CAPITULO 20

210 8 0
                                    

POV KAYLA

- No quiero follar contigo William - le digo mientras maneja a toda velocidad y aprieta sus dientes tanto que sale a relucir la vena de su frente.

No obtengo respuesta de su parte por lo que vuelvo a insistir - No quiero follar contigo, déjame aquí en la carretera.

-No vamos a follar, te voy a torturar, aparte ¿Quién te dijo que follábamos cada vez que tuvieras ganas? Estas tomando un papel que no te corresponde.

Sus palabras salieron tan frías que mi cuerpo inmediatamente se tensó.

Intente abrir el carro pero tenía seguro, William freno rápidamente y me tomó por el cuello acercándome a su rostro.

-Kayla, me la estas volando mas de lo que te imaginas.

-Cállate y suéltame - intente forcejear pero es imposible.

Su mano llegó a mi entrepierna y golpeó mi vagina produciendo un cosquilleo en mi estómago y poniendo mis ganas de follar al 100%.

-Espero estés preparada para todo el trabajo que te viene encima, sin contar la oficina.

Pase saliva y respondí - si no es de la oficina no realizo ningún trabajo.

-Eso ya lo veremos - tomó de nuevo el volante y aceleró.

-Llegamos a la cabaña del jardinero de ojos precioso - digo para joderle la paciencia.

-Es una pena que no lo puedas ver más.

Lo miro con los ojos muy abiertos - Que le has hecho?

-Es algo que no te interesa, bájate.

Salgo del auto alegándole - Que le hiciste a el hombre guapo de ojos lindos?

La risa de William retumba en la solitaria cabaña y lo miro extrañado
-De verdad Kayla, cállate, hasta las ganas de castigarte y follar se me fueron.

Ahora es mi turno de reir - parece ser un método efectivo, entonces vámonos, ándele jefe, ya está tarde.

-No vamos a ir a ningún lado, vine aquí a torturarte y eso lo que voy a hacer.

-Pero no tiene ganas, mejor no perdamos el tiempo.

- Quien dice que no?
- Tú ¿está perdiendo la memoria jefecito?
-Dilo de nuevo - me acribilló con los ojos
-¿Que cosa? - me hice la desentendida
-Jefecito
-Jefecito - repetí y me mordí los labios.

En menos de lo que canta un gallo estaba desnuda con mi pezones en el frío de la mesa rozando levemente haciendo que mi vagina palpite.

- Dilo de nuevo - me pidió
-Jefecito - dije en medio de la excitación que ya sé en mi cavidad por los movimientos de sus dedos paseándose por ahí.

-Me pones en menos de lo que te imaginas Kayla - su nariz rozaba mi cuello y yo ya ansiaba su penetración. - Por favor - rogué pero no me presto atención, sus manos seguía con un movimiento más rápido haciéndome contraer, sin esperarlo solté todo mientras gritaba su nombre.

William se levanta para ubicarse la ropa y me deja en la entrada de la casa de espalda en una mesa

-no, no, no

- shhh - me calla
-No papi.. - digo provocándolo - no pienso quedarme con las ganas, si no me follas tú me folla otro.

Antes de poder arreglar mi vestuario estoy siendo ahorcada por su gran mano y arremetida de manera anormal sobra la mesa, sintiendo los rudos choques de nuestros cuerpos por sus fuertes embestidas

-Vuelves a decirlo y no caminarás en una puta semana. Y no, ese no será el castigo.

-Con eso no me vas a dejar invalidad, creo que no llegarás a hacerme cosquillas - dije haciéndome la fuerte.

-¿Con que no me sé mover y no te provoco nada? Probemos entonces.

Sin quitar su mano de mi cuello me da vuelta y me recuesta en la mesa de nuevo, levanta mis pies hasta sus hombros y mis caderas quedan un poco más arriba que antes

Sabía perfectamente lo que quería hacer, cruzo mis pies sobre sus hombros y quedé aún más arriba.

-olvídalo, no me vas a follar el culo

- No estaba pensando en eso, pero sería una gran idea para el castigo ¿sabes?.

Con las piernas cruzadas me penetro tan fuerte que un grito ahogado salió de mí. Creo que inicio a acostumbrarme al dolor e incluso ser capaz de convertirlo en placer.

El pene de William es considerablemente enorme, podría destrozarme los ovarios en una mala posición.

Otra embestida me toma por sorpresa y logra dejarme sin aire, intento soltar mis pies pero su brazo sosteniéndolos bastaba para que fuera imposible.

Las penetraciones cada vez eran más profundas y a pesar de qué estaba bastante excitada seguía doliéndome al punto de soltar lágrimas.

- De que lloras si no llego ni a hacerte cosquillas - dice William cerca de mi oído, provocando una oleada de calor.

- Dime papi
-No
-Dime papi
-No
-Dilo, Kayla, dilo
-No, no te dire así
Un fuerte azote aterrizó en nalga poniéndome todos los pelos de punta, mi coño palpito y los ojos de William estaban muy brillantes.
- La próxima me vas a rogar que te folle
-Ja, sueñe jefecito.
- Y no te voy a follar hasta que no me digas papi, arrodillada frente a mí con tu cabeza descansando en mis piernas esperando a que te toque.

Un contrato con mi jefe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora