Capítulo 16

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Capítulo 16

"Juntos"

punto de vista de Alicia

El constante tambor de la canción me hizo estremecer cuando salía de la habitación, dejé de lado a Elías, a quien meses atrás era mi razón para despertarme cada mañana, para echarle menos azúcar al café y darme más prisa para llegar al instituto y caer rendida a sus brazos, y sé, que nosotros, siendo tan jóvenes no entendemos de amor, si su sonrisa era una señal, echándole la culpa a las estrellas por no bailar lo suficiente aquella insensible noche.

Al jarrón del pasillo lo vi bailar, moverse a los lados mientras yo caía tratando de agarrarme a la lisa pared, necesitaba agua urgentemente.

Luché contra mis débiles pies, tratando de caminar hasta el baño a por unos melancólicos tragos de agua, con mis tacones en una mano, pude abrir la puerta y entré; el alcohol me afectó de un momento a otro, todo bailaba, de un lado a otro, una suave balada, algo totalmente diferente a lo que el DJ de la fiesta estaba pinchando en los discos. Cerré a mis espaldas y deje caer mis tacones, me apoyé estrepitosamente contra el mármol, pronto empecé a sentir un incesante dolor en la frente, alcé la mirada y vi aquel triste reflejo propio, unas gafas en la punta de la nariz dispuestas a caerse, un pelo resbalado por toda la frente, y unos ojos negros azabaches, mirándome también; y una delgada línea roja recorriendo desde la raíz del cabello hasta la delgada ceja negra, miré al lavabo, buscando a algún culpable, la respiración, sentía que se agitaba cada vez más, por cada respiración que daba, mi corazón palpitaba con abundante fuerza, llevé mi mano al pecho y tragué saliva.

Vacié el vaso de plástico con cepillos de dientes dentro y lo llené con agua, lo llevé hacia mis labios y tragué sin espera alguna, lo repetí, después peiné mi pelo hacia atrás para ver con más claridad la sangre brotando de la raíz de mi pelo, me quité las gafas y las solté sin ver a donde, lavé mi frente, viendo como el agua dejaba de ser tan cristalina. Cogí la toalla con mi mano temblorosa y la pasé por toda mi cara, era pesado el ambiente, sin alguna pequeña ventana en el baño, me sentí atrapada en aquellas cuatro paredes, acomodé mis gafas y cogí mis tacones para salir otra vez, a lo que llamaban; diversión.


punto de vista de Cristina

Habían pasado más de siete minutos, incluso más de quince minutos desde que entré al cielo con César, mi cuerpo estaba varado encima del suyo dentro de la despensa, su cuerpo apoyado en una chaqueta tirada en el suelo.

-César...-murmuré a sus labios.

- ¿Si?-responde abriendo sus ojos.

-¿No crees que...-le di un beso y me estire-...tenemos que regresar ya?-dibuje en su pecho pequeñas líneas imaginarias.

-Cristina, dime la verdad-se incorporó, apoyándose en sus codos, clavó sus ojos en mí.-¿te gusto?

El silencio me quitó la palabra, traté de hablar pero ya era demasiado tarde para dar alguna explicación; César ya se estaba poniendo de pie.

-No, espera. -cierro la puerta de un manotazo, quedando a escasos centímetros de él, recorrí con mis ojos la anchura de sus labios rojos, palpitantes de deseo.- César...-respiré hondo.

-Espera-se separó-si me vas a decir que quieres ser mi amiga, ahórratelo.-negué con la cabeza rápidamente.

-Al contrario-sonreí insegura-eres un tío increíble, y me gustas.-di un paso adelante, y esta vez, no se alejó.

She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora