Resiliencia.

Capitulo 4

-Harry sabes que no me fio de él-

-Lo se Ron, pero nos está ayudando. En este momento lo mas importante es encontrar a Hermione-

-Si saben que puedo oírlos ¿Verdad? -

- ¿Y por que querría él ayudarnos a encontrarla? -

-Mira Weasley, por más que tu amiguita no me agrade, se de lo que son capaces esos dos. No le deseo a nadie estar en su lugar- mintió intentando sonar indiferente.

Harry le hizo señas a Draco para que se acerque a la mesa donde estaba toda la información recolectada sobre el paradero de los mortifagos. El obedeció, bajo la atenta mirada de Ron que estaba con los brazos cruzados a la defensiva.

Durante largas horas estuvieron allí, compartiendo hipótesis, marcando en los mapas posibles escondites, ya había pasado una semana desde el ataque y estaban exactamente en el mismo lugar donde comenzaron. En cero.

Como Draco supuso, los dos amigos no se quedaron de brazos cruzados, recorrieron varias zonas de interés a espaldas de Scrimgeour sin mucho éxito. Pero eso reducía un poco las opciones. El rubio por su parte había hecho lo mismo, aunque no fuera a decírselos. Encontrar a Hermione Granger se había vuelto su prioridad, su único objetivo a lo largo de los días, la única razón para levantarse de la cama luego de sus parálisis de sueño y seguir en esa maldita mansión.

Unos pequeños golpes en la puerta los puso en alerta y con un movimiento de varita desaparecieron los papeles.

-Adelante- dijo Ron.

Una pequeña cabeza rubia con rizos hasta la cintura se asomó.

-Luna, tanto tiempo- la saludó Harry al verla.

Malfoy soltó un bufido, Lunática ingresó a la oficina con una sonrisa amigable. La muchacha tenía un aire inconfundible de chiflada. Quizá contribuyera a ello que llevaba la varita detrás de la oreja, o que llevaba un collar hecho con pastas de sopa pintadas a mano.

-Hola Harry, Ron, que gusto verlos- luego desvió su mirada a Draco, que la observaba con una ceja levantada -Draco, cuanto tiempo ha pasado-

Malfoy tragó saliva, no había vuelto a hablar con ella desde que había estado cautiva en su mansión hacia ya muchos años atrás. Se sentía incómodo, ella lo miraba amablemente, estudiándolo, como si intentara mirar dentro de él.

- ¿Qué podemos hacer por ti? – preguntó Harry.

-He visto a Hermione- respondió sin más.

- ¿Qué? ¿Dónde? – dijo apresuradamente Ron. Todos se volvieron a mirarla expectantes.

-Anoche, en mi sueño. Ella apareció y me guio hasta un maizal- dijo sin borrar su sonrisa, más sus ojos parecían algo preocupados.

-No me jodas - reprochó Malfoy soltando el aire que había estado aguantando por la noticia. Se giró y estaba por agarrar su túnica para marcharse cuando su voz lo detuvo.

-La he visto, estaba en una pequeña cabaña. Estaba en el suelo atada con grilletes, su ropa llena de lodo, temblaba mucho, tenía frío y estaba asustada- terminó en un susurro Luna con los ojos cristalinos. Draco apretó la túnica en su mano, aún estaba de espaldas a ella. ¿Quién se creía que era esa maldita loca para jugar y desvariar en un momento así?

-Luna...- comenzó a decir Harry.

-Se que tú también la has visto Malfoy-

El aludido se quedó inmóvil mientras su sangre se congelaba.

Hermione corría lo mas fuerte que le permitían sus piernas, esquivando las plantaciones de maíz, le cortaban y arañaban la cara y los brazos, su ropa se enganchaba una y otra vez mientras avanzaba por el surco. Era de noche y todo estaba demasiado oscuro. No se atrevía a voltearse, pero podía oírlos no muy lejos de ella. Cuando llegó al límite de las plantas se detuvo y se quedó oculta. Localizó unas luces y su corazón se estrujó. Eran las farolas de un pueblo, muggle seguramente.