Capítulo 24: La sorpresa

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Esta noche, voy a salir con Jack. Me pase todo el día rogándole para que me dijera a dónde iríamos, pero solo me contestó con un asqueroso "Es una sorpresa".

Estaba en el gran debate sobre que me pondría. El muy listo no me dijo si debía ir formal o informal, pero conociéndolo, será algo intermedio.

Opté por un vestido rojo fuerte, casi del color del vino, que me llegaba a medio muslo y se ajustaba a mis curvas. Me puse unos zapatos negros de tacón con tiras cruzadas y agarré un bolso del mismo color. Me solté el cabello, dejándolo caer por mis hombros y sonreí al ver las ondas que heredé de mi madre.

Bajé con cuidado de no hacer mucho ruido, pero los estupidos tacones resonaban por toda la casa. Para mi mala suerte, no solo estaba Kira, sino mi padre en la sala.

Kira esbozó una sonrisita y mi padre empieza a toser cuando ve mi vestido.

—Que guapa te ves, Elsa. ¿A dónde irás tan arreglada? —pregunta Kira.

—Yo... voy a salir con... uhm...

—Qué chistosa, ¿con el permiso de quién? —intervino mi padre.

Apreté mis labios y me quedé callada. Creo que olvide ese pequeño detalle.

—Yo le he dado permiso. —dice Kira. Arrugo la frente, confundida, pero ella me guiña un ojo y se que lo hace para salvarme. Sonreí agradecida.

—¿Y con quien saldrás?

—Con un chico. —respondo sin entrar en detalle.

—Uuuh, me gustan los chicos. —la cabeza de Hannah se asoma entre uno de los sillones. Ni siquiera me di cuenta que ella estaba ahí.

—Hannah Frost, eres muy pequeña para pensar en eso. —su madre pone los ojos en blanco.

—¿Un chico? —repite mi padre, severo— No quiero que salgas sola si no lo conozco.

Unos pasos suenan en la escalera, y al escuchar la voz de Jack detrás de mi, mi corazón late acelerado.

—Yo podría llevarla. —dice, tranquilo.

Puedo sentir sus ojos clavados en mi espalda, o más específicamente, en mi culo. Me giro para comprobar que así era, pero solo alcanzo a ver cómo sube la mirada enseguida y sonríe como angelito.

Me doy el tiempo de reparar su aspecto. Lleva una camisa negra que se arremangó a los codos, y un pantalón juvenil. Un reloj de marca adorna su muñeca, encajando con su sonrisa perfecta.

Kira cierra el libro que leía, curiosa.

—¿Y tu a dónde vas?

—He quedado con una chica. —los ojos de Jack se desvían hacia mi.

—Gracias Jack, si tu la llevas, me quedaré más tranquilo. —agradece mi padre.— No le quites la vista de encima a mi hija.

Me sonrojo al darme cuenta de lo mal que se ha escuchado eso.

—No lo haré, George. —los ojos de Jack se oscurecen al detenerse en mis piernas descubiertas. Carraspeo mi garganta.

Salimos juntos y Jack me abre la puerta del auto. Hace una reverencia exagerada y yo suelto una risita estúpida.

—¿Te he dicho lo hermosa que te ves?

De nuevo los estúpidos sonrojos.

—¿A donde me llevarás? —pregunto.

—Lo sabrás cuando estemos ahí.

—Iremos al cine, ¿verdad? ¿O tal vez al parque? ¡Ay no! ¡Pero no voy bien vestida para un parque! Podríamos ir a una de esas cenas donde te sirven lo que tú quieras, pero yo podría ayudar a pagarte porque no quiero que te veas comprometido a...

—Elsa, Elsa— Jack me detiene, divertido— Cierra la boca.

—¡Pero...!

—Mira, de lo único que tienes que preocuparte, es de no hacerme enojar con un interrogatorio.

—Bien. Solo dime si es formal o es...

—Elsa. —suspira, ocultando una sonrisa.

—Lo siento.

Llegamos al lugar sorpresa después de varios minutos. Jack no me deja bajar del auto, hasta que saca de atrás lo que parece ser una venda. Abre la puerta del auto y me ayuda a bajar. Me gira para quedar de espaldas a él y me pone la venda hasta que ya no puedo ver nada.

Un olor extraño llega a mis fosas nasales.

—¿Con qué me vendaste los ojos? ¿Por que huele tan horrible? —hago una mueca.

—Oh, solo un calcetín viejo. No encontré otra cosa. —dice, muy tranquilo.

—¡Qué asco!

Jack me toma por los hombros y empiezo a caminar con miedo de caerme. El me guía, con cuidado de que no choque con nada. Si no estuviésemos en estas circunstancias, hubiese dudado de él y me hubiese quitado la venda para caminar yo sola, pero he ganado mucha confianza con Jack y ese ya no es el caso.

—Llegamos. —siento su aliento contra mi oído y los vellos se me erizan.

Desamarra lentamente la venda de mis ojos y la deja caer. Cuando por fin pude ver, quise morirme de ternura. Estábamos en un jardín iluminado con luces colgantes amarillas, atravesadas entre ellas y enredadas en el tronco de los árboles. Había una mesa de manera con un mantel rojo y comida recién hecha encima. No había sillas, pero si almohadas pequeñas para sentarse.

—¿Tú... hiciste todo esto...? —pregunto aún perpleja, reparando el lugar.

—¿Es demasiado? —parece asustado.

—Es... —no encuentro las palabras— Es perfecto.

Suelta un buen suspiro de alivio y yo me inclino al darle un beso en los labios.

Tentación | JelsaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora