Capítulo 4: "La primera tarea: Paciencia"

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El restaurante estaba ya muchísimo más tranquilo, los clientes estaban retirándose más rápido por qué la noche estaba haciéndose presente. Así que tocaría nada más el turno de noche lo que normalmente es visitado solo por parejas oh familias que sólo pasaban a tener una cena. Pero para el joven Alex era el comienzo de sus problemas. Por qué también por las noches es donde normalmente es que tiene que pasar más tiempo detrás de la barra del bar. Preparando algún cóctel, oh simplemente sirviendo vino, pero fue la sorpresa del chico cuando volvió a ver aquel rostro del perro dálmata.

—Hola precioso. — Mirando al otro perro. — Y Lindura. ¿En qué puedo ayudarles?.

— Dejemos los halagos de lado. — Hablo Marshall. — ¿de casualidad tienes auto?

— No. — Hablo Alex sirviendo un poco de agua . — Tomen, si mi padre los ve los obligará a quedarse.

— Perdón. — decía Zuma. — Yo no tomo alcohol.

— Tranquilo pequeño. Es sólo agua.

— Pequeño.

Repitió nuevamente Zuma. Ahora captando la atención no solo de Alex, si no también de todos los comensales que ahora miraban los gritos que daba el labrador.

— ¿A quién le dices pequeño?. — Molesto. — ¡¿Crees que por qué mido 1.40 no te puedo cortar?!

— No puede ser. — Suspiraba Marshall, juntando dos dedos en su frente.

— Ya relájate pequeño. — Mirando al dálmata. — Aún que quisiera ayudarlos yo no puedo. Tengo trabajo que hacer.

— ¿No conoces a alguien más que pueda ayudarnos?.

— No lo sé. — Pensando. — ¡Oh!. Pueden preguntar por Katy. Trabaja  cerca, ella puede ayudarlos. Pero vayan rápido cierra a las 7:00.

— Muchas gracias. ¿Exactamente dónde queda el lugar?.

— Vayan recto a mano derecha, luego a la izquierda verán el edificio. Es un salón de belleza de color púrpura.

—Muchas gracias.

— Si . — Dijo Zuma terminándose el vaso con agua.

La caminata era relajante para ambos chicos, aún con paso rápido era agotador por parte del dálmata quien cargaba una de las maletas del labrador. Zuma por otro lado relataba alguna que otra anécdota de cómo consiguió el puesto de salvavidas en una playa en la lejanía. Qué fue el sitio donde conoció a Ryder.

Ambos chicos llegaron al lugar destino. Pero era extraño ya que las luces aún estaban encendidas y dentro se veía movimiento. Marshall fue el primero en entrar, mirando a una chica de cabello rubio y un vestido color rosa. En sus brazos llevaba dos botellas, y al notar la presencia de dos nuevas almas en el lugar está se les acerco con una sonrisa en el rostro. Qué al ver más detenidamente en la cara de la chica se miraba desesperada.

— ¿Puedo ayudarlos?. — Hablo la chica.

— Si. — Hablo Marshall. — Buscamos a una chica llamada Katy.

— Esa soy yo. Pero no puedo ayudarlos ahora, la tienda ya está cerrada. Pueden venir mañana por el tratamiento.

— No. Nosotros no....

— ¡Katy!. Mi pelaje está perdiendo la suavidaaaaaaa!.

Se escuchaba un cántico en la zona de atrás. Ambos perros al escuchar solo se miraron, luego se impresionaron cuando de unas cortinas salió un perro. Este era un bulldog, traía una toalla atada a la cintura, y muchas burbujas en el pecho y cabeza. Este estaba moviéndose de un lado a otro al ritmo de una canción que estaba tarareando.

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