Habían pasado varios días desde que recibí aquel extraño mensaje. Al principio me impactó, pero luego decidí ignorarlo, dando por hecho que se trataba de una broma pesada.
Salí de la sala de reuniones y me encaminé hacia mi mesa, donde me esperaba una humeante taza de té negro.
—Supuse que necesitabas ese té al ver la cara que tenías al salir de la reunión—dijo Iris nada más verme.
—Muchas gracias Iris, era justo lo que necesitaba—.La chica me dedicó una pequeña sonrisa y volvió a sus quehaceres.
Le di un pequeño sorbo con la pajita y lo saboreé con satisfacción. Luego encendí el ordenador y me puse a redactar varios contratos que tenía pendientes. Cuando ya iba por la mitad, un mensaje me llegó al móvil y lo leí. Era otro mensaje extraño y amenazante:
¿TE GUSTAN LOS RUMORES, MORELLO? AHORA MISMO HAY UNO SOBRE TI. COMPRUÉBALO TÚ MISMA. NO MERECES ESTAR EN ESA MESA, HARÉ DE TU VIDA UN INFIERNO.
Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo. Apuré el té que se me estaba enfriando y terminé el trabajo. Luego decidí salir al lugar adecuado para averiguar algo del supuesto rumor; la sala de descanso donde se reunía el personal de secretaría y limpieza a tomar café. No me hizo falta llegar a la sala para descubrir el rumor. Al doblar una esquina, oí una conversación que tenía lugar a un par de metros desde donde me encontraba y me moví un poco más atrás para evitar que me descubrieran. No me gustaba espiar a la gente, pero, en esta ocasión lo veía necesario para valorar la gravedad de la situación.
— Al principio iban a contratar a la discapacitada para una de las empresas del grupo, pero, de repente hubo un cambio de planes y la contrataron para el puesto que quedó vacante en la sede.
—Pues eso explica lo que yo he oído. Me contaron que vieron a la chica salir del Porsche con la ayuda del señor Ivanov y que se trataban con mucha familiaridad—dijo la otra mujer con un tono de voz más alto de lo que me hubiera gustado.
—A lo mejor el señor Ivanov la coló y eso no le deja en buen lugar porque él siempre está haciendo hincapié en ser legal y transparente—torcí el gesto al oír eso.
Las mujeres siguieron alimentando el rumor y yo salí de mi escondite, sigilosamente, y regresé a mi mesa. Nada más llegar, la señora Perry, mi jefa, se acercó a mí.
—Morello, necesito que ordenes los documentos de estos expedientes por orden cronológico para mañana a primera hora. Aquí también tienes el listado de las empresas con las que tenemos que firmar el contrato de protección de datos, quiero que hagas un contrato personalizado y se la envíes por correo electrónico a cada empresa para que lo firmen. Tienes un mes para hacerlo—explicó con seriedad.
Yo asentí con la cabeza a todo lo que decía mientras trataba de asimilar la magnitud de todo el trabajo que me había encargado repentinamente.
—De acuerdo, lo haré—respondí en voz baja. La jefa hizo ademán de marcharse, pero, se giró de nuevo hacia mí.
—Por cierto, he oído los rumores. Me da igual si hay algo de verdad en ellos o no. Lo único que me interesa es que hagas tu trabajo como todo el mundo y que no trates de escaquearte. — Dicho esto, la señora Perry giró sobre sus talones y reemprendió su camino.
Los días transcurrieron lentos y monótonos, con una carga excesiva de trabajo y una amenaza que se cernía sobre mí. Una amenaza oscura, silenciosa y omnipresente. Los mensajes amenazantes se volvieron frecuentes, provocándome un malestar continuo. Circe, preocupada por mí, organizó una salida nocturna de chicas con Malena y lo pasamos bien, pero, mi humor no mejoró mucho.
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1# El hilo invisible © ✔
VampireElla nunca pensó que aquella entrevista de trabajo fuera a cambiar su vida, monótona y gris, para siempre. Él nunca pensó que la nueva inquilina fuera a llenar su vida, larga y aburrida, de emociones que creía enterradas. A pesar de pertenecer a m...