Capitulo 3

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La luz blanca de la luna entraba por las ventanas, iluminando parcialmente el pasillo. Tacones retumban por la madera mientras avanzan a mitad de la noche.

-Madre ¿Eres tú? –

Nadie respondió, los pasos se escuchaban cada vez más lejos y decidió seguirla. Caminaba apresuradamente cuando vio la cola de un camisón blanco doblar por la esquina hacia las escaleras del salón.

-Madre, ya es tarde ¿Qué haces? –

Preguntó de mal humor mientras dobló por donde se fue la mujer y su ceño se frunció al ver las escaleras vacías. Bajó de prisa los escalones de dos en dos, el mármol frio entró en contacto con sus pies descalzos y la piel se le erizó. Recorrió el salón en penumbras con la mirada, un crujido a su espalda lo puso en alerta. Volteó rápidamente, la cola del vestido paseaba por el pasillo por el que había llegado.

-Madre, ya basta. Hablo en serio-

Estaba enojado, también un poco asustado. Volvió a subir las escaleras, su madre se alejaba corriendo por el final del pasillo. Sin pensarlo corrió tras ella mientras se perdía en el corredor de la izquierda. Al doblar su cuerpo chocó con una masa helada y al levantar la vista la vio.

Estaba acostado en su cama, todo su cuerpo rígido como tabla boca arriba, lagrimas silenciosas salían de sus ojos abiertos y forman surcos por sus mejillas sin control y su labio temblaba sin poder articular palabra mientras la veía. Cernida sobre él flotando a solo unos centímetros de su cara, su cabello blanco rozándole la frente.

Tenía la piel más pálida de lo normal, algunas venas recorrían su cuello hasta su rostro, sus hermosos ojos azules ahora eran blancos en su totalidad, y tenía la boca abierta en un grito silencioso, como pidiendo ayuda, como suplicando que la salvara en una expresión de puro horror. Ella extendió su mano, intentando alcanzarlo.

Draco no lograba hacer que su cuerpo despertase de aquella pesadilla, solo su dedo índice y sus labios parecen temblar incontrolablemente. No estás aquí, no eres real repetía el mantra una y otra vez mientras no podía hacer otra cosa mas que mirar los ojos muertos de Narcissa.

Luego de lo que pareció ser una eternidad el aire llegó a sus pulmones de golpe cuando la mujer desapareció repentinamente soltándolo de su embrujo, logrando cerrar sus parpados. Su cuerpo reaccionó inmediatamente incorporándose en la cama mientras lloraba, estaba sudando y temblando espasmódicamente.

Logró levantarse, el sol aun no ha salido cuando miró por la ventana mientras avanza hacia el baño torpemente. Abrió el grifo y se sumergió aun con la ropa puesta en la lluvia helada de la ducha intentando controlar su respiración.

Cuenta hasta 50, luego hasta 100.

Colocó las manos contra la pared y su cabeza cayó por inercia entre sus brazos mientras el agua refrescaba su nuca. El ácido del vomito subió por su garganta, al salir le dejó la boca amarga.

Cuenta hasta 50, luego hasta 100.

Una y otra vez hasta que las piernas dejaron de temblarle del shock, hasta que las lagrimas se agotaron y ya no tenía nada más por sacar de su sistema.

Había olvidado lo que era volver a vivir en la mansión. Hacia una semana que había vuelto y ya tenia sus putos ataques de parálisis de sueño otra vez.

Salió del agua, ahora temblando de frio. Por la ventana entraban débiles rayos anaranjados del amanecer. Se abotonó una nueva camisa mientras observaba la niebla que se evaporaba del lago en su jardín, los pavos reales ya estaban despiertos caminando por los senderos de grava y entre los setos pulcramente recortados. Un ligero chasquido lo sobresaltó, y dejó escapar un bufido al reconocer una bandeja con su desayuno y el diario en la mesa de noche junto a su cama.

Resiliencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora