Memories <Levi y Mikasa>

Capítulo 10.

- ¿Recuerdas algo importante? - preguntó el castaño.

- Lo suficiente - respondió la azabache.

- Siento mucho la muerte de tus padres Mikasa.

Mikasa en ese instante se quedó pálida y en silencio, recibió una fuerte puntada en la cabeza y se desmayó.
Todos observaron mal a Eren, era obvio que no lo sabía.

- ¡Eres un idiota princesito! - regañó Jean.

- P... pero dijo que recordaba lo suficiente.

- Igual no debiste haberle dicho nada.

- ¡Basta! - regañó Annie - aquí tengo alcohol.

Después de unos instantes Mikasa abrió los ojos, observó a todos.

- ¿Eso es cierto? - preguntó y todos los demás asintieron.

Mikasa bajó la cabeza, y al ver como un taxi se acercaba lo atajó.

- ¿Mikasa a dónde vas? - preguntó Jean.

- Déjame en paz, idiota - bufó molesta y subió al taxi.

- ¿Es usted nuevamente? - preguntó el taxista.

- ¿Usted me llevó al hospital no es así?

- Sí...

- Lléveme al edificio de donde me recogió por favor.

- A usted la están buscando señorita.

- Lo sé - suspiró - recién estuve con aquellas personas que me estaban buscando.

- Lamento la muerte de sus padres.

Mikasa al oír eso comenzó a derramar lágrimas silenciosas.

- Ya llegamos - informó.

*POV MIKASA*

Subí, intenté abrir el departamento pero me fue imposible, estaba cerrado con llave.

Toqué la puerta, pero jamás nadie me lo abrió.

Pedí las llaves en la recepción, dije que el doctor Levi Ackerman es mi doctor personal. Y que yo recién llegaba de un chequeo, sin dudarlo me lo dieron.

Ingresé, todo estaba ordenado como siempre. Abrí la puerta de su habitación pero él no estaba allí.

Abrí lentamente la puerta del baño, allí se encontraba él en la tina. Se veía relajado, estaba con los ojos cerrados, pude ver una parte de sus pechos lo demás ya no por la espuma.
Iba a darle su espacio personal hasta que me llevo un gran susto cuando él abre los ojos y me mira fijamente.

- ¿Es una fantasía, cierto? - habló.

- ¿Sabías que mis padres están muertos verdad?

- Sí, me enteré un día después de que llegaste al hospital.

- Y aún así no me dijiste nada - comencé a derramar lágrimas nuevamente.

- No podía hacerlo y sé que no me entenderás así que no perderé el tiempo tratando de explicártelo.

- ¿Eres familiar mío? - pregunté.

- No lo soy.

- Tenemos el mismo apellido...

- Lo sé, pero no lo soy. No tenemos absolutamente nada que ver. No tenemos compatibilidad.

- ¿Entonces ya no tengo familia y estoy sola en este mundo?

- No estás sola Mikasa.

- Lo estoy.

- Tienes amigos.

- Pero no son mi familia y tampoco podré vivir con ellos.

- Me tienes a mi.

- ¿El mismo que me dejó en este estado, no? - reí irónicamente.

- No fue apropósito, mocosa.

- Cuéntame entonces.

- Hablaremos, esperame en la sala, tengo que salir de la tina.

- Como si fuese que me importaría verte sin ropa.

- Por tu salud mental, deberías de ir a esperar en la sala.

•

Me senté en el sofá, volví a sentir un dolor de cabeza horrible. A mi mente vino la imágen de una luz.

- Oi, oi. Mikasa, responde.

- ¿Qué? - miré confundida.

- Creo que estarías mejor con Hange.

- Levi, sé sincero conmigo, ¿qué sabes de mí?

- Seré de lo más claro contigo - se sentó frente a ella - tengo una casa del campo hacia Sina, fui a ver si todo estaba en orden. Se me hizo tarde, ya estaba obscuro, asi que decidí volver a mi departamento pero para mi desdicha te vi tarde y te embestí, te lancé a 8 metros más o menos. Bajé a verte, te habías golpeado fuertemente la cabeza. Asi que decidí llevarte al hospital y correr con todos los gastos.

- ¿Me golpeé muy fuerte la cabeza, no?

- Por una piedra - suspiró - en verdad de milagro estás viva y sana. Pudiste haber quedado parapléjica también.

- Entonces... pudo ser peor....

- Después de aproximadamente un día, saliste en las noticias. Allí supe tu identidad y lo que sucedió con tu familia. Al parecer tu padre mató a tu madre y luego se suicidó.

- Oh por Dios - me agarré de la cabeza.

- Tienes que ser fuerte Mikasa. Y por lo que me he dado cuenta tu presenciaste esa escena ya que has tenido pesadillas.

- En eso tienes razón.

- Perdóname por haberte ocultado tantas cosas, pero era para que no tuvieras un choque de emociones.

- Aunque sea mi nombre me hubieras dicho.

- Prefiero decirte mocosa.

- Creo que queda bien, tú ya tienes 28 años y yo 19.

- Casi diez años de diferencia, mocosa.

- Debería de irme.

- ¿A dónde irás?

- No lo sé, ya veré - resoplé.

- Este es tu hogar Mikasa.

- No puedo volver a compartir contigo, sigo enojada. No porque me chocaste, sino porque me mentiste y ocultaste cosas.

- Ya me disculpé contigo.

- Tus disculpas no me alcanzan, lo lamento.

- No quiero que te pase nada malo allí afuera - la tomó de la mano.