"Mi buen amor.
Parece fácil para ti.
Alejarte para luego exigir.
Que te quiera como si nada.
Después de todo lo que tuve que pasar.
Las terapias, los amores de mentira, más mentiras.
Y ahora quieres que sea tu amiga.
Pues, amigo, dime como borro est...
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Kei tuvo que irse ya que su mamá lo llamó y se llevó unas galletas. Ken estaba acariciando a Yakisoba mientras yo guardaba todo.
—¿Y Chiasa?
—Hoy tiene turno nocturno— asiente y me mira.
—¿Puedes salir?— lo miro atenta y asiento— Cámbiate, yo te espero.
Entro a mi cuarto para cambiarme rápidamente, pero antes ordeno un poco y no puedo evitar sonreír con entusiasmo. Decido ponerme un pantalón negro un poco suelto con un cinturón, una blusa de manga cortas y mis fieles convers negras. Tomo mi mochila para meter cosas importantes y salgo.
Veo a mi muchacho acariciando al gato blanco mientras que Yakisoba se deja dar amor en su regazo. Su rostro está relajado y me siento feliz.
—Estoy lista, si quieres puedes llevarte las galletas que quedan— me mira y niega.
—No, deja que Chiasa prueba tus galletas. Lleva un chaleco.
—Hace calor, no te preocupes.
—Después vas a decir que hace frío y me vas a obligar a darte mi chaleco— sonrío.
—No va a pasar.
—Eso dijiste la vez pasada y pasó exactamente lo que dije— le resto importancia.
—Nah. Esta vez no va hacer así.
—Bueno, si te mueres de frío no es mi culpa, yo ya te avisé. Vamos, enana— se levanta y yo cargo a Yakisoba para dejarlo en mi habitación con las cosas que tengo.
—¡No es mi culpa que midas como dos metros!— se ríe y me mira mientras me espera.
Le dejo agua y comida para después cerrar las ventanas. No quiero que se escape.
—¡Vamos!— nos despedimos de Yakisoba y salimos del departamento.
Bajamos entre risas por las anécdotas que me cuenta el calvito. Lo miro y siento calidez en mi pecho, pero me mira haciendo que casi me tropiece.
—¿Qué te pasa?— me pongo nerviosa y trato de estabilizarse.
—Nada. Solo no vi que había algo, pero ya estoy— le doy una sonrisa y suspira.
—Eres rara— lo miro mal y sonríe.
Apenas salimos vemos que la noche está cálida y que va hacer una linda noche. Draken va a buscar su moto mientras que yo lo espero. Se detiene al frente mío y me subo entusiasmada.
—Vamos, calvito— lo abrazo y escucho muy bien una mala palabra.
Empezamos a andar y me siento libre de todo mientras siento el aire chocar con mi cara. Por muy raro que suene me gusta más andar en moto en la noche que en la mañana, tal vez sea porque en la mañana tengo mucho sueño, la verdad no lo sé.
