Acto uno.

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Actualidad, China año 2008. 

En el país de China, Shanghái, exactamente en la localidad de Huaihai. La alarma de un apartamento con estilo bohemio alerto a una bella joven llamada Song Je Hee que es hora de iniciar su día. Así que con pereza como todo el mundo lo hace un lunes por la mañana apaga su irritante alarma. Ella está en los últimos cursos de su carrera universitaria, el periodismo. La joven es de una familia modesta y trabajadora de origen coreano. 

Su infancia hasta su llegada a la adultez temprana fue gratificante con su personalidad extrovertida pero con mucha sencillez, rodeada de amigos a los cuales brindaba suficiente amor con su amistad acompañadas de risas, viajes y unos cuantos amores que transitaron para llegar a ser una mujer madura y con carácter. Esta orgullosa de lo que ha logrado en su vida.  Con su perseverancia y el apoyo absoluto de sus padres, quienes son su motor. 

Camina descalza hasta su baño para ducharse, posteriormente de unos veinticinco minutos ella está en el comedor pequeño de su apartamento degustando unos deliciosos y exquisitos panqueques un tanto quemados acompañados de café negro y las noticias locales trasmitidas en la televisión. Tendrá que llevar paraguas a su reunión del día de hoy debido a que el apuesto climatólogo del noticiero anuncio la llegada de lluvia para el día de hoy. Una hora y media más tarde la joven salió de su casa luciendo su uniforme de trabajo impecable junto con un paraguas para ir a la parada de autobús y así aterrizar a su destino. 

El autobús estaba lleno de trabajadores y estudiantes yendo a su respectivas actividades. Su trayecto no fue tan aburrido como lo era siempre. Esta vez un agradable anciano le hizo conversación y ella sin temor le siguió el tema queriendo saber de él y viceversa. 

―¿Y tus padres jamás se opusieron a que eligieras esta carrera?―pregunto curioso el anciano.―No me malentiendas jovencita, es un buena carrera pero en muchas ocasiones tratan muy mal a los periodistas.

―No, jamás.  Porque sabían lo que me hacía feliz. Ellos quieren ver a su niña feliz.―le explico con una sonrisa. ― Lo sé. ―agrego y continuo. ―Por eso mismo me esfuerzo mucho en cada nota que entrego para nunca cometer un error. ―informo seriamente.

―Está bien cometer errores, así es la vida. ―agrego. ―Me da gusto. ―sonrió. ―No hay muchos padres preocupados por los sueños de sus hijos hoy en día.―el anciano dijo con tristeza en su voz.―Je Hee lo observo y le dio su mano como confort.

El anciano volvió su vista a la joven. Con una sonrisa la joven universitaria expreso:

―Nunca es tarde para ser feliz. ―agrego posteriormente levanto su pulgar mostrándole apoyo total. 



Después de unos minutos Je Hee estaba en su destino. Un edificio con estructura histórica, esta vez un tanto más moderna. Tomo el elevador para llegar con su destinatario. Una vez en la puerta de la habitación con el número 110, tocó la puerta. Escucha pasos acercándose dentro de la habitación, el ritmo del corazón de Je Hee aumenta considerablemente.  No mucho como para provocarle un infarto pero si para estar inquieta. La puerta se abrió.

―¿Song Je Hee?―pregunto el hombre parado en el umbral de su puerta.

Un hombre de aproximadamente, sin temor a equivocarse 1.77 de altura. Con unos hermosos ojos negros expresivos, con ojeras debajo de ellos, cabello oscuro con unas cuantas canas comenzando a notarse, con elegante vestimenta casual de unos pantalones chándal negros, y una camisa blanca ligera y zapatos bien voleados. Estaba segura que no tenía más de setenta años, si acaso rondaba los cincuenta años. Conserva ese aspecto joven. 

𝐁𝐫𝐚𝐯𝐞 𝐒𝐡𝐢𝐧𝐞: 𝐋𝐚𝐲𝐡𝐨. [𝐒𝐮𝐋𝐚𝐲 𝐅𝐞𝐬𝐭 𝟐𝟎𝟐𝟏]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora