-¡Necesitamos más toallas y agua tibia!-Gritó una enfermera mientras ayudaba a la mujer a dar parto.
La enfermera junto a todo un equipo médico de primera categoría comenzó a atender a la mujer que gritaba en la camilla. Al estar en lugar tan alejado y vacío nadie además de los presentes escucharía esos gritos, después de todo lo que sucedía era un secreto y tabú en la sociedad a la que pertenecían.
En la sala de parto se encontraba un hombre pelirrojo muy atractivo que parecía estar en sus veintitantos. Su aura pesada y peligrosa solo flanqueaba al escuchar los gritos de la mujer, sus ojos mostraban cuanto le dolía ver y escuchar a la mujer que amaba luchar por darle el mejor obsequio que podían darle.
Aun así, su atractivo aspecto se veía reducido por las ojeras bajo sus ojos y su rostro de aspecto preocupado y cansado, era probablemente el día más importante de su vida así como uno de los peores.
De no ser por el regalo que obtendría hoy sería el peor día de su vida...
Su amada y él sabían lo peligroso que sería este procedimiento pero este era el fruto de su amor. La encarnación de los sentimientos que ambos tenían el uno por el otro sería lo que estaba por separarlos.
Aún así esto no era momento para lamentos, se lo había prometido el día que se enteró y esta prueba de que lo que sienten el uno por el otro finalmente había llegado.
Un hijo.
Un heredero.
Sangre de su sangre.
Mientras más lo pensaba su corazón latía de la felicidad y el llanto.
Un lágrima cayó por su rostro para ser limpiada inmediatamente por la mujer parada al lado de este hombre.
Su sirvienta y reina, Grayfia Lucifuge. Era quien le apoyaba en estos momentos tan difíciles como aquellos durante la Guerra Civil Demoníaca, la persona en quien más confiaba hoy le estaba consolando.
Era su mano derecha y mejor amiga, no había nadie en quien confiar más que en ella.
De hecho, de no ser por ella el amor que nació aquel día no hubiera sido posible y este día jamás habría llegado.
Solo necesitaban una mentira.
Una mentira que fue contada durante años.
Tal vez demasiados.
Pero era la única manera de que esta Guerra sin sentido se detuviera.
Tal vez si hacía pública la verdad...
No, eso era imposible.
La sociedad demoníaca nunca aceptará a un gobernante con una pareja humana y un descendiente de sangre impura como ellos mencionaban durante sus reuniones.
La sociedad había progresado de sus antiguos paradigmas sociales pero no aceptarían tal cosa de un líder, no de una especie que exigía mantener su linaje puro y a la vez expandir su población.
Su mejor amiga Grayfia y él llegaron a un acuerdo para detener la guerra e incentivar la paz entre ambos bandos, un "matrimonio" entre dos de los más poderosos demonios de la guerra civil.
Bueno, uno de ellos era un superdemonio.
Aunque eso pocos lo sabían.
Grayfia Lucifuge se someterla a ser la pieza de Reina formando parte de la nobleza de Sirzechs Gremory, sentando así la unión de dos demonios representantes de ambos bandos después de la desaparición de los descendientes de los Antiguos Reyes Demonios.
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El Hijo de la Destrucción
Fiksi PenggemarLos demonios después de la Guerra Santa terminaron sufriendo graves bajas puesto que los Cuatro Reyes Demonio fueron asesinados. Pero los demonios no sólo perdieron sus potencias, los 72 Pilares del Infremundo sufrieron graves bajas y debido a su ba...