Miró por la ventana, los copos de nieve habían comenzado a caer hacia algunas horas y las calles ya comenzaban a adquirir un faldón blanco. Veía su cabello rubio empapado, sus hombros anchos debajo de una gruesa capa negra, su porte erguido, en guardia, cuidando su puerta, cuidándola a ella.
Malfoy se giró al sentirla y miró la ventana del segundo piso, sus ojos grises, tan fríos como la nieve que había bajo sus zapatos, se cruzaron con los de Hermione por algunos segundos, hasta que ella se apartó del cristal al verse sorprendida espiándolo.
Habían pasado algunas semanas desde que había despertado en el hospital, solo para caer en otra pesadilla. Su vida se había vuelto fría y cansada, era como estar siempre enferma, débil. Los aurores habían organizado vigilancias para cuando estuviera en su casa, que era la mayoría del tiempo, ya que seguía trabajando en San Mungo, pero sus horarios habían sido recortados, se le volvía imposible completar sus guardias de 48 horas.
El sonido del agua silbando en la tetera la sobresaltó y corrió escaleras abajo para apagar el fuego. Rápidamente preparó una taza de café y se sentó en el sillón frente a la chimenea. Tenía tanto frío, envolvió sus manos entumecidas alrededor de la porcelana para que sus dedos entraran en calor.
Miró los troncos quemarse mientras oía el hipnotizante chisporroteo de las brasas. De repente la imagen de Malfoy empapado por la nieve en la fría calle de su casa cruzó por su mente. Malfoy...
Se estaba comportando tan raro últimamente, luego de lo amable que había sido en el hospital simplemente se limitó a ignorarla. Harry le había comentado como había pedido las vigilancias nocturnas de casi todos los días, pero cuando llegaba se plantaba como una estatua frente a su puerta y no se movía hasta que salía el sol, y se marchaba tan silencioso como había llegado. Eso le fastidiaba un poco a Hermione, los otros aurores generalmente golpeaban su puerta para pedirle café, o té o simplemente para charlar un rato, Harry y Ron dormían en su casa cuando les tocaba a ellos. Pero Malfoy... hacia semana que no cruzaba palabras con él, ella tenia tantas preguntas de su rescate, como era que había dado con su paradero, de donde había conseguido la información, el porqué de su insaciable esfuerzo en encontrarla.
Sin pensarlo dos veces se levantó y preparó un vaso descartable de café, dispuesta a dar el primer paso. Se colocó su capa y una bufanda antes de abrir la puerta. Inmediatamente él se giró, su cabello húmedo le caía por la frente, su nariz estaba ligeramente roja.
- ¿Café? – le preguntó dubitativa Hermione tendiéndole el vaso. Sus ojos brillaron por una fracción de segundos para luego dejar caer una máscara de indiferencia con un parpadeo.
-Gracias- dijo simplemente mientras la aceptaba.
Hermione lo observó como daba un sorbo a la bebida, sus finos labios, el vaho de su aliento contrastar con el vapor del café, el pequeño movimiento de su garganta al tragar y no pudo evitar sentirse hipnotizada ante aquello. Malfoy parecía sacado de un cuadro, tan hermoso, tan cálido y la misma vez tan frío y letal. Había cambiado mucho en esos años, ya no parecía ser el mismo niño engreído y superficial de Hogwarts, era más maduro, más hombre. Miró sus manos agarrando firmemente el vaso y no pudo contenerse de pensar si estarían calientes o no.
-Iré a la tienda- le informó Hermione. Malfoy la miró por algunos segundos, pensando.
-Te acompaño- dijo finalmente.
-No hace falta, está a solo dos calles- se apresuró a decir restándole importancia con un gesto de su mano.
- ¿Quieres que Potter ponga el grito en el cielo porque te dejé andar sola de noche? – preguntó alzando una ceja.

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Resiliencia.
FanfictionTres años han pasado de la Segunda Guerra Mágica, pero parece que el caos aun no ha terminado para Draco Malfoy y Hermione Granger. Les dejo el link por si se quieren pasar a ver un corto que cree sobre la historia, son 3 partes en el mismo TikTok: ...