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Ya había llegado el día, ese día, el que toda pareja enamorada anhela, espera y desea, aquel día ya estaba frente sus tristes ojos como un día cualquiera en el calendario.

Estaba aterrado, impaciente, nervioso, ansioso y deseando morirse, su madre entró a verlo, no había papá, ella sería quien lo llevara al altar.

- Estás precioso, mi amor - La mujer acarició las mejillas de su hijo, pero su sonrisa desapareció al verlo mejor -. JongWoo....

El menor estaba en otro mundo, en su realidad deseada quizás. Lejos de aquella cruda realidad tan injusta, pero tuvo que volver, forzó una sonrisa.

- Estoy bien, mamá, tranquila.

Su madre volvió a sonreír, con dulzura y algo de tristeza.

- Perdóname....

JongWoo fijó su mirada en ella y negó.

- Ya te perdoné, mamá, por favor no te sientas culpable.... terminé siendo yo quién aceptó su destino...

La firma ya había sido hecha temprano en la mañana, estaban legalmente casados, pero la fiesta de la boda ya había sido preparada por los padres de MoonJo, por lo cual tenía que soportar algunas miradas sobre él. Humillante, pensaba.

La música se oía sofocante, no quería salir, no quería que lo vieran.

- JongWoo, ya tenemos que ir...

El nombrado volvió a perderse, pero con toda la fuerza de voluntad, terminó por colocarse de pie tan rápido que terminó mareandose, su madre lo abrazó y al cabo de unos minutos, el esperado novio estaba caminando hacia el altar. Tal como esperaba, las miradas se fijaron en él, su cara era tapada por un fino velo blanco, algunas flores decoraban su cabeza, su traje era uno masculino, de un color claro y bonito, lo habían maquillado un poco, sin exagerar. Se veía lindo, la mirada de MoonJo se pegó como imán a aquel ángel que se dirigía hacia él, tan hermoso.

Ambas almas se encontraban de frente por fin, MoonJo lo notó al tenerlo en frente, su sonrisa se borró levemente pero la mantuvo y sus manos se apretaron un poco, JongWoo estaba llorando, los hipidos lo hacían sobresaltarse levemente, la persona que se encargaría de unirlos para toda la vida comenzó su discurso. Eterno discurso, JongWoo pensaba para sí mismo, tratando de no explotar ni alterarse más "Cállate de una maldita vez", quería que todo terminara rápido, sentía las miradas pegadas en él, escuchaba los murmuros y risas, podía escuchar los malos comentarios, quería que la tierra lo tragara, no quería levantar su mirada a pesar de que un velo lo cubriera, no quería mirar al hombre con quien se iba a casar, no quería encontrarse con esa mirada, sabía que si llegaba a verlo, estallaría en un amargo e incontrolable llanto, se sentía tan mal.

Se tambaleó un poco luego de jurar amor eterno y cuando sentía que se terminaría cayendo, esos brazos lo tomaron con tanta delicadeza, apegandolo a él, quitando el velo de su cara, secando sus lágrimas al instante en que acariciaba sus mejillas para luego sentir como su mundo se destruía al tener esos labios estampados contra los suyos, cerró sus ojos rindiéndose ante todo, sintiéndose morir en vida. Lo había entregado todo de sí mismo, ya no tenía nada, ni un solo recuerdo de quien solía ser, el día más feliz del mundo para otros... si, tenían razón ese día es el más inolvidable, porque marcaría de por vida la vida de JongWoo, pero no era para nada feliz, fue en realidad el día que terminó por romperlo. No había expresión, no había palabras, ¿apenas si habían latidos? El brillo de sus ojos había desaparecido completamente, incluso la esperanza había muerto, estaba perdido en un bosque, un oscuro bosque, enredado entre espinas sin salir de ahí, dejándose morir al saber que nunca nadie lo sacaría de allí.

A pesar del beso, nunca lo miró, jamás miró a quién desde entonces debía llamar "esposo", su mirada jamás lo encontró, como si estuviera solo, con un desconocido tomando su mano, la cara de todos se había distorsionado, ni la cara de su madre podía reconocer ahora, todos se habían ido, solo veía demonios, estaba atrapado en un infierno, en el cual no saldría ni siquiera enfrentando la muerte, casi ni podía caminar, por lo cual sintió como su cuerpo se relajaba, sentándose frente a una mesa llena de aperitivos, sentía nauseas, no quería comer, se sentía agobiado, solo quería salir huyendo de ahí, estaba tan desesperado.

- JongWoo.... - Escuchó su nombre, una voz lejana, sus ojos se perdieron buscando quien lo había nombrado - JongWoo - ¿De dónde venía esa voz? - JongWoo, mírame. - Claro, era él y no lo había notado.

JongWoo se volteó con dificultad mirando al hombre quien lo sostenía con tanta dulzura.

- ¿Estás bien? - Lo vio por fin, esos profundos y tristes ojos, tan preocupados por él, podía incluso sentir el amor y preocupación de parte de él.

Negó con la cabeza ante la pregunta, dejando que sus ojos se llenaran de lágrimas, sintió aquellos brazos rodearlo, se congeló, incluso su respiración se detuvo. Tan cálido, tan tierno, el mayor comenzó a brindarle leves caricias en su espalda y cabeza.

- Shh... Todo está bien... - Susurraba con suavidad - Estoy aquí.... voy a protegerte.... no te sientas asustado..... jamás te volveré a hacer daño.... - Esas palabras dolían, dolían tanto, como si fueran estacas contra el corazón de JongWoo - Por favor.... perdóname.... - Cerró sus ojos dejando escapar sus lágrimas mientras sollozaba ante las caricias del mayor.

MoonJo acomodó la cabeza de JongWoo en su pecho, brindándole consuelo, sintiendo su alma realmente estrujandose por dentro, quería llorar también, se odiaba por lastimar tanto a esa pequeña y hermosa criatura.

- Prometo que haré todo por hacerte feliz....

JongWoo se acomodó en sus brazos, dejándose querer, sintiendo los latidos de MoonJo, relajándose al escucharlos, sumándose las lindas palabras que le dedicaba el mayor, extrañamente se sentía amado, y eso le gustaba, pero lo asustaba mucho.

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Me And My HusbandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora