Capítulo 9: "Mi nombre es Tracker"

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—Mira ahí está.

Ambas chicas seguían aquel pequeño perro de raza chihuahua. Este simplemente no había notado la presencia de ellas. Ya hace un par de horas habían llegado a su destino, al rededor de las cuatro de la tarde, y aquel pequeño pueblo se encontraba en su máximo esplendor, el aire salado del mar era magnífico, pero también hacía mucho calor, pero no era molestia alguna para el.

— ¿Crees que ande perdido?. — Dijo Sky.

— Más bien. — Analizando al chico. — Creo que solo está explorando el lugar antes de llegar al cuartel.

— Esto es absurdo. — Saliendo del arbusto. — ¿Por qué lo seguimos?.

— Espera. — Levantándose. — Yo te estaba siguiendo a tí. Pensé que querías algo de el.

— No puede ser.

La chica de vestimenta rosa solo llevo dos de sus dedos entre sus ojos, mientras los apretaba completamente frustrada. Habían estado siguiendo a un completo desconocido por más de treinta minutos. No solo se sentía avergonzada.

— ¿Ya se cansaron?.

Aquélla voz había llamado la atención de ambas chicas, cuando se voltearon tenían a aquel perro con una enorme sonrisa en su rostro.

— ¿Sabías que te seguíamos?. — Preguntó Everest.

— Desde que bajamos del autobús. La verdad sentí miedo por un momento. — explicaba el chihuahua. — Es por eso que cuando entre disimuladamente a la tienda de recuerdos del lugar. Me compré una navaja.

Decía mostrándole a ambas chicas su navaja en forma de arcoiris con el texto que decía: "Reparte amor y felicidad"
Ambas chicas se habían quedado atónitas al ver aquella arma blanca, y con un poco más de confianza que chico se acercó.

— Escuché. — Hablo el chico. — Son muy divertidas, supongo. Pero no me dieron opción.

— No es sólo eso. — molesta. — ¿Que hubiera pasado si nos acercábamos a hablarte?.

— Supongo que muertas. — contesto mientras se rascaba la cabeza. — Pero eso ya es normal en mujeres ¿no?.

— ¡Eres un....!

Sky estaba apunto de golpear al pecho chico, pero rápidamente fue detenida por los unos brazos que la sujetaban. Sky simplemente forcejeaba intentando patear al chihuahua, pero este solo rodaba los ojos, guardando su navaja en la mochila.

— Bueno. Fue un placer hablar con ustedes, pero yo tengo que irme. — decía alejándose.

— Espera. — Hablo la musculosa.

— ¿Sí?. — volteando a verlas.

— Nosotros vamos también contigo. — Hablo Everest, soltando a la chica que tenía en sus brazos.

— ¿Qué?. — Preguntó confundido.

— La chica de aquí. — Señalando a Sky, mientras se ponía su pulso. — Y también yo, buscamos el cuartel general. También trabajaremos ahí.

— Esto tiene que ser una broma de mal gusto. — Se dijo a si mismo.

— Ya escuchaste a la grandota. — Hablo Sky, poniéndose unas gafas de sol. — Así que. Si sabes su ubicación ten al menos la caballerosidad de llamarnos.

— No. — contesto el chihuahua.

— ¡Escucha mexicano....!

— Tracker.

— ¿Qué?. — contesto Sky.

— Mi nombre es Tracker preciosa, no mexicano. Y una cosa más preciosa. — siguiendo su camino. — Busca tú, tu propios medios de llegar, fuck you son of a bitch.

Y sin decir más. Tracker comenzó a caminar en dirección a su destino, sin importarle que las chicas los seguían. Así que simplemente por molestar no a la mujer fuerte. Simplemente tomaría el camino largo y así ver cuánto tiempo duraría con esas plataformas en las que caminaba.

Pero no solo pasaba eso, ya que, alejados del pueblo. Un labrador se encontraba tomando el sol en una silla playera, teniendo la vista del mar, y la brisa completamente refrescante, era estar en el paraíso. Lo cual duro unos cinco segundos.

Por qué la fuerte guitarra eléctrica no lo dejaba concentrarse en su momento de relajación, así que simplemente se levantó molesto, caminando en dirección al bulldog quien tocaba su guitarra eléctrica, así tener nuevos sonidos en su mesa de pinchar, mientras que Marshall caminaba con Chase a los alrededores del cuartel. Mostrándole cada una de las salidas de emergencia, oh simplemente para contarle alguna anécdota que había pasado con su mejor amigo, oh podría también, ser una excusa para estar solos un momento.

— Ese día fue raro. — Decía Chase.

— Meterse en problemas se les da muy bien. — decía Marshall, mientras miraba como Zuma trataba de quitarle la guitarra a Rubble. — ¿Qué te parece ese par?.

— Son alegres. Bueno, cada uno a su estilo claro. — contesto.

— Chase. ¿Puedo preguntarte algo?.

— Claro, ¿Qué sucede?. — decía colocándose enfrente del dálmata.

— Escucha, no sé cómo decirte esto. Ya que ya estoy aquí....

— Muy buen, continua.

— De casualidad, esta es una pregunta nada más por diversión. — Intentando Bromeas y así evitar lo nervioso que estaba.

— Muy bien, esto ya es raro. — alejándose un poco del dálmata.

— ¿Qué pasaría si alguien llegará con un currículum falso?.

— No se. Un despido. — dijo nada más.

— ¿Solo eso?.

— Bueno. Hacer un currículum suele ser muy complicado. — Rascándose la nuca. — Recuerdo cuando hice el mio, pero cuando te refieres a falso, sería ¿Inventado, oh, que lo copiaste de alguien más?.

— No se. Ambas. — Sonriendo.

— Eso ya es difícil. La verdad no soy el perro indicado para algo como eso.

— Vamos. — dándole un codazo. — Solo mirate. Tienes la apariencia de un líder.

— Eso es halagador. — mirando ahora la torre. — Pero la verdad es que no me siento como uno.

— Por que dices eso. — buscando la mirada de Chase.

— No lo sé. — Evitando el contacto visual. — Me da un poco de pánico cuando me dicen eso.

— No tienes por qué ponerte así. — Colocándose en frente del pastor alemán. — Al menos yo no veo que seas alguien así.

— ¿Enserio?. — mirando al dálmata. — Entonces, entonces dime, ¿De que manera me miras?.

Marshall simplemente intento evitar la mirada del otro, ya que le producía vergüenza, y no podía evitar reír. Chase por su lado entendió que Marshall había dicho de más, así que a modo de juego intentaba ver aquellos ojos de color azules, pero simplemente eran evitados por el otro, hasta que sin poder evitarlo. Marshall comenzó a correr, Chase por su lado no se había quedado atrás así que comenzó a perseguirlo por todo el lugar. Mientras eran visto por un labrador y un bulldog completamente extrañados.

— Son tan lindos juntos. — Dijo el bulldog, llevándose ambas manos a su corazón.

— Me enferman tanto. — dijo Zuma, volviendo a su lugar de descanso después que había roto la guitarra de Rubble.

— ¡Toma!. — Se incorporó Rocky con ahora una guitarra acústica. — Solo no toques tan fuerte esta vez, así Zuma no te la rompa.

— Eres mi ángel. — abrazando a Rocky.

— No hay de que. — extrañado. — Supongo. ¿Por donde se fue Zuma?.

— Ahí está esa. — apuntándole con su dedo. — Ser sin corazón.

Prejudice©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora