Sospechas

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Para su suerte, cuando Izuku llegó escaleras arriba, los guardias recién iban a entrar a registrar su habitación. Y no todos los que habían subido al parecer, sino solo un par de ellos. Así que tratando de no ser muy evidente, se apresuró a alcanzarlos, y avanzó detrás de ellos. 

Tenía la idea de tratar de esconder el libro mientras ellos estuvieran distraídos. O incluso, en último recurso, usar uno de los hechizos que había aprendido para despistarlos y poder entrar y salir sin que se dieran cuenta. Después de todo, eran solo dos y aún no se habían percatado de su presencia.

Sin embargo antes de que entraran a la habitación, la voz autoritaria de Katsuki llenó el pasillo. 

— Yo revisaré esa habitación, ustedes bajen y vayan a las otras torres — ordenó el rubio acercándose a la puerta a paso firme. Los guardias se dieron la vuelta y se sobresaltaron al ver al pecoso detrás de ellos. Pero, aunque le dieron una mirada extrañada, no hicieron ningún comentario y, después de hacer una reverencia a su príncipe, se retiraron del lugar.

Izuku quiso maldecir al ver que su plan se había arruinado, pero ya que el príncipe estaba ahí, no le quedaba de otra que improvisar sobre la marcha.

Katsuki por su parte, ajeno al dilema del pecoso, lo rodeó y con paso firme, ingresó a la dichosa habitación.

Lo cierto es que el ojirubí había salido del estudio de Aizawa casi al mismo tiempo que Izuku había llegado escaleras arriba, y lo había visto encaminarse tras los guardias de manera "sigilosa" y sumamente sospechosa. 

Esa actitud solo le daban a pensar que ocultaba alguna cosa en esa habitación, y aunque no quería pensar que el peliverde fuera el culpable de lo que estaba sufriendo su pueblo ahora,  no iba a correr riesgos.

Ingresó entonces a la habitación y empezó a registrarla con una mirada rápida. Nada se veía fuera de lo normal. Era un simpe dormitorio... ¿Acaso es su dormitorio? ¿Qué puede estar ocultando aquí?

Katsuki terminó su inspección rápida y se giró al pecoso para encararlo — ¿Por qué te preocupaba que entraran aquí? No es como si fueran a desordenar más de lo que está — comentó lo último con burla, antes de empezar finalmente con su revisión minuciosa. No dejaría de sospechar hasta que se cerciorarse que ahí realmente no había nada.

Izuku no respondió porque internamente estaba muy ocupado alegrándose de no haber tendido su cama. Las sábanas desordenadas al parecer habían cubierto el libro de la rápida inspección del rubio. Ya más tranquilo con ese hecho, empezó a usar su magia discretamente para levitar el grimorio y ponerlo sobre una de las estanterías que el rubio ya había revisado.

Pero, tan ensimismado estaba en el proceso, que no contestó a ninguna de las pullas que hacía el cenizo al encontrar alguna que otra cosa en sus cajones o repisas. Hecho que puso a Katsuki en sobrealerta de inmediato.

Si algo había aprendido el rubio en ese mes, era que el pecoso no se cortaba a la hora de responderle a sus burlas y que rara vez se quedaba callado. 

Se giró entonces para observar lo que hacía el peliverde y lo encontró mirando distraídamente a la derecha. Volteó a ver el punto que el peliverde miraba, pero no encontró nada remotamente sospechoso (para suerte de Izuku, el grimorio ya había llegado a destino y no se encontraba a la vista).

Katsuki se incorporó entonces y se acercó hasta quedar casi cara a cara con el peliverde.

— ¿Por qué te preocupaba tanto que entren? — le preguntó nuevamente, invadiendo su espacio personal y mirando de reojo a la derecha una vez más solo por si acaso. Aquí hay gato encerrado — ¿Por qué estás nervioso? ¿eh? ¿Qué ocultas?— preguntó mirándolo inquisitivamente directamente a los ojos.

Target: DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora