NO TE DEJARE

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CAPITULO 8

Margarita Sáenz de Mendoza había llegado a Ecomoda, más por incentivo de Marcela que por ella misma, no sabía con lo que se iba a encontrar y algo de temor le causaba, si Marcela tenía razón en todo lo que le había dicho ese matrimonio no iba para ningún lado incluso se rompería antes de empezar, cuando estuvo en la puerta solo suspiro y saludo a Wilson

DM: Buenas noches, Wilson ¿Por casualidad mi hijo está aquí? -sabia la respuesta-

W: Buenas noches, señora, el doctor Mendoza llego hace unos minutos, pero dijo que nadie subiera ya que estaría muy ocupado

DM: Veo, pero ¿Hay alguien más en la empresa? -quería saber si estaba solo o no-

W: Si señora, se encuentra la doctora Pinzón, me imagino que estarán trabajando

DM: ¿Nadie más? -extrañada-

W: No se señora, yo solo he estado aquí y no ha ingresado nadie más

DM: Bien voy a subir ya que necesito hablar con él

W: Si como no, ya anuncio que usted sube

DM: No, no Wilson no se preocupe, bueno nos vemos ah y nadie debe saber que yo estoy aquí

W: Si señora -extrañado, pero aun así siguió comiendo-

Sin más se montó en el elevador completamente extrañada, porque si era cierto de que Armando estaba con su "Amante" en la empresa esa doctora no debería estar ahí. De pronto recordó que Marcela siempre le decía que ella era la encargada de cuadrarles las citas con las mujeres con las cuales la engañaba constantemente, aunque claro en algo se equivocaba Marcela su hijo jamás necesito la ayuda de nadie para tener algo con alguna mujer se las ingeniaba muy bien solito y si acaso a Mario que siempre le tenía una cuartada

Entonces si era así el debería estar con otra persona, llego a la segunda planta y se encamino hacia la oficina y cuando iba abrir la puerta de presidencia se escuchó ¿Un grito? ¿O era un gemido? Se sorprendió, pero entendió de inmediato que él no estaba solo y sintió vergüenza al saber qué es lo que estaba haciendo allí en esas cuatro paredes, así que no quedándole de otra se fue a la oficina de Gutiérrez que estaba abierta, y tomando asiento se dispuso a esperar a que terminara lo que estaba haciendo y de paso enterarse al fin quien era la dichosa mujer que al parecer había logrado enamorar a Armando

En la presidencia, específicamente en el hueco los dos estaban devorándose, pero ella luchaba por sacarle los pantalones lo que hizo que Armando se sonriera y terminara por ayudarla, se notaba que ella tenia la misma urgencia que él. Ahora ambos estaban en las mismas condiciones solo con la ropa interior de la parte de abajo

Ella tímidamente se acercó para después pasar su mano por encima del bóxer lo que provocó que él emitiera un gran gemido, se acercó para volver a subirla en la mesa y quitarle la última prenda que quedaba en su cuerpo, cuando lo hacía con sus manos recorría sus piernas mientras ella solo era capaz de suspirar. Le separo con cuidado las piernas para acariciar sus muslos, aunque ese no era su objetivo, la vio relajarse y echar la cabeza hacia atrás y ese fue el momento esperado para él, sin previo aviso hundió su rostro entre las piernas de su amada

Betty cuando sintió que él estaba en un lugar tan íntimo para después sentir como la besaba, al igual que lo hacía con su boca no pudo reprimir el grito que salió desde lo más profundo de su ser el cual retumbo en toda la oficina. Mientras que él estaba afanado en su tarea con una mano había tomado un pecho comenzando a masajearlo y pellizcarle suavemente los pezones a lo que ella solo, lo tomo por la cabeza instándolo a que siguiera con aquella deliciosa tortura

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