CAPÍTULO 18: La cabaña (+18)

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La fragancia a rosas me despertó de mis sueños y los recuerdos de la noche anterior hicieron que una sonrisa se dibujara en mis labios. Las palabras de Dimitri ahuyentaron las dudas que albergaba y acepté bailar con él. En cuanto tomé su mano supe que había tomado la decisión correcta y tuve la certeza de que, por muchos obstáculos que se interpusieran en nuestro camino, nuestra relación era tan sólida y fuerte que podríamos superarlos juntos.

Me levanté y busqué el origen del olor; en la mesilla de noche había una rosa blanca junto con una nota. Con curiosidad, cogí la nota para leerla. Con pulcra y elegante caligrafía pude leer: «Ve al lugar donde nos besamos por primera vez». Recordé que nuestro primer beso fue en la cocina, cuando Einar y Robin fueron de rastreo.

Salí de mi habitación y fui a la cocina donde me aguardaba una humeante taza de té junto con un zumo de naranja recién exprimido y un croissant. Al lado del plato había otra rosa blanca y una nota con la misma caligrafía: «Deléitate con la comida y espera la señal». Intrigada con la nota, engullí el croissant en cuestión de segundos junto con el zumo y, poco a poco, acabé con el té mentolado de la abuela.

—Veo que has acabado. Sígueme, no hay tiempo que perder—. Azael me metió prisa mientras salía de la cocina y me guiaba hasta el baño. Vi a Circe a lo lejos, saliendo de una de las habitaciones con el pelo revuelto y la blusa que Azael llevaba en la fiesta.

Miré extrañada a Azael, pero no me dio tiempo de ver su reacción porque prácticamente me arrastró hasta el lavamanos y metió mi cabeza bajo el grifo para humedecer mi cabello. En unos minutos ya estaba peinada con una sencilla coleta. Circe reapareció en el umbral de la puerta del baño vestida con un chándal y el pelo atado en un moño.

—Ya está todo listo, a partir de aquí me encargo yo—dijo ella. El vampiro asintió y le dio un fugaz beso en los labios como si no le importara que yo estuviera presente. Cuando se marchó, miré atónita a Circe. Ella hizo un leve encogimiento de hombros.

—Estabas demasiado distraída con el rubio como para darte cuenta de lo que pasaba a tu alrededor—. Tuve que darle la razón, en los últimos meses mi mayor preocupación eran las amenazas y Dimitri.

—Me alegro mucho de que les vaya bien, pero ten cuidado, ¿me lo prometes?—. Sabía que podía confiar en Azael, pero había algo en él que aún no terminaba de entender.

—No te preocupes, Bianca. Soy una hechicera y sé perfectamente a lo que me expongo —intercambiamos una mirada y supe con certeza que ella sabía mucho más de este mundo que yo. Sonreímos con complicidad.

—Tú también debes tener cuidado y no te quites para nada el colgante de la abuela, presiento que va a jugar un papel importante en todo esto—dijo mi amiga mientras me ayudaba a vestirme.

—¿Qué función tiene el medallón? Leí lo que ponía el libro, pero no lo entendí mucho. —admití.

—Sólo sé que es un amuleto protector, protege a la persona que lo lleva puesto y tiene algún poder que se manifiesta en situaciones concretas—explicó Circe—. Pero date prisa, te están esperando.

Tomó el control de mi silla de ruedas y me sacó del baño haciendo caso omiso de mis protestas. Para mi mayor sorpresa, Azael entró en mi habitación y salió con mi maleta.


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—¡A qué horas llega, caballero! ¿Dónde se metió después de la fiesta?—dije viendo a Kiram aparecer con su Jeep y entrar en nuestra propiedad.

—Me surgió un imprevisto—respondió sin querer entrar en detalles. Bajo la manga de su camiseta podían intuirse algunos arañazos recientes—. ¿Y tú qué haces tan temprano aquí fuera?

1# El hilo invisible © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora