Capítulo 21

94.9K 2.3K 325
                                    


Capítulo 21

Con el azúcar de sus besos y un vino de ilusiones

Salimos todos juntos del restaurante, Matías ya no se encontraba tan enfadado como antes, se veía sereno.

-Ahora si puedo llevarte a casa -se gira hacia su amigo- muchas gracias tío. -la chocan y se dan una palmadita en el hombro. -no preveía que no tuviéramos ni zapatos ni chaquetas. -su amigo se despide de mí y se marcha por una de las callejuelas hechas de roca que componían Madrid.

-Ni yo que nos coláramos en un restaurante de sushi a desayunar. -estiro las mangas de mi jersey y me abrazo para tratar de mantener el calor de mi cuerpo.

-Vamos, que tampoco vives tan lejos de aquí. -dice divertido, sale corriendo hasta su moto, que la enciende en un abrir y cerrar de ojos, me monto detrás de él como antes y arranca con cuidado, al salir a la calle principal acelera.

Me apoyo en su espalda, aferrándome a su cuerpo, y veo pasar la fuente Neptuno por mi lado, la brisa enreda mi pelo suelto, Adrián da una vuelta completa antes de salir de la rotonda, cada vez se hacía más insoportable el frío que cubría toda la ciudad, rezando de que no broten copos de nieve, estando a cero grados y solo con un jersey y unos pantalones, no sentía mis pies, y solo pensaba en mis padres, en que dirían cuando llegara sin zapatillas, a estas horas de la mañana, porque realmente eran los únicos que de verdad me importaban, a pesar de todo, lo que han hecho, que han dicho y están a punto de hacer.

Sueno mi nariz a la vez que Adrián gira una curva para llegar finalmente a mi casa, aparca un momento en la acera para dejarme lo más cerca posible del portal.

-Venga guapa, quedamos otro día, cuídate. -le devuelvo su casco y me despido sin beso alguno, corriendo rápidamente hasta el portal, toqué al telefonillo, giré a ver si seguía ahí; estaba esperando a que subiera, le sonreí tímidamente y me acomodé las gafas, al momento, respondió mi hermano.

- ¿Hola?

-Oye, soy yo, Alicia, se me quedaron las llaves.- cuelga y suena el pitido de la puerta al abrirse, me despido una vez más con la mano y siento una abrumadora calidez que me recorre un escalofrío de pies a cabeza, entro al ascensor y toco el botón del último piso, al llegar la puerta está abierta, se me aceleran las pulsaciones, cuando cruzo del pasillo a mi casa un silencio me invade; mis padres no estaban y de un modo, me alegraba de que fuera así.

- ¿Dónde estabas? -mi hermano está comiendo una tostada con mermelada, apoyado contra la encimera.

-Por ahí. -respondí sin ganas de hablar con él.

-Si vas a estar por ahí al menos ponte algo encima. -pegó un mordisco a su tostada.

-Que sí. -hice un ademán con la mano y me fui hasta mi habitación, para cambiarme de ropa y darme una ducha caliente.

Al entrar encontré una caja azul con un lazo rojo, no puedo evitar no sonreír, corro hasta la cama y abro la caja, en el fondo había una bolsa con una carta encima, la saco con rapidez y leo lo que parecía una cita a ciegas.

Alicia, no he tenido antes la oportunidad de decirte lo mucho que me gusta el color de tu pelo, que cada vez que te veo sonreír siento un escalofrío de paz recorrer mi espalda, y no sería sorpresa para nadie decir que contemplaría tus ojos marrones toda una noche abrazados junto con una copa de vino y un ramo de flores.

Déjame demostrarte lo mucho que te quiero con una cita que he preparado para ti esta noche, déjame verte envuelta en el vestido que he comprado para ti y vernos a las nueve a la entrada del Retiro, por la calle de Alcalá.

She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora