XII

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al cajón y luego al patio, para sentirse seguros de que todo había marchado bien conel registro, con las monas. Por cuanto a Meche y La Chata no habría problema: lasmanosearían y ya, sin encontrarles nada dentro. La madre era lo importante. Quepasara, que pasara, que la pinche vieja pasara con los treinta gramos metidos en losentresijos. A falta de otra palabra, llamaban huelga a esto que iba a ocurrir: huelga demujeres. Pero antes de que Meche, La Chata y la madre subieran hasta aquí, a lapuerta de la celda, para soltarse a chillar, a gritar y patalear, antes de que la broncacomenzara en serio, la madre debería entregarles a ellos, precisamente al queestuviera con la cabeza en el postigo, el paquetito de droga. En este caso Albino, elBautista en turno sobre la bandeja. Después, ya amacizado con la droga, se ocuparíade la muerte de El Carajo. Era fácil liquidar el asunto, en alguna función del cine,entre las sombras. Meterle la punta del fierro a través de las costillas, mientrasPolonio le tapaba la boca, pues querría gritar como un chivo. No lo habían asociadocon ellos debido precisamente a su linda cara. Albino rio: nomás a causa de que teníamadre. Tener madre era la gran cosa para el cabrón, un negocio completo. Las visitasformaban cola en el redondel, a poca distancia —pero aún fuera del ángulo visual deAlbino—, para entrar por turno a las respectivas crujías. Madres, esposas, hijas,muchachos, muy pocos hombres maduros, dos o tres en cada grupo, el aire receloso,la mirada baja. Las conversaciones, curiosamente, jamás giraban en torno a las causasque habían traído a la cárcel a sus parientes. Nadie ponía en tela de juicio laculpabilidad o la inocencia del hijo, del marido, del hermano: estaban ahí, eso eratodo. No ocurría lo mismo con otro tipo de visitas. Cuando alguna señora de la clasealta llegaba a pisar estos lugares, las primeras veces, su preocupación única, obsesiva,manifiesta —que terminaba por carecer de toda lógica y aún de simple ilación— erala de establecer un límite social preciso entre su preso —las causas por las que estabadetenido, lo pasajero y puramente incidental de su tránsito por la prisión— y lospresos de las demás personas. Al suyo se le «acusaba de», sin tener ningún delito —aunque las apariencias resultasen de todos modos sospechosas— y ya se habíanmovilizado en su favor grandes influencias, y dos o tres ministros andaban en elasunto. Quienes la escuchaban asentían invariablemente, sin discutir ni sorprenderse,con indulgencia e incredulidad, sin que la gran señora parara cuentas en este génerode piadosa cortesía, que ella tomaba como deslumbramiento, si se añade cierto lujorecargado con el que iba vestida. Pero a medida que su presencia se hacía másconstante en la cola de las visitas, la señora de alcurnia iba modificando poco a pocosu actitud y haciendo concesiones a la realidad. Cada vez hablaba menos de lospersonajes influyentes, la inocencia o la culpa de «su» preso decaían notablementecomo tema de conversación y sus vestidos eran más sencillos, hasta que por finentraba a la categoría de las visitantes normales y terminaba por pasar inadvertida. LaChata distinguió la figura de Meche, atrás, entre otras mujeres de la cola. Suspiró. Laenvidiaba con ganas. Le gustaba mucho su hombre, su Albino, y desde que éste lesmostrara la danza del vientre en la sala de defensores, se sentía mareada por él en

OYE NO LEAS ESTO PORFA. GRACIAS. BUENO COMO TE CONTABA PUES DONOVAN LO ATROPELLARON CUANDO TENIA 12 Y SE LE JODIO LA VIDA POR LA P*INCHE ALASKA DE M**** ****** ************ ***** ***** BUENO Y ESO ENTONCES DE TENER UN TRAUMA POR CASI UN AÑO DE TODA LAS COSAS QUE HABIAN PASADO DESDE EL FALLECIMIENTO DE SU UNICA FAMILIA (SU ABUELA) HASTA QUE ASESINO A 21 CIVILES, CAYO EN... QUE HACES TE DIJE QUE NO LEYERAS ESTO CHISMOSILLA..

Relaciones InterpersonalesWhere stories live. Discover now