Capitulo 2

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Había sido un día largo, 48 hs de turno en San Mungo la habían dejado exhausta.

-Hasta mañana Luna- saludo Hermione mientras pasaba por el escritorio de la recepción del hospital.

-Hermione, hay correo para ti- dijo la rubia tendiéndole un sobre.

La castaña lo tomó, era de parte de Harry y Ginny:

Mione, ven a cenar esta noche a casa, tenemos algo importante que contarte, es una sorpresa.

PD: No se acepta un NO por respuesta. Te esperamos a las 21 hs.

Con amor, los Potter.

Hermione dejó escapar un suspiro y miro su reloj, tenía poco más de una hora para ir a su departamento, bañarse y arreglarse. Se estaba por marchar cuando reparó en Luna, la miraba con una expresión extraña en su rostro.

- ¿Está todo bien Looney? – preguntó. La rubia salió de una especie de ensoñación para luego sonreírle.

-No lo sé, tengo un horrible presentimiento, hay una sombra negra cerniéndose sobre ti- respondió.

Hermione no pudo evitar girarse sobre su hombro para mirar a su alrededor, ella no veía ninguna sobra acechándola.

-Ya... bien nos vemos- dijo la castaña sintiéndose incomoda por la situación. A veces su amiga hacia esos comentarios que la dejaban descolocada. Salió de San Mungo rápidamente, pudo escuchar a la rubia diciéndole que tuviera cuidado.

Pasó por El Caldero Chorreante como siempre para pedir un café para llevar, caminaba por las calles del Callejón Diagon observando las vidrieras de las tiendas, se detuvo frente a Flourish y Blotts a mirar los libros del escaparate mientras sorbía su bebida.

Un escalofrío recorrió su espalda, los pelos de su nuca se erizaron, una extraña sensación de que la vigilaban la invadió y no pudo evitar pensar en lo que le había dicho Luna. Esto le ocurría seguido en los últimos días, tal vez fuera el constante estado de alerta que se instauró en ella luego de la guerra, que volvía a despertar ahora que los mortifagos habían escapado de Azkaban, tal vez fuese ese miedo a lo desconocido, o peor aún, a lo terriblemente conocido. Se giró y miró a su alrededor, la calle estaba poco transcurrida, era tarde y las tiendas ya estaban cerradas. Una brisa helada la envolvió haciéndola temblar, era mediados de octubre y posiblemente pronto cayera la primera nevada del año. Ahora era cuando se arrepentía de no haber traído su abrigo.

Un estruendo se escuchó a varias calles de distancia, una explosión, cristales haciéndose añicos, gente gritando. El café cayó de su mano mientras corría en dirección al alboroto. En pocos segundos se encontró frente a unas tiendas que ardían en llamas, la gente corría despavorida, empujándola, pero ella no comprendía que era lo que sucedía.

Un rugido invadió el lugar, una serpiente se elevó sobre las tiendas, el Fiendfyre consumía todo a su paso. Una figura salió de entre el humo.

-Te estaba esperando, Sangre Sucia- dijo Greyback mientras sonreía mostrando sus asquerosos dientes, estaban manchados con sangre.

Hermione sintió como su boca se secaba mientras apretaba fuertemente su varita, el recuerdo del cuerpo sin vida de Lavender la golpeó con fuerzas.

-Pues aquí me tienes- respondió con firmeza.

Con un rápido movimiento lanzó un hechizo contra el hombre lobo, quien voló por los aires hacia atrás. Un rayo de luz le rozo la oreja derecha, al girarse vio a Dolohov que se acercaba por detrás. Respondió el ataque, pero el era rápido, desestimaba sus hechizos sin mucho esfuerzo. Escuchó el grito de una niña detrás de ella, el fuego seguía persiguiendo a la gente, la pequeña había caído al suelo y lloraba por su madre hecha un ovillo. Corrió hacia ella mientras atacaba a Dolohov, la tomó en brazos y corrió con ella hacia un callejón.

La escondió detrás de unos botes de basura, su pequeño brazo tenia una larga quemadura, Hermione quiso curarlo, pero no tenía tiempo.

-Quédate aquí- le ordenó.

-Mi mami- lloró la niña.

-La encontraré ¿Vale? Pero quédate aquí- dijo mientras se disponía a emprender regreso a la calle, pero al girarse vio a Dolohov por el rabillo del ojo hacer un latigazo repentino con la varita, intentó esquivarlo pero no lo logró a tiempo cuando un haz de llamas moradas la golpearon directamente en el pecho. El dolor le resultó horriblemente similar, era el mismo hechizo que le había lanzado hacia años en la batalla en el Departamento de Misterios.

Hermione cayó al suelo de rodillas sosteniéndose, la sensación la asfixiaba, como si cuchillos desafilados se clavaran en sus costillas y esternón, como si escarbaran dentro de sus pulmones. Escuchó la risa de Dolohov, alzó la vista con los ojos llenos de lágrimas y lo vio junto a Greyback, ambos avanzaban a paso lento hacia ella.

-Has perdido la técnica Granger, solías ser más ágil- se burló.

El hombre lobo se acercó a ella y la levantó del cabello, Hermione dejó escapar un grito ahogado, sus piernas temblaban incapaz de sostenerla, el dolor era cada vez mas agudo. Él paso su lengua por su rostro, saboreándola justo como habia hecho años atras. Hermione quiso gritar y golpearlo, su aliento a sangre y pudrición la marearon y sintió el vomito acido intentar subir por su garganta quemandola, sentía como sus ojos comenzaban a cerrarse. Bien, este es el fin pensó.

-Vas a desear estar muerta Sangre Sucia- rio Dolohov.



Dolor, lo único que sentía era dolor, era como estar sumergida en las profundidades del mar y morir lentamente asfixiada. La oscuridad reinaba a su alrededor, tragándosela, devorándola sin piedad, y ella no podía hacer otra cosa más que dejarse llevar por la corriente. 

Abrió los ojos con dificultar, tuvo que parpadear varias veces hasta que las manchas oscuras que nublaban su visión desaparecieran gradualmente, sentía la cabeza embotada intentando enfocar el techo que se sernía sobre ella y los pinchazos en su pecho habían reducido su magnitud, aun así, le dificultaban respirar con normalidad. Observó a su alrededor, una vela iluminaba el lugar, era un sótano, pequeño, oscuro y con olor a humedad.

Logró levantarse del suelo luego del tercer intento y arrastrandose golpeó las paredes de madera gritando por ayuda, pero era inútil, nadie acudió a su llamado, con horror vio como tierra caía de entre los huecos de las tablas. Estaba enterrada. Divisó una puerta en el techo, era una trampilla, pero por más que forcejeaba, la madera no cedía, estaba cerrada con magia. Las horas pasaban y Hermione comenzaba a desesperarse. Estaba sudando frío, temblando sin control e hiperventilando. ¿Y si la habían dejado allí para morir? ¿Y si nadie la encontraba jamás?

Se acurrucó en una esquina abrazando sus piernas cuando la vela se consumió completa y se quedó en la absoluta oscuridad, el sótano le daba claustrofobia, sentía que se estaba ahogando y podría quedarse sin oxigeno en cualquier momento. Apretó fuertemente sus puños, sentía como las uñas se clavaban en sus palmas, pero no aflojó su agarre, necesitaba aferrarse a cualquier cosa que la hiciera mantenerse cuerda y no sentir aquella horrible angustia.

El llanto no tardo en hacerse presente, pensaba en Harry y Ron, ellos iban a encontrarla, ellos siempre habían estado a su lado para protegerla ¿Pero y si no se enteraban que la habian capturado? Ellos estaban trabajando exhaustivamente para encontrar a los dos mortifagos. También estaba Malfoy, él también contribuía en la búsqueda de los fugitivos, todo el departamento de aurores. Ella solo debía mantener la calma y respirar, solo era cuestión de tiempo para que vinieran a por ella.

Hermione no sabía lo equivocada que estaba.


Resiliencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora