Capitulo 5

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Miraba la luna llena por su ventana, como se reflejaba sobre el estanque de la mansión. Una mujer estaba parada en la orilla, sus pies descalzos estaban sumergidos en el agua. Inmediatamente reconoció su vestido blanco y su cabello rubio. Se apresuró a salir al jardín, ella caminaba tranquilamente hacia el bosque.

-Madre, donde vas, ya es tarde-

Ella no respondió y siguió avanzando. Draco podía sentir el frio de la noche caer sobre él, estremeciendo su cuerpo, erizando su piel.

-Volvamos- le pidió.

Narcissa se volvió hacia él, y le indicó que la siguiera. Avanzaron por largos minutos por entre los árboles, ella iba varios pasos más adelante. A unos cuantos metros Draco vio un brillo suave que emanaba del suelo, al acercarse vio que era una pequeña trampilla de madera, la luz del interior se filtraba por las hendiduras. Su madre estaba parada en la entrada y lo miraba fijamente. Él llego a su lado sabiendo lo que debía hacer, se puso de cuclillas y levantó la madera.

Su pequeño cuerpo estaba en el suelo, su ropa estaba sucia con barro, plantas y sangre, rasgada, los pies estaban atados con grilletes y lastimados.

-Granger...- susurró mientras bajaba la precaria escalera hacia el interior. Ella parecía no oírlo, no se movía. Se acercó a su lado y tocó su rostro, un gran moretón adornaba su mejilla y su labio estaba partido, estaba pálida y demasiado fría. Había llegado tarde.

Sus ojos le picaban y su visión se volvió borrosa, puntos negros se comenzaban a formar en las esquinas. Dio varios pasos hacia atrás sin poder respirar y calló al suelo sentado. No, no, ella no podía estar muerta. Intentó retroceder contra la pared cuando su mano tocó un papel. Era un calendario donde estaba marcada con un círculo el día de la luna llena. Miró la imagen que estaba en la parte superior, una hermosa casa rodeada de un maizal ''Parcela Dorara'' rezaba la etiqueta.

El ruido de los grilletes lo sobresaltó, Hermione estaba a solo unos centímetros de su cara y sus ojos ahora eran blancos mientras lo miraba con el horror pintado en su rostro. Asustando cayo de espaldas.

Estaba en su cama inmóvil, su madre flotando sobre él.

-No pudiste salvarnos- le reprochaba mientras Draco no podía hacer otra cosa más que llorar mientras su cuerpo se negaba a moverse. A los pies de la cama estaba Hermione, mirándolo.

- ¿Por qué dejaste que me hicieran esto? - lloraba la muchacha.

Lo siento, lo siento se repetía una y otra vez Draco mientras la observaba.

Trabajaban a contra reloj, solo les quedaban unas pocas horas de sol antes de que saliera la luna en todo su esplendor.

''Parcela Dorada'', la revelación había llegado como una bocanada de aire en las pesadillas de Draco, quien inmediatamente se encontró con Harry y Ron para informarles del hallazgo, sin explicar como era que lo sabía.

Ahora recorrían los maizales con desesperación, la propiedad era terriblemente grande, los campos se extendían hacia todos los puntos cardinales hasta perderse de sus vistas el límite.

Draco levantó su mirada al cielo mientras respiraba agitado, el sol avanzaba rápidamente, ya estaba casi oculto.

-Esto no está funcionando- gritó Ron -El lugar es enorme-

-Cállate y sigue buscando Weasley, es aquí- le amenazó el rubio.

Ambos amigos se miraron con el ceño fruncido, Malfoy estaba poniendo demasiado esmero en encontrar a Hermione. Aun así, no reprocharon nada y siguieron lanzando hechizos para detectar protecciones.

La noche cayó, y la tensión se multiplicó cuando la Luna llena brilló fuerte entre las estrellas. A unos kilómetros más lejos una trampilla se abrió y dos hombres salieron a la superficie arrastrando a una chica por sus cabellos.

-Es hora- dijo Dolohov.

Greyback asintió mientras estiraba su cuello en dirección a la luna, aunque había tomado la poción matalobos, sentía su licantropía a flor de piel. Arrojó a la muchacha al suelo y sacó de su bolsillo una daga forjada por duendes impregnada en el veneno de Nagini. A su vez, el otro mortifago sacó tres copas de oro y una poción verde contenida en un vial.

Pronuncio un hechizo que la castaña jamás había escuchado y una llama dorada se encendió frente a ella y vio a los magos sonreír triunfantes. Hermione los miraba furiosa, también un poco asustada, aunque no lo demostrara, se mantenía firme y altiva.

Dolohov comenzó a recitar un nuevo hechizo mientras vertía el liquido del frasco en los cálices, Hermione estaba segura de que eso era magia muy oscura, oscura y antigua. El hombre lobo caminó hacia Hermione y tomó una de sus manos. Ella forcejeó inútilmente, la daga cortó profundamente su palma, se mordió la lengua para evitar gritar. El otro mortifago acercó las copas y dejó que la sangre de la castaña se mezclara con la poción adquiriendo un tinte negro mientras seguía conjurando. De repente, los brazos de Hermione se extendieron de manera dolorosa, como si dos cuerdas invisibles los separaran de su cuerpo.

Greyback se acercó a ella y rasgó su remera, dejando al descubierto su pecho hasta el ombligo, el hombre lobo la devoraba con la mirada mientras que con la daga trazó una extraña runa a la altura de su corazón. Hermione sentía su pecho comenzar a arder, era terriblemente doloroso pero se negó a hacer un solo ruido, no les daría el gusto.

Luego los mortifagos bebieron sus cálices, Hermione lloraba desconsoladamente intentando evitar que Greyback la obligara a tomar su parte. Él le dio un puñetazo en la cara, dejándola casi inconsciente y vertió el líquido por sus labios, unas gotas de la mezcla bajaron por su barbilla. Ambos comenzaron una especie de canto que hizo rugir el viento.

La espalda de Hermione se dobló abruptamente, haciéndola contorsionarse mas allá de lo que ella creía que era posible. Se mordía la lengua para no gritar mientras las lagrimas caían por sus mejillas, las cuerdas invisibles tiraban cada vez mas de ella y la tela de su remara reposaba en sus brazos estirados negándose a caer.

Las llamas doradas ardieron con mayor intensidad mientras se elevaba y Hermione miró con horror como lengüetas de fuego se dirigían hacia ella. Cuando la primera se impregnó en la runa, todo explotó. Ella gritó por primera vez, sentía su pecho abrirse lentamente, abriéndose paso a las llamas que intentaban entrar en ella, directo a su corazón. 

 - ¿Lo habéis escuchado? Fue un grito- dijo Harry a kilómetros de distancia.

Parecía que todo el aire estaba siendo absorbido por ella mientras se quemaba. Gritaba mas fuerte que nunca, rogo que se detuvieran, pero ya no podía verlos, ni siquiera escuchaba como seguían recitando el conjuro. Sus propios gritos la estaban dejando sorda. 

Mátenme, mátenme ya. 

En lo que parecieron años, el fuego termino de ingresar a su cuerpo que no dejaba de temblar y pensó que todo había terminado, pero tuvo solo un segundo para respirar cuando su pecho se elevo aun mas alto y un extraño brillo plateado comenzó a emanarle del cuerpo. Primero lento y sutil, y fue aumentando cada vez más y viajó hasta los pechos de los dos hombres, que se miraron con una sonrisa de triunfo. Hermione comenzó a elevarse del suelo mientras la luz no hacia más que crecer en su interior, sus ojos se abrieron de golpe, parecían dos linternas en el medio de la noche y su cabello ondeo en el violento viento.

Fue en ese momento que Draco la vio, y sin dudarlo un segundo comenzó a correr hacia ella. Harry y Ron iban detrás de él, asombrados, jamás en su vida habían visto una cosa igual. Su amiga brillaba casi tanto como la luna a varios pies de altura.

Malfoy lanzó el primer hechizo, pero Greyback los había escuchado y contraatacó, Dolohov recibió uno en el pecho y salió disparado varios metros hacía atrás, eran tres contra uno, pero el hombre lobo se defendía ferozmente, parecía tener energías renovadas. Los rayos de luz volaban por todos lados, hasta que ambos mortifagos desaparecieron en un velo negro.

El cuerpo de Hermione dejó de brillar y cayó inconsciente, liberada por el conjuro. Draco la atrapó segundos antes de que chochara contra el suelo.

-Granger- susurró golpeando levemente sus mejillas, estaba tan pálida que el rubio no pudo evitar pensar que habían llegado demasiado tarde.

- ¿Está muerta? – preguntó con un hilo de voz Ron.

Resiliencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora