Taking care of a little dragon

28. El retrato del tío Regulus

04 de Junio de 1986

El 05 de Junio se había vuelto la fecha más importante, especial y célebre para la pareja de Sirius y Remus. Era un día de regocijo y felicidad, de festejo y diversión, de abrazos y besos.

Era el día en que se celebraba el nacimiento de su pequeño hijo.

El día de mañana era el cumpleaños número seis de Draco Black-Lupin y cómo todos los años, se estaba organizando una fiesta de cumpleaños. Draco adoraba sus cumpleaños, no solo por que era su día, también por los mimos y atenciones exclusivas que sus padres le ofrecían. Cómo comer en su habitación, levantarse tarde o ver caricaturas toda la tarde. Su favorita era la tradición de regalo, que consistía más que nada en el que se le daba un obsequio que hubiera pedido con antelación. Sus padres le había pedido que eligiera su regalo para que lo abriera en su fiesta, que tenía hasta el día de mañana y que no importara el costo, que era su cumpleaños y merecía siempre lo mejor en esa fecha tan especial. Draco sonreía al escuchar esa frase.

Sirius siempre tuvo esa tradición del regalo al igual que su hermano y sus tres primas. Los cumpleaños, a pesar de convertirse en un evento social, era un día propio donde podían salirse de aquella caparazón de clase y disfrutar cómo era debido y cómo se les antojase; y siempre el regalo que se le daba tenía que ser ostentoso y extremadamente caro para quedar bien ante los invitados de las demás clases.

Remus era una cosa aparte. No tenían problemas económicos (los pagos se pagaban en tiempo y forma) pero el dinero escaseaba de alguna u otra manera. Los salarios de sus padres iban más que nada a los pagos de impuestos, la hipoteca de su casa y las cuotas mensuales de los servicios de necesidad como el agua, luz, comida y gas. Eran pocas las veces en que sobraba dinero para algo personal y la única fecha en que recibía regalos era en navidad, siempre siendo uno. Sus cumpleaños eran un pastel y comida familiar; la única fiesta propia que tuvo fue a los tres años y tenía pocos recuerdos de eso.

Ahora de adulto, con el salario de Sirius y su salario de maestro de primaria en la escuela del pueblo, el dinero sobraba y alcanzaba perfectamente para comprar regalos de cumpleaños.

Eso y porque Sirius era prácticamente el mago más rico del mundo mágico inglés.

Pensó mucho por semanas (tres dias). Su padre le preguntaba contastemente de forma indirecta y disimulada, dando además sus propias propuestas de un regalo apropiado. Aunque más parecía sugerencias de cosas que Sirius quería usar, como con la mayoría de sus juguetes. ¿Que podría pedir si ya tenía todos los juguetes que quería y los conseguía?

¿Una figura de acción? No, ya tenía su propia colección de súper héroes y cómics. ¿Una escoba nueva? Mm, tampoco, ya tenía una en casa y dos de repuesto en casa de sus abuelos. ¿Un perro o un gato? En definitiva no, Copo se enojaría y el pequeño hurón blanco era un poco gruñón. ¿Ropa nueva?. . . JJAJA, ¡¿que niño pide ropa de cumpleaños?!

Merlin, ser hijo único era la cosa más tediosa del mundo.

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Estaba ayudando a su papá a sacar unas cosas del ático para su fiesta. Siempre tenían una caja con expansión para guardar decoraciones de diferentes eventos. Esta vez se celebraría en su casa, en el patio trasero, y el tema sería sobre animales a petición del cumpleañero.

Draco se encontraba aburrido. A pesar de ser las decoraciones para su fiesta, ya se había cansado de sacar serpentinas y globos desinflados. Hizo un puchero, recargó sus codos sobre sus rodillas y puso su cabeza entre sus manos, viendo a Remus desenredar un cartel de "feliz cumpleaños".

Escaneo la habitación, el ático podía ser oscuro, polvoriento y podía apestar a humedad; pero siempre encontraba cosas interesantes. Era como una isla y los diferentes objetos esparcidos por ahí era el tesoro perdido de una cueva que él debía encontrar. Una vez, encontró un juguete que pertenecía a su padre que volaba y cambiaba su forma.