Llegada a Camelot

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- Izu cariño, es la tercera vez esta semana -Inko Midoriya miraba a su hijo caminar frustrado de un lado a otro. Mientras tanto afuera las exclamaciones y murmullos eran cada vez más audibles.

- Lo sé mamá, pero simplemente no puedo mirar y no hacer nada - Izuku replicó sentándose por fin en la silla desgastada tirando de su verde cabello con frustración.

- Ya hemos hablado de esto - respondió la mayor con un suspiro cerrando la ventana para que las voces del exterior no les llegaran - Sabes que tu don no es algo que puedas usar libremente en este reino, no quiero verte terminar ejecutado.

- Si...pero si no lo hubiera usado, ahora mismo la señora Blacktorn estaría ahogada- resopló el menor.

Inko miró a su hijo, sabía que el menor realmente no estaba arrepentido y que lo haría de nuevo si hacía falta. Y eso era lo que más le preocupaba.

Desde que Endeavor Todoroki se hizo cargo del trono, el reino quedó vetado de toda magia existente. El nuevo regente perseguía a cualquier individuo, criatura y ser relacionado con la magia o a cualquiera que los apoyara. Un montón de cabezas rodaron y no quería que la siguiente fue la de su pequeño.

Su Izuku tenía un corazón de oro y siempre trataba de ayudar a los demás, pero esto también lo metía en un montón de problemas.

Solo este mes Izuku hizo uso de su magia para apagar un fuego, deshacer un torbellino, y la más reciente, levitar a una mujer fuera del agua.

Inko sabía perfectamente que la intención de su pequeño era ayudar...Pero un fuego descontrolado que se apaga sin razón, un fenómeno natural que se esfuma de un segundo a otro y una persona que no sabe nadar que salió ilesa de una caída al lago, generan preguntas y atención innecesarias.

Por eso, esa misma noche, la peliverde esperó a que Izuku se quedara dormido, para así tomar una hoja del buró y una pluma con tinta y escribirle a su vieja amiga con la esperanza de que aún la recordara.

Querida Chiyo:

Sabes que no te molestaría a no ser que fuera realmente importante, acudo a ti por que no sé en quien más confiar.

Toda madre quiere creer que sus hijos son especiales, pero realmente daría mi vida porque Izuku no lo fuera, tú entiendes a lo que me refiero.

Sabes lo difícil que es guardar secretos en un lugar tan pequeño. Y honestamente, habiendo ya pasado diecisiete años, no quiero tentar más a la suerte y ver si es que mi hijo sigue sin ser descubierto. Si es que alguien no lo sospecha ya a estas alturas...especialmente por un acontecimiento algo reciente.

Por mucho que aquí aprecien a mi hijo, sé que el miedo que infunde el actual monarca superará ese afecto tarde o temprano y lo terminarán entregando.

Además, necesita una mano amiga, una voz que lo guíe y lo ayude a hallar el propósito de sus dones. Y sé que tu podrás guiarlo mejor que yo considerando que tu también pasaste por algo similar.

Te suplico que consideres mi petición y lo puedas acoger.

Que Dios te guarde siempre

Inko

*****

A los pocos días Inko recibió una contestación positiva a su carta por lo que habló con su hijo al respecto.

El peliverde después de meditarlo, estuvo de acuerdo en irse, pues no quería dar más tormentos al pobre corazón de su madre. Sabía que en el pueblo seguían comentando el caso del "No ahogamiento" de la señora Blacktorn, y era mejor irse antes de que averiguaran algo más y ahora sí lo descubrieran de una vez por todas.

Target: DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora