Capítulo 22
Un asiento y poesía
La vida es una gama de colores.
Naranjas, verdes, azules, rosas...
Tu alma es un lienzo, no está manchado, tampoco está pintada, quizás, ni siquiera esté ahí.
Muchas veces nos sentimos tan solos, no hay nadie capaz de pintarnos y arruinarnos con maravillosos óleos, tantas veces pensamos, mirando a la luna, todos los errores que hemos cometido, acompañados de una triste balada, porque así somos, si la cagamos, terminamos de cagarla; tantas veces que has pensado en escaparte de casa a medianoche y huir de gritos incesantes en las cuatro paredes donde duermes, pero nunca lo haces. Otras veces simplemente nos rendimos antes de tiempo, porque tu corazón, tan entumecido está, que ya no es capaz de nada, de sentir, de ver, de conocer, de ni siquiera existir, porque ha tirado la toalla a todas las oportunidades que le arrebataron, y de impotencia lloras, lloras incluso con las canciones que te hacían sonreír y de tantos cables enredados, ríes.
Comparamos la vida con lienzos en blanco y óleos manchados, porque la vida se mancha, de recuerdos, se mancha con besos, sexo casual y ron decorando sus piernas desnudas; que muchos comparan, sin saber, el placer de cometer deleites placenteros a medianoche entre sus sábanas, sin importar como cojones se llama, sin importar si mañana te arrepentirás por decirle te quiero, con aquellos que derraman lágrimas rojas sobre el andén donde fumaste tu primer porro, con esos que le roban la inocencia de las piernas a niñas esclavas de su fuerza bruta.
Y el lienzo, puede ser destruido con mentiras, como el pincel de un pintor enfurecido atravesando el papel, así mismo, dejamos de existir hasta haber encontrado otro lienzo más limpio y tan grande que falta que compres nuevos óleos para pintarla entera; porque los cambios no siempre significan algo malo, no siempre significan que has dejado atrás tu esencia de mujer rebelde, de hombre fuerte de cuadros anteriores; es el comienzo de algo nuevo, y mejor.
-A.
Cerré el ordenador y terminé de escribir lo que vendría siendo uno de los últimos capítulos de mi novela, llevaba aproximadamente doscientas hojas de una historia plasmada de sentimientos y emociones, donde una mujer, la protagonista, es codiciada por todos los hombres, imponiendo sensación donde con sus tacones pisara; y a pesar de eso, ella seguía adelante, sola y libre, hasta que encontraba lo que ella pensaba que era el amor de su vida, que era otra mujer llena de cicatrices en su alma, que contaba los días como si fueran segundos, el tiempo era frágil.
Tan solo había pasado una semana tras aquella noche, cuando vi el cielo de Madrid más estrellado que nunca, y escuché el roce de las hojas esparcidas, siendo pisoteadas por almas hambrientas de diversión.
No habían cambiado mucho las cosas entre ella y yo, seguíamos con nuestras veladas a distancia, leyendo el mismo libro, perdiéndonos entre líneas y bostezos; hoy iba a ser nuestra primera cita como novias y a pesar de tener mi cabeza a la intemperie, mi corazón solo podía palpitar paz.
Miré por quinta vez la hora que marcaba en el reloj; a penas habían pasado tres minutos, eran las siete y media, y dentro de una hora iba a verla en el parque Juan Carlos I y de momento solo me había duchado; caminé hacia mi armario con música de fondo, apenas escuchándola, opté por unos leggins negros, unas botas de cuero negras combinado con una camiseta de KISS, dejé mi pelo suelto y mi cara recién lavada.
-Ya voy a salir cariño, te espero en el auditorio del parque. - envié el mensaje y revisé mis bolsillos buscando mi abono, mis llaves y dinero, tenía todo. Desde aquí hasta el parque tardaría más o menos media hora y poco más.
Al rato, bajando las escaleras de la boca del metro, recibí su mensaje.
-Yo también voy saliendo, si llego antes, te llamo!!
Bajé las escaleras de dos en dos, con las manos metidas en los bolsillos de mi chaqueta granate, pensando en como saludarla, de qué hablar o como sentarme y cogerla de la mano, corrí para entrar en el metro ya frente al andén; tendría que hacer un transbordo y esperar a llegar.
Una vez fuera del metro, caminé por encima de todas las colillas sembradas en el pavimento húmedo, el corazón empezaba a acelerar al ritmo de mis pies cruzando el paso de cebra; ya enfrente del parque cruce el umbral de estructura metálica y me acerqué a un mapa cubierto por una vitrina grafiteada, el auditorio estaba hacia la derecha, por lo que tomé un atajo por la senda ciclista y llegué faltando diez minutos para mi cita con Nora, me senté a esperarla, apenas habían personas alrededor, frente a mí, al otro lado del auditorio habían tres chicas tomándose fotos, tenían una cámara profesional por el tamaño que se podía apreciar desde tan lejos entre las pequeñas manos de las dos rubias y la morena; recordé mandarle un mensaje.
-Ya he llegado, ya he tomado asiento jajaja, casi no habían!! -se me escapa una sonrisa y le doy a enviar.
No pasan más de dos minutos cuando recibo su respuesta.
-Te veo, gírate. -al momento le hice caso y ahí la vi, tan poética como siempre, la brisa jugando con su melena suelta, con sus penetrantes ojos avellanas, jugando con sus propias manos, pestañeó varias veces y sonrió.
-Hola amor. -me saludó con una sonrisa de por medio.
- ¿Cómo estás? -le devolví la sonrisa y salté las dos gradas que nos separaban, me senté a su lado y le di un casi furtivo beso en la mejilla.
-Bien, tardé un poco más de lo previsto, ¿y tú? -apoya su mano en mi muslo.
-Lo mismo de siempre, estoy bien. – respondí moviendo mi mano sobre la suya, la miré y nos quedamos en silencio, hasta que hablé. - ¿nos imaginabas así? Es decir...-suspiré- que todo esto ocurriera, sé que apenas llevamos una semana juntas y es una infantilidad decirte esto ahora, pero...
-El tiempo no importa Alicia. -coloca su otra mano encima de la mía.
-Supongo, pero no lo sé... solamente quería decirte como me siento...- tomé un respiro y aparté la mirada de sus labios- hay óleos, muchos por aquí, y frente a mí, un cuadro que parece no tener fin, a mi derecha hay una tabla tan manchada, que faltaría comprar otra... y empiezo a dibujar, a pinceladas tan largas como mis propios brazos.
- ¿Y qué ves en el cuadro? -ladea su cabeza.
-Te veo a ti.
--
Sé que no es lo que te esperabas, que esperabas un gran regreso de esta historia, pero no tengo nada más para decirte, he tenido tantas movidas últimamente en mi vida que todo se ha convertido en un gran caos, igualmente quiero aclararos un par de cosas antes de publicar el capítulo número 23:
-Todavía quedan muchas hojas para terminar esta historia.
-La protagonista, en estos capítulos simplemente ve todo desde los ojos de una pequeña adolescente, a medida que va avanzando la historia todo empieza a cambiar, como narra los hechos, es decir, como yo, la escritora, escribo, cambiará porque habrá cambiado la manera de ver las cosas de A. Por eso si os angustia que diga tonterías es porque son cosas que muchas veces se nos pasan por la cabeza, pero dentro de unos capítulos, cambiará, y la narración será más explicita y más fuerte. En resumen: cuánto más tiempo pase en la novela, más explícita será, porque así es como ocurren las cosas en la vida real.
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She.
Romance¡Dime como vivir sin tu melena y tus chistes! ¡Como respirar sin tus manos y tus cosquillas! Y dime, como vivir sin ti y cada una de tus pecas, porque adorada Nora mía, créeme cuando te digo, que quiero una vida junto a ti, espera, ¿qué? ¡Y dime...