03. Nuevo hogar

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Había un silencio denso y la tensión era fácil de percibir para cualquiera que decidiera entrar en ese inoportuno momento. Severus se mantenía en una esquina alejada de todos, con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Sirius tomaba la mano de Remus en otro extremo de la oficina. Los malos recuerdos en aquel lugar los ponían incómodos, con solo ver cómo Snape les mandaba miradas de odio y rencor.

Dumbledore veía todo con una sonrisa desde su lugar detrás del escritorio. En sus brazos aún tenía a Draco, quien se había despertado por la sensación de Aparición de la Red Flu, y ahora reía cada que Fawkes le tomaba un mechón de cabello con su pico.

— No— habló al fin Severus alejándose de su lugar en la pared, — definitivamente no dejare que estos dos se hagan responsable del bienestar de mi ahijado— apunto con el dedo a los acusados quienes solo se removieron incómodos,— además de que sí eso pasa, Draco no llegará ni a los cinco meses.

— ¡Ah! ¡Me ofendes snivellus!— Sirius lo miro con la boca abierta y la mano en su pecho dramáticamente, burlándose de sus palabras. Remus solo le miro con enojo y decepción, — pero al menos no vivirá con uno del bando que asesino a sus padres.

— Alto todos ustedes— interrumpió el viejo mago al ver cómo su nuevo maestro sacaba la varita, — Severus, piensa, Sirius tiene razón. Los mortifagos irán detrás de Draco, sobre todo Bellatrix. Contigo no estará seguro— dijo con voz serena Dumbledore.

El nombrado soltó un gruñido y guardó su varita. Sabía que el director tenía razón, que Draco no estaría seguro con él, que los mortifagos estaban esperando el momento para ir tras su ahijado para matarlo. Hasta él fue amenazado con crucios la noche anterior para saber dónde estaba el niño. Pero con solo pensar que el odioso de Black tendría que cuidar al hijo de Lucius le ponía en cólera.

Albus se levantó de su silla, transfiguró un sillón en una cuna y acostó al pequeño Malfoy dentro. El fénix voló y aterrizó con gracia en una de las barandillas para seguir distrayendo e entreteniendo al bebé.

— Resolveremos eso después ahora lo primero es encargarnos del elfo Dobby.

Hasta ahora los tres adultos se percataron de la presencia de la criatura. El elfo estaba alado de la cuna vigilando al ave que jugaba con su amo.

— Dobby, podrías venir por favor— habló  tranquilo el director. Dobby se acercó, — sabes muy bien el tema que queremos hablar contigo.

El elfo agachó sus orejas puntiagudas y comenzó a jugar con sus manos.

— Dobby entiende, Dobby entiende. Pero Dobby no quiere romper la última orden que el amo Lucius le dio a Dobby, señor— el elfo se cubrió el rostro con sus manos callosas ahogando su llanto. Hasta los tres adultos sintieron algo de pena por él, — Dobby llegó a la mansión cuando el amo Abraxas se casó con la ama Mía. Dobby cuidó al amo Lucius cuando nació hasta que vino a Hogwarts. Dobby se prometió cuidar al amito Draco de la misma manera en que cuidó al amo, señor.

Los llantos se incrementaron. Tal parecía que la criatura quería desahogarse frente a ellos lo que no pudo antes, de hecho eso era lo que estaba haciendo. Debió ser horrible y doloroso ver cómo mataban de la manera más cruel al amo que cuidaste desde que era un crío. Era obvio de Dobby veía al niño que cuido en Draco, y quien no lo haría, si eran tan idénticos como dos gotas de agua que en un futuro se pudiera confundir.

Dumbledore se agachó a la altura del elfo y habló.

— Haremos algo Dobby, ¿que te parece si te contrato para trabajar en las cocinas de Hogwarts? Así cuando el joven Malfoy tenga que venir al colegio podrás cuidarlo como tú amo te lo a ordenado,— propuso.

Taking care of a little dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora