Cabaret de dulces ~SukuFushi~

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(Chico x chico)

Sukuna Ryomen

Fushiguro Megumi

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Advertencia de lime

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(...)

Ryomen Sukuna no supo cómo lo logró, pero justo ahora se encontraba saboreando a un chico de bonitos ojos verdes, en donde esos labios rosados se volvieron su dulce caramelo.

El chico en cuestión estaba envolviendo sus brazos alrededor del cuello del más alto, jalando sus cabellos rosados suavemente con sus largos dedos níveos. Las grandes manos de Sukuna fueron a parar a la cintura del delgado cuerpo de su acompañante; después, aquellas manos color canela subieron y bajaron en torno a la cintura, pasando por su cadera hasta detenerse en el trasero del contrario, quien soltó un gemido.

Los labios de Ryomen bajaron por el cuello de Megumi, repartiendo besos húmedos en este, mientras sus manos se amoldaban al trasero del peli negro, sacándole suspiros entrecortados. Momentos después, las grandes manos de Sukuna se pasearon por debajo de la prenda superior y sus dedos fueron a parar a los botones rosados de Fushiguro.

—Uh...Sukuna...—Megumi suspiró el nombre del peli rosado al sentir como apretaban sus pezones; seguidamente, sintió la traviesa lengua del nombrado tomando, lamiendo y mordiendo los botones rosados. Megumi mordió su labio inferior ahogando un gemido que quiso salir de su rosada boca.

—Mi dulce de caramelo, déjate llevar. —Susurraba Ryomen, con voz ronca, lamiendo y mordiendo el torso hasta llegar a la clavícula, como si fuera una paleta. Megumi se quitó la camisa de un tirón, provocando la risa de Sukuna y las grandes manos comenzaron a bajar los pantalones ajenos con una lentitud que quemaba y hacía que la intimidad de Fushiguro se sintiera apretada contra su bóxer. Los pantalones fueron retirados al igual que la misma ropa de Ryomen.

Ambos quedaron en ropa interior y Megumi, aprovechando esto, metió su traviesa mano por debajo del bóxer contrario. Su mano tomó el miembro y comenzó a acariciar la zona con su dedo pulgar, para después frotar su mano en torno a este. Sukuna emitía gemidos a la par que mordía el lóbulo de Fushiguro levemente y sus grandes manos rasguñaban un poco la espalda blanca.

Megumi buscó la boca de Ryomen en un intento desesperado por unir nuevamente sus labios, cosa que pudo conseguir; después, hundidos en un desenfreno de la más pura lujuria, sus bocas danzaban mientras sus lenguas poco a poco iban reconociéndose para, después entrelazarse en un baile lento y ardiente del que ambos no querrían salir jamás.

Fushiguro comenzó a masturbar más rápido el falo ya erecto y Sukuna sentía que pronto iba a correrse en la propia mano del peli negro.

—Maldita...sea... Fushiguro...Mhm. —El nombrado solo sonrío ante el sonido de la ronca voz pegada a su oído. —Estoy a punto de...

Megumi siguió sonriendo y volvió a tomar los labios de Sukuna en un beso más corto, siendo así como si su boca tuviera un extraño magnetismo que la hacía volver a los dulces labios de Ryomen.

Entonces fue ahí cuando lo sintió, como un líquido fluía de entre sus dedos y se esparcía en toda su palma; Megumi retiro su mano, satisfecho con su acción y, mirando al peli rosado con sus intensos esmeraldas, lamió la miel de su palma como si de un dulce se tratase.

Ryomen sentía que desfallecía al ver tanta sensualidad desprender del peli negro que solamente había tomado como un caramelo a la hora de haber entrado al cabaret. Y es que así fue, Megumi le llamó la atención en cuanto entró ahí; se veían tan sexy en ese traje negro que ceñía a la perfección su trasero. Sukuna lo había pedido exclusivamente para sí mismo y para toda la noche.

Y vaya que no se arrepentía.

—¡Me vas a volver loco, Fushiguro Megumi! —Exclamó Ryomen, sacándose el bóxer de un jalón, dejando respirar su miembro erecto. Solamente se escuchó una risita de su lado y notó como el peli negro imitaba su acción, quitando el bóxer.

Ahora, ambos se encontraban completamente desnudos y hambrientos de deseo.

Ryomen acarició con un deseo ardiente la espalda blanca hasta posar toda la palma en la cintura contraria; el miembro de Sukuna palpitaba deseoso de poseer el cuerpo de Fushiguro, pero primero necesitaba probarlo todo, todito entero y para eso, haría lo que su mente caliente pensaba hacer ahora.

Con su mano grande y caliente tomó el falo del contrario, haciéndolo gemir levemente y después comenzó a masturbarlo.

Arriba. Abajo. Arriba. Abajo.

Megumi gimió el nombre de Sukuna tan alto, que fue como una preciosa música para sus oídos. Un líquido blanco comenzó a salir del miembro de Megumi a la vez que el peli negro se aferraba a las sábanas de la cama con fuerza.

—Fushiguro~. Sujétate de mí, mejor. —Decía Ryomen con una sonrisa de medio lado, aún ocupado con el falo erecto, el cual no dejaba de soltar esperma. Megumi hizo lo que se le indico y, temblando por el placer, posicionó ambos brazos rodeando el cuello contrario con fuerza.

Y, cuando Sukuna dejó de masturbar al peli negro, procedió a perderse en la suavidad de los labios rosados que aclamaban su boca.

A medida que iba avanzando el beso, Sukuna recostó a Fushiguro en la cama, sin ser brusco y abrió ambas piernas quedando ambos sexos rozándose, provocando un agudo gemido de ambos.

Sus bocas bailaban juntas con sus lenguas robando la una de la otra tanto como podían. Sukuna bajó y dejó mordidas en el cuello del oji verde, en su clavícula y parte del torso para volver su boca y darle un sonoro beso en los labios de caramelo.

Sukuna preparó a Megumi. Primero utilizó un dedo metiéndolo lento, para después empezar a dar círculos dentro; Fushiguro temblaba por el placer que la sensación de los grandes dedos de Sukuna provocaban en él.

—Sukuna... te necesito dentro, ya... —Proclamó Megumi entre jadeos ya nada contenidos. Los orbes carmesíes brillaron con intensidad y entonces pasó.

—Como digas, mi dulcecito.

Ambos sucumbieron al deseo y con ello al placer que les ocasionaba ser tocado por el otro entre ardientes caricias que dejaban sus pieles electrizantes de la más pura excitación.

Ryomen Sukuna jamás olvidaría la manera en que tomó como suyo el cuerpo de Megumi Fushiguro.

...

Después de aquella noche, Sukuna realmente había quedado cautivado por aquel hermoso peli negro de orbes esmeralda.

Había pensado en solamente usarlo; disfrutar de su sabor como a un caramelo y probar su piel hasta el último suspiro, pero Ryomen terminó cayendo, embelesado en ese cuerpo lechoso.

Él quería más de Megumi. Necesitaba estar con él, quizá y ya no de forma sexual, sino de otra más tierna.

Y lo conseguiría.

Vaya que si lo haría.

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Fin.

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Hasta aquí doy por concluido el día dos uwu

Gracias por leer :3

Beso de sangre [Jujutsucreepytober2021]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora