26. El cuartel de los tres Black's (y de un Malfoy)

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Vacaciones de 1966.
Casa de verano de Pollux y Irma

— ¡¡Corre Sirius!!— gritó una Narcissa de once años a su primo. En su mano, una espada hecha de madera lisa pintada de rosa, regalo de su tío Alphard. Su vestido azulado corto se combinaba
con el cielo despejado. Iba descalza, sintiendo la tierra húmeda en sus talones, dándole cosquillas mientras corría, encabezado la caravana de niños detrás de ella.

La brisa fresca de verano, húmeda por las tormentas de Agosto, refrescaba el rostro de los jóvenes que corrían por la amplia pradera, dirigiéndose a los límites del extenso bosque que rodeaba la propiedad de Pollux e Irma Black. Césped verde, pino fresco, sol brillante y mariposas revoloteando por las flores. Ambiente perfecto que recibió a los más jóvenes Black en búsqueda de su tan ansiada diversión.

— ¡¿Como es que eres tan rápida?!— grito un Sirius de seis años. Su túnica dejada de lado en cuando salieron al patio de la casa de su abuelo, con su camisa arremangada hacia los codos y manchada de un poco de lodo. Recibiría un castigo más tarde, pero por ahora, lo único en que se preocupaba, era ganarle la carrera a su prima menor.

— Los dos son unos lentos— se burló Bellatrix, que con sus quince años pasó fácilmente de los dos niños. El cabello esponjado negro, una mancha negra volando con el viento, rebotando los rizos creando ondas brillantes por el reflejo del sol. Sus brazos extendidos a sus lados, sonriendo relajada y en paz. Tarareando una melodía en su mente, desvariando e imaginando con las mejillas sonrojadas.

— ¡No es justo Bella!

Bellatrix soltó una carcajada burlona.

— ¡¡Apresúrate Lucius, que se nos pierden!!— la niña rubia desaceleró su carrera para llegar a la altura del joven heredero Malfoy. La niña tomó de la mano al niño, haciendo que el joven rubio se sonrojara furiosamente

— ¡No soy mucho de correr, Narcissa!— le respondió Lucius de once años. Nunca pensó que acompañar a sus padres a la invitación del señor Pollux resultaría en una persecución innecesaria hacia una pequeña colina, con riesgo a manchar su túnica de seda o a sudar y oler a elfo. Pero tener la mano de la más joven de los Black le provocaba un revoltijo agradable en su estómago. Apretó más fuerte la delicada mano, y obligó a sus piernas a ir más rápido.

— ¡¡Eperenme!!— gritó el pequeño Regulus de cinco años, apretando más a su león de peluche en su pequeño bracito; tratando de correr más rápido con su peluche y su pequeña espada en ambos brazos,— tanquilo señor roar, no va a caer— su overol, arremangado de las piernas a la altura de sus rodillas, haciendo que la alta hierba rozara sus pantorrillas.

— Vamos juntos Reggy, ¿de acuerdo?— Una Andromeda de trece años tomó al pequeño Regulus, acomodándolo en sus brazos y comenzando a correr con cuidado para alcanzar a los demás, provocando risas y gritos del más pequeño. Ella también iba descalza. Había pintado sus uñas el día anterior a escondida de su madre; y el verde opaco se perdía por entre el verde de la hierba. Sujetaba su falda amarilla, evitando que se manchara con el lodo húmedo. No le gustaba mancharse.

Era verano, faltaba una semana para la entrada a Hogwarts y la familia había decidido hacer la tradicional reunión de fin de verano, en donde todos se juntaban para una cena de despedidas. La fiesta estaba llena de regalos, comida cara, canciones y bailes. Siento un pequeño descanso de la vida aristocrática de los Black. Todos preparándose para el ritual de protección.

Para la familia Black, la edad de los once años era significado de celebración y respeto. Era la etapa en la que los niños jóvenes de la familia llegaban a la edad para comenzar con su preparación y el desarrollo de su magia, aprendiendo lo suficiente para convertirse en magos respetables y en honorables miembros de la sociedad de magos.

Taking care of a little dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora