CAP. 6 SALUDOS Y AMENAZAS.

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Al pasar los días todo se volvía un poco extraño, Harry dejo de discutir con Draco y esto les extraño a todos, los amigos del rubio creían que los leones tramaban algo extraño, y no era para menos, no solo el príncipe de Gryffindor había dejado las discusiones, si no, que también los trataba de una forma más amable, incluso dirían que amigable.

A pesar de los recientes buenos tratos no bajaron la guardia, estaban muy seguros de que algo se traían entre manos, y si la actitud ya de por si extraña del moreno no era suficiente, lo que aconteció en la mañana los dejo sin palabras.

Harry Jodido Potter, los saludo, les pregunto como se encontraban y si eso no fuera poco también les deseo un buen día, todos estaban consternados, eso era claro, no a un mismo nivel, pues había un omega rubio al que el comentario le afecto un poco más de lo que quisiera admitir.

Si, tal vez eran sus piernas que urgían por salir corriendo, o el alocado latir de su corazón, incluso si se le observaba un poco más de cerca las mejillas ligeramente sonrojadas.

Todo afortunadamente para él pasando desapercibido para todos, era mejor así, no le apetecía para nada un cuestionario sobre su comportamiento, que le exigieran respuestas se le antojaba sumamente irritable, más aún cuando él aún no tenía ni idea de que le pasaba.

Estaba echo un caos de sentimientos y nuevas emociones, le irritaba de sobremanera que ahora cualquier cosa que rondara alrededor de aquel león, ya sea un comentario discreto o una platica entera sobre él, cualquier cosa pequeña, llamara de manera inmediata la atención de su omega interior, ni que decir de su presencia o peor aún, su aroma.

Y es que, maldito infierno, el aroma de Harry se estaba volviendo droga para su olfato.

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Recuerda la primera vez en la que estuvo realmente consciente de ello, estaba en uno de los pasillos camino a su próxima clase, distraído por no chocar con nadie, no se percató de que Potter venia caminando con aquella omega de Ravenclaw, Lovegood, (si mal no recuerda), ambos chicos yendo en dirección opuesta a la suya, afortunadamente no eran los únicos en el pasillo, por lo que fácilmente se camuflo entre la multitud de alumnos que caminaban de igual forma para ir a sus clases.

Observo disimuladamente como ambos platicaban entre sí, se veían muy a gusto.

En uno de esos momentos la chica pareció decir algo demasiado cómico, ya que el moreno no aguanto la enorme risa que soltó, acompañándole una leve ola de feromonas con su característico olor, café recién molido y tierra mojada, en cuanto aquel olor llego a su sensible nariz, su omega, (que cabe mencionar, desde el momento en que su celo terminó se encontraba raramente tranquilo), se levantó dando saltitos y moviendo la cola de un lado a otro, era un desastre de ronroneos e inmensas ganas de correr hacia aquel magnifico aroma, enterrar la nariz en la fuente de olor y no salir jamás.

Todo ese alboroto por dentro. 

¿Por fuera?, simple, el pobre Draco quería huir de ese lugar lo más rápido posible, recuerdos bochornosos de ese aroma comenzaron a atacar su mente, caminó lo más rápido que su educación de modales estrictos se lo permitía, ignorando los gimoteos de su lobo que le urgía por ir en la dirección contraria y no dejar ir al alfa, mucho menos en compañía de aquella omega.

-Ya basta, jodido omega caprichoso -. Más gimoteos –. No, no vamos a ir detrás de él como estúpidos perros falderos detrás de un hueso, así que te callas y te comportas o te juro que tiro esa maldita sudadera que tanto te gusta.

Después de la amenaza a su omega este acepto a regañadientes, bajo las orejas y se quedo quieto por lo que restaba del día.

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