Capítulo 3: Burger Kids

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¿Qué tienes ahí?.— pregunté para cambiar de tema, mirando un montón de algo en sus manos.

—Ropa para que te pongas, supongo que prefieres usarla a dejarte ese vestido que parece bolsa de basura envuelta a tu cuerpo.

—Con halagos así, ¿quien no se enamoraría de ti?.— me llevé una mano al corazón dramáticamente.

—Déjate de dramas y póntela.

—No pienso ponerme ropa de las chicas con las que te acuestas.

—Relájate, gruñona, es de mi madre.

—Haré lo que nunca pensé hacer, confiaré en ti.— le recibo a Jack la ropa con un poco de desconfianza.— ¿Donde puedo cambiarme?

—Por mi puedes hacerlo aquí mismo, no hay nada que no haya visto anoche.

—¿Recuerdas lo qué pasó anoche?

—Sí.— abro la boca para empezar a preguntar pero Jack me interrumpe.— No empieces con el interrogatorio porque no pienso responderte nada.

—Eres un...

Jack se acerca a mi para reducir la distancia que había entre ambos. Me sacaba como una cabeza de diferencia y yo tuve que levantar ligeramente mi mentón para encararlo.

—¿Un qué?.— Jack espera por mi respuesta y intento hablar sin trabarme.

—Un completo idiota, cretino, mujeriego e infantil.

La carcajada que salió de la garganta de Jack no era lo que esperaba, pero antes de que pudiera responderme, su celular empieza a sonar en su bolsillo.

Él se aleja para tomar la llamada y yo suelto todo el aire que estaba conteniendo por tenerlo tan cerca de mi. Para darle un poco de privacidad, me dirijo a la cocina y me siento en la barra de desayuno, mientras admiraba el interior de la casa.

Más que el interior de la casa, estaba mirando a Jack.

Sí, lo admito, se veía como un bizcocho recién salido del horno, más ahora que se acababa de levantar hace unas horas y el hecho de que lleve una ligera playera sin mangas y unos pantalones de algodón puestos, no ayudaba a que apartara mi mirada.

La playera gris oscura que tenía puesta, se pegaba a su abdomen, haciendo que su cuerpo se defina aún más a través de la tela. Recorrí a Jack con mi mirada, empezando por su abdomen y terminando a...

Sus pantalones.

Mis mejillas se enrojecieron, me sentía como una completa pervertida examinándolo de esa forma.

Mi análisis terminó cuando Jack se acercó a mi y se recargó en la barra de desayuno para cruzarse de brazos. Ya había terminado su llamada.

—Era mi madre.— suspiró.— Quiere que lleve a mi hermanita a almorzar a algún lugar.

—No sabía que tenías una hermana.— dije sin poder evitar sonreír.

Debió nacer mucho después que Jack, porque nunca la llegué a conocer.

—Esa cosa no es mi hermana, solo es una bestia de cuatro años que se dedica a comer y eructar.

Tentación | JelsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora