace unos días te hostigaba mi presencia...

—Hace unos días, no conocía el sabor de tus labios.

—¿El domingo te parece bien?

—¿Por qué no mañana?

Minseok rió suavemente, musicalmente.

—El domingo —repitió—. ¿A qué hora termina tu turno?

—A la una —Jongdae respondió inconforme.

—De acuerdo, a la una —Minseok sentenció, le besó una mejilla y se apresuró a escapar de la habitación.

Jongdae se lanzó a la cama y suspiró. ¿Cuántas horas faltaban para que fuera domingo a la una de la tarde?

* * *

—¿Buscas a alguien? —Junmyeon preguntó.