Capítulo 12

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Capítulo 12

Pelo azabache y una pelota de baloncesto

Estábamos rodeados por árboles con hojas pintadas de color marrón, niños corriendo y perros ladrando, la brisa era agradable, podías oler el césped recién mojado decorado con hojas marchitadas, el cielo estaba despejado, era un día agradable para ser octubre, teníamos las chaquetas apoyadas en el respaldar del banco, no hacía faltan para un día tan bonito como este.

-Última llamada a Alicia, acuda a la cancha de baloncesto por favor, repito...-César puso su mano encima de su boca, se acercó a mí y a Cristina, estábamos sentadas viendo como él jugaba un par de canastas con unos desconocidos.

-No, soy malísima jugando, además, no quiero que mis gafas queden destrozadas.-respondo rechazando su mano extendida.

-¿Y tú Cristina?-pregunta fijando su mirada en ella.

-Está bien.-asiente con la cabeza y me da una palmada en la pierna.-deberías venir, pero no te obligaré a hacer algo que no quieras.-agrega poniéndose de pie, César la rodea con el brazo.

-Cristina es una tía de puta madre, ¿cómo no me la habías presentado antes?-esboza una sonrisa y voltea su cara hacia ella, quien rueda sus ojos y aparta el brazo, caminando hacia la cancha. César se acerca a mí.

-¿Se hace la difícil, no?-pregunta pasando su mano por la cara.

-No-río-está ocupada.-agrego mirando como se acerca al grupo de chicos altos.

-¿Qué?-abre la boca sorprendido, se sienta a mi lado, resoplando.

-¿Te gusta?-recojo mi pierna y apoyo mi mentón.

-Lo poco que conozco de ella, sí, es una chica madura que sabe divertirse.-se cruza de brazos y mira al cielo.

-Lo sé, por eso mismo es mi mejor amiga, me anima cuando nadie lo puede hacer.-también miro al cielo, hacia las mismas nubes que él veía.

-En fin, a otra, ¿vale?-se pone en pie guiñándome el ojo.

-Joder que rápido.-río y acomodo mis gafas.

-No voy a llorar por alguien que ni se gira a verme.- sale trotando hacia la cancha.

Frunzo el ceño y no puedo evitar sonreír a semejante verdad.

Contemplo los movimientos agiles de César, no era muy alto pero corría con velocidad y regateaba fácilmente a los gigantes de dos metros, al de pelo rubio y al de pecas pero había un chico de pelo azabache más fuerte que César por lo que ganaba cierta ventaja, de vez en cuando Cristina hacía muecas de placer cuando pasaba cerca de él, imitando agarrar su trasero, no podía evitar soltar alguna carcajada, ver como una chica de uno cincuenta corría detrás de ellos, que medían uno noventa.

Mañana era viernes, iría a casa de Nora a ver películas y comer montones de palomitas viendo alguna película de terror, probar unas cervezas y contar chistes hasta quedar rendidas de sueño y dolor de estómago por risas, hablaríamos de Elías, de Hugo, de como narraríamos el libro de lengua en la clase, a lo mejor saldríamos a escondidas a despejarnos la cabeza.

De pronto, la pelota apareció tocando mis pies, sumergida en mis pensamientos parpadeé varias veces y miré al suelo, recogí la pelota y me puse de pie, giré hacia la cancha, todos me miraban, el chico de pelo azabache se acercó trotando sobre el pavimento, cuánto más se aproximaba más alto lo veía, al punto que miraba las nubes detrás de su pelo.

-¿Me la puedes dar?-pregunta sonriendo, esbozando unos hoyuelos en sus mejillas.

-Cla...claro.-respondo estirando rápidamente mis brazos.

-Gracias.-tajante se va corriendo con la pelota en sus manos, una vez en la línea blanca, la lanza a un compañero, a lo que Cristina imita darle unas cachetadas lentamente en el aire.

Me senté nuevamente en el banco y en vez de mirar las nubes y contar las hojas desparramadas en el suelo, observe como aquel chico ojiclaro rebotaba una y otra vez la pelota y encestaba con algún que otro fallo tonto, al final del día, en la puesta de sol Cristina y César se despidieron de todos ellos y regresaron al banco con la piel brillante de sudor y pelitos pegados en la nuca de Cristina.

-Que cansada estoy.-resopla desplomándose en el banco, a mi lado, apoya su frente sudorosa en mi hombro.

-Que asco me das.-la empujo y ella ríe.

-Te jodes, no traje una toalla.-se abalanza sobre mí e intenta secar las gotas de sudor de su frente con la manga de mi camiseta.

-¿Os apetece ir cien montaditos?-pregunta César tomando agua de su botella de plástico marca Adidas, sus padres trabajaban en su propio negocio de hamburguesas, reconocido a nivel nacional.

-¿Y si mejor vamos a tu restaurante y comemos ahí de gratis?-responde Cristina recogiéndose el cabello por segunda vez, con la coleta entre sus dientes.

-Hoy no, alquilaron todo el restaurante para una boda.-deja su botella dentro de su mochila negra.

-Siempre estas poniendo excusas, a ver cuando nos invitas, tacaño.-saca la lengua Cristina y se pone su mochila rosa en la espalda.

-Cuando a Alicia le crezcan las tetas.-imita los gestos de Cristina, ella ríe a carcajadas, mientras César me dedica una pequeña sonrisa burlona.

-No Cristina, cuando a César le mida más de cinco centímetros, ahí si nos invitará a comer.- me pongo de pie y miro de reojo al chico.

-Burn!-ella tapa su boca tratando de parar, él niega con la cabeza y susurra "capulla".


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Lo siento por tardarme tanto y por el capítulo tan corto, he estado corta de tiempo estos días, retomaré el ritmo de la historia; un capítulo por semana.

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Twitter:  AlessandraRay12

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