Releí la carta varias veces hasta que me escocieron los ojos por el esfuerzo y las lágrimas. Mi mente era un caos de pensamientos confusos. Tenía mucha información que asimilar. Por un lado, siempre había creído que la muerte de mis padres había sido por un accidente fortuito. Saber que alguien lo había provocado, aligeraba un poco la culpa que llevaba arrastrando desde hacía tantos años. También sentía curiosidad por la identidad de las personas que me habían ayudado desde el anonimato. Por otro lado, el hecho de que la familia de Circe tuviera poderes no me sorprendía demasiado, la abuela siempre contaba historias de magia y una vez, cuando éramos pequeñas, pillé a Circe practicando un hechizo; de sus manos salió una luz verde y acordamos que yo no había visto nada, fue nuestro secreto. Las visiones de la abuela no hacían más que confirmar el peligro al que estábamos todos expuestos.
Salí de mi habitación para despejarme un poco. Pasé por el baño para lavarme la cara. Como me imaginaba, mi cara, que vi reflejada en el espejo, era un desastre. Los ojos y la nariz los tenía rojos e hinchados y en mis mejillas se apreciaba el recorrido que habían dejado las lágrimas.
—¿Puedo ayudarte en algo?
Una voz masculina me sorprendió al salir del baño. Era Kiram. Ya no tenía las rastas. En su lugar había una larga melena oscura, lisa y saludable hasta los hombros.
—Vaya, menudo cambio. Te queda bien el nuevo look—admití. —No hace falta, gracias. Fui a lavarme la cara.
—Gracias. Azael hizo un buen trabajo devolviendo mi pelo a la normalidad—. Kiram me miró durante unos segundos.—¿Cómo va tu relación con Dimitri? Sé que al principio empezaron con mal pie, pero a simple vista parece que han mejorado mucho. Diría que hasta se les ve más compenetrados...
—Sí, con mucha paciencia y diálogo hemos conseguido limar nuestras diferencias, aunque de vez en cuando seguimos teniendo encontronazos—. No me atrevía a decir hasta qué punto nos habíamos acercado porque ni yo misma sabía lo que había pasado ni era algo que debía proclamarse a los cuatro vientos.
—Me alegra oír eso. No sé si eres consciente de esto, pero Dimitri ha cambiado mucho. Cuando lo conocí él estaba recién transformado y tenía un carácter horrible. Su soberbia no tenía límites y siempre trataba a la gente como si fuera basura. Antes de que llegaras a nuestras vidas, siempre estaba sumido en la melancolía y parecía muy anclado al pasado.
—Algo así me había contado. También me ha hablado de su familia—admití. Una expresión de asombro apareció en su rostro.
—Vaya, contigo se ha abierto mucho más que con nosotros. Ha cambiado mucho, salvo por un pequeño detalle. ¿Has averiguado por qué lleva guantes? Si no lo sabes deberías preguntarle, te sorprenderá su respuesta.
Con una sonrisa en los labios, desapareció por el pasillo, dejándome con la incógnita. Ya más despejada, volví a mi habitación para enfrentarme con la caja. La caja era de madera de ébano y estaba decorada con motivos florales que sobresalían de la superficie lisa de la madera. A simple vista parecía que estaba totalmente sellada, salvo por un pequeño reborde donde se intuía que la caja se abría por arriba, como una tapa. La observé más de cerca y me percaté de que algunos elementos decorativos tenían un tono de madera ligeramente más oscuro. Presioné el pétalo de una rosa y se hundió la pieza, pero volvió a su posición original con un pequeño chasquido. Volví a intentarlo con otras piezas que también se hundieron. Tras varias pruebas descubrí que la caja se abría con un mecanismo que se activaba si presionaba los elementos en un determinado orden siguiendo la secuencia correcta.
Después de varios intentos fallidos, todas las piezas oscuras se quedaron presionadas y, como impulsada por un muelle, la tapa se entreabrió. En su interior habían varios documentos y objetos: un extracto del Banco, varios recortes de periódicos, documentos que pertenecían a mis padres, unas llaves, una bolsita de terciopelo rojo con algo alargado dentro, páginas fotocopiadas de libros y varias fotografías.
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1# El hilo invisible © ✔
VampireElla nunca pensó que aquella entrevista de trabajo fuera a cambiar su vida, monótona y gris, para siempre. Él nunca pensó que la nueva inquilina fuera a llenar su vida, larga y aburrida, de emociones que creía enterradas. A pesar de pertenecer a m...