[4] ILLICIT AFFAIRS, wizarding world

Epílogo

Summer without you is cold as winter.
Winter without you is ever colder.

—Lemony Snicket,
Dedications to Beatrice

19 años después

Tantas cosas pueden suceder en un lapso de diecinueve años que se vuelve complicado relatarlas todas y cada una de ellas.

Es posible que te haya dado tiempo a terminar unos estudios en condiciones, a reafirmar el «para siempre» que le juraste a aquel a quien amas, formar una familia con él, reír y llorar a partes iguales, conseguir el trabajo de tus sueños...

Pero también existe la probabilidad de que nada vaya bien. La ley de Murphy —si algo puede salir mal, saldrá mal— puede aplicarse a tu vida y destrozarla por completo sin necesitar diecinueve años, tan solo un par de meses, unos días, unas horas o un segundo.

Allison Potter había empezado el camino de esos años en el peldaño más bajo de las escaleras, en un cochambroso sótano con las luces fundidas y el papel de la pared cayéndose a jirones.

Poco a poco, fue escalando y subiendo pisos. Ahora no tenía claro en qué nivel se encontraba, ni qué tanto había logrado en verdad durante diecinueve años.

—¡Cam! ¡¿Cuántas veces tengo que decirte que no dejes los calzoncillos sucios tirados en el suelo de tu habitación?!

Allison gritaba desde el cuarto de su hijo, revisando que no se dejara nada para su viaje a Hogwarts. Aquel primero de septiembre de 2017, Cameron comenzaría su tercer curso en la escuela, y Allison no había procesado la información todavía.

Le costaba, como cada año, despedirse de su único hijo para no volver a verlo hasta Navidad.

—¡Lo siento, mamá, son los nervios! —se excusó el pelirrojo, entrando con prisas en la habitación y metiendo la ropa sucia en una bolsa para echarla a lavar.

—Te voy a dar yo a ti razones para estar nervioso, renacuajo.

—Tengo trece años, deja de llamarme así.

—Por encima de mi atractivo cadáver.

Un «crack» en el piso inferior alertó a Allison de que el padre del niño había llegado, como siempre, tarde. No le habría sorprendido que se hubiera aparecido directamente en el andén. George podía haber madurado y haberse vuelto un empresario de éxito, pero seguía dedicándose a las bromas y eso solo mantenía su espíritu más liberal, que no le impedía llegar tarde a ningún lugar.

Allison se asomó por el hueco de las escaleras e hizo levitar el baúl de Cameron hasta que cayó de un golpe al lado de George, que se llevó una mano al pecho, asustado. Alzó la cabeza y Allison le saludó con fingida inocencia.

—Si no estuviéramos separados, te pediría los papeles del divorcio, cielito —comentó con sorna George, mientras Allison bajaba las escaleras.

—¿Sabéis que otros chicos encontrarían traumatizante el hecho de que sus padres hablen tan tranquilamente de su separación? —les dijo Cameron, cargando escaleras abajo la jaula de su lechuza y una mochila a rebosar. Allison apostaría su dedo corazón a que estaba llena de artefactos de bromas que había sacado de Sortilegios Weasley la tarde anterior.