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Narra Namjoon.

Ahora mismo las palabras de Steph parecían desvanecerse en el aire como si realmente no estuviera diciendo tanta mierda como lo está haciendo. En realidad, Steph y su maldito plan de sacarme de mis casillas acaba de pasar a segundo plano.

¿En qué pienso?

Sí, en ella.

¿Por qué lo hago?

Pues no lo sé joder. También quisiera saber porqué razón he sentido ese sentimiento tan fuerte en el pecho cada vez que la veo. Desde pequeños Tn es para mí como una joya preciosa que no quiero compartir con él mundo. Jugábamos juntos hasta que Hoseok se mudó a la casa del frente y sus madres se hicieron buenas amigas.

Jugar con otra persona más, que no fuera Tn, no era el verdadero problema, sino que ella jugara con otras personas. Era asfixiante imaginar que ese nuevo chico podría robar la atención de mi princesa. Pero al final lo que más temía sucedió.

Una tarde como cualquier otra, los tres jugábamos al Reino imaginario, dónde Tn solía ser la princesa por supuesto, y yo era el valiente y apuesto príncipe que la rescataba del monstruo de calabaza. Hasta que llegó él como candidato para un puesto que no estaba vacante. Me molesté tanto por tener que compartir todo con ese enano que dejé de jugar.

Pero planeaba volver.

De no ser por la discusión que escuché en la sala entre mi padre y la tía Min. Supuestamente yo había roto su preciado jarrón de 20 millones de dólares que había comprado en una subasta, lo cual no era cierto. Quizá fué Tn, o alguien de la limpieza, puede que hasta ella misma con tal de que Tn y yo no nos viéramos. La tía Min siempre me despreció por motivos que ni siquiera yo conozco. Ese día gritó a los cuatro vientos que yo no era parte de esta familia, que no encajaba con ella y mucho menos con la alta sociedad en que vivían. Incluso dijo que sería una vergüenza y una mala influencia para Tn en el futuro. Lo cual no es del todo falso.

Por eso me alejé de ella, sabiendo las intenciones con las que su madre lo hacía. Era obvio que quería casar a su hija con un riquillo presumido.

Después de tanto tiempo sin verla pensé que la había superado. Pero al parecer trece años no fueron suficientes. Me sentía el mismo idiota cada vez que ella sonreía. Cuando está triste quiero abrazarla y crear una burbuja para ella, hacer que todo esté bien. Verla feliz se vuelve mi meta del día.

Dios, y eso es tan cursi que lo odio.

Y odio más a ese maldito hijo de papá que vino a recogerla hasta mi propia casa. Creo que aún estaré a tiempo de seguirlos, solo para saber si se comporta con ella.

¿Qué más da?

Tn estaba muy feliz de verlo. No debería pensar en ella.

¡Qué le den!

¡A ambos!

Esa princesita me está volviendo loco.

-Namjoon, ¿podrías hacerme caso de una maldita vez? -Steph tronó sus dedos frente a mis ojos, sacándome de aquel remolino rojo.

-Lárgate ya, Steph. No tengo más ganas de discutir. -me dejé caer en el sofá, aturdido por todo esto.

Tn realmente estaba hermosa, y ni siquiera se vistió así para mí.

-Ah, ya veo. Estás así por aquella estirada, ¿cierto?

Solo la miré de reojo ya que estaba detrás de mí.

-No es tu maldito problema. Márchate.

-¿Es qué no te das cuenta? Ella no es para tí Namjoon. Tú y yo somos personas dañinas y tóxicas. No puedes dañarla con tus problemas y tú personalidad. Se vé que es una inocente de la vida que a penas está saliendo del cascarón.

-Ya, lo dices tú que eres una arpía de primera, ¿verdad? -dije con todas las intenciones de burlarme.

Ella rodó los ojos y se sentó a mí lado.

-Lo digo porqué te conozco, y tú a mí. ¡Míranos! Nos hacemos daño como si nada. Ahora, piensa como sería hacerle daño a esa pobre chica. -tiene razón. ¿Qué derecho tengo yo de lastimarla? -Sí lo fuerzas será peor. -me miró a los ojos y me levantó la cabeza de entre las manos. -Tú tampoco quieres salir lastimado, ¿verdad? -negué. Eso es lo menos que quiero. -Lo correcto será olvidarla. Y puedo ayudarte con eso.

Dicho esto, una de sus finas manos pasó delicadamente por mi rostro hasta llegar a la quijada. La sujetó dominante, e hizo de aquel momento tan vulnerable un volcán de pasión. En cuestión de segundos Steph estaba restregándose sobre mí mientras nuestras bocas se devoraban. La fina tela que cubría sus pechos salió volando sin previo aviso al igual que aquel mini short. Apreté su pequeña y delgada cintura mientras que mi boca pasó a sus grandes pechos. Ella se sujetaba de mis hombros mientras movía sus caderas en círculos sobre mi miembro.

Era un juego en el que ambos sabíamos perfectamente que perdería. Steph se paró quedando sobre sus rodillas para que desabrochara mi pantalón. Una vez abajo, volvió a su posición anterior pero sin introducirlo. Solo restregó su clítoris a lo largo de mi miembro dejándome saber lo mojada y necesitada que estaba, mientras que yo no podía sentir nada más que deseos de follarla duro y de una puta vez.

Bajé a Steph y la ubiqué con las manos sobre el sofá quedando así su gran culo a mi entera disposión. Hechó su cabello verde a un lado y me miró sobre el hombro como la zorra que es. Tomé una de sus nalgas en mis manos y la golpeé rápido y duro sacándole un gemido. Sin más preámbulos introduje mi pene en su entrada y la penetré de una sola estancada.

Comenzé con envestidas lentas pero profundas, en cada una de ellas se iba un gemido por parte de Steph. Sus nalgas brillantes comenzaron a rebotar a medida que aceleraba el ritmo. La penetraban sin piedad, entraba y salía, entraba y salía como un puto animal. Mis manos aferradas a su cintura podían dejar marca de lo fuerte que la embestía.

-Namjoon, no pares. Continúa. Fóllame maldita sea. -gritaba ella.

Cansado de esa posición, me senté yo esta vez en él sofá con intenciones de que montara sobre mí, pero fué más rápida que yo y en lugar de hacerlo de frente, se giró de espalda e introdujo mi pene nuevamente en su vagina. Comenzó a moverse despacio, pero la tomé del cabello y la pegué a mí. La embestí repetidas veces sin hacer ninguna pausa. Rápido, duro y profundo. La estaba follando como la maldita puta que es.

Steph sonreí complacida por estar serca de su orgasmo.

-Eres un maldito imbécil, ¿lo sabías? -susurró entre gemidos.

-Callate zorra.

Otras cuántas embestidas más y nuestro orgasmo nos consumió como si de un relámpago se tratase. Aquellos espasmos me recorrieron el cuerpo dejando una enorme sensación de alivio, que se vió reemplazada por un miedo espantoso casi a la misma vez.

Oh no. ¿Qué acabo de hacer?

Después de aquel momento Steph volvió a hacer el mismo ser repugnante y asqueroso de antes. No la amo, tampoco la quiero, y mucho menos me importa un comino. Lo que acaba de pasar se llama flaqueza estúpida, que puede que me cueste mucho.

-Como le digas a Tn algo de esto...

-No lo haré...-soltó ella de repente. La miré con el ceño fruncido. Steph no es el tipo de persona que desperdicia la oportunidad de joder a alguien. -...si no es necesario. -finalizó la frase. Rodé los ojos acompañado de un bufido. Ya veo por donde viene. -Déjame quedarme el tiempo que necesito y esto que acabamos de hacer no pasó nunca.

Prefiero haber sido atropellado por un auto de saber que conocería a alguien tan mezquina como Steph ese día.

¿Tengo otra opción además de matarla?

-Está bien. Te quedas aquí. -contesté sin más opciones. -Pero que conste, tú en tú lado y yo en el mío.

-Por supuesto. -Steph sonrió de medio lado confirmando que las catástrofes a penas acaban de empezar.

Joder, que puto lío.


























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𝕷 𝖆  𝕻 𝖗 𝖎 𝖓 𝖈 𝖊 𝖘 𝖆  𝖄  é𝖑  𝕾 ú𝖇 𝖉 𝖎 𝖙 𝖔 . {Tn & RM}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora