𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖙𝖗𝖊́𝖘

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Casi siempre que dormían juntos, Tom despertaba primero que Rosalie. Pero ese día ella despertó primero, y se dedicó a darle besos hasta que se despertó. Él todavía no se acostumbraba a que ella le expresara lo que sentía de esa manera, pero en el fondo le parecía agradable que por primera vez, alguien fuera tan cariñoso con él. Todavía estaba medio dormido, pero aún así la tomó de la cintura para ponerla sobre él y seguir besándola. Por más juntos que estuvieran, siempre deseaba tenerla un poco más cerca. Y así estaban cuando Flora tocó dos veces y sin esperar respuesta, abrió la puerta. Al parecer, Marcus ya había llegado, porque escucharon su voz, a cierta distancia, diciéndole a Flora que dejara en paz a Rosalie. Tom y Rosalie interrumpieron su beso e intercambiaron una mirada de desconcierto.

—Cuando este se vaya, tenemos que hablar muy seriamente —le dijo Flora a Rosalie, antes de cerrar la puerta de un golpe e irse.

Rosalie se dio cuenta de que el hecho de que Flora supiera de su relación con Tom, lo complicaría todo. Se sentó en la cama y resopló mientras se recogía el cabello en un moño improvisado. Tom estiró el brazo para acariciarle la pierna.

—¿Quieres que vaya y hable con tu hermana? —preguntó, mientras sacudía un poco la cabeza para quitarse el cabello despeinado que le caía sobre la frente.

Ella se apresuró a negar con la cabeza. Ya sabía que él lo solucionaba todo con maldiciones imperdonables y por muy insoportable que le resultará Flora, era su hermana.

—Es un asunto familiar —le respondió, mientras se inclinaba para darle un beso corto—, tengo que encargarme de eso.

Él asintió, no muy convencido. Marcus le había hablado de Flora, y la había descrito como una mojigata. No le gustaba para nada la idea de que insultara a Rosalie, que era lo más probable, pero si ella no quería, él no intervendría. Lo que más le preocupaba de todo eso, era que Flora hallara la manera de convencer a Rosalie de que terminara con esa relación y se alejara de él. No quería pensar en eso, además sabía que Rosalie no era de las que se dejaban convencer fácilmente, y ya se había dado cuenta de lo enamorada que estaba de él. Así que se relajó, y la pareció una mejor idea, darle un par de besos más antes de irse.

Después de que se marchó, Rosalie se preparó para la nada agradable conversación con Flora. Pero como Marcus ya estaba en la casa, se sentía al menos un poco respaldada, y estaba decidida a no dejar que su hermana se metiera en su vida. Cuando entró en la habitación, Flora se quedó mirándola con una expresión de absoluta decepción.

—Siempre fuiste mi ejemplo a seguir, pero ahora no sé qué pensar de ti —le dijo.

—Flora... —dijo Rosalie, mirándola con impaciencia.

—Esto que estás haciendo es algo muy moralmente reprobable.

Rosalie puso una expresión de fastidio.

—No me digas que ahora vas a venir a darme charlas de moral. No voy a disculparme contigo por hacer lo que hago, porque lo que pase entre Tom y yo no es problema de nadie más que nuestro.

—No tienes ningún derecho a meterte en la vida de Rosalie —intervino Marcus—, a ti lo único que te duele es que ella se haya atrevido a engañar a tu amado sangre sucia. Siempre le has tenido envidia porque él sí se enamoró de ella, mientras que a ti ni siquiera te mira.

Rosalie se sorprendió mucho al escuchar eso, nunca se había puesto a pensar en que Flora pudiera estar enamorada de Arthur.

—¿Qué? —preguntó, todavía muy confundida.

—Flora ha estado enamorada del sangre sucia desde hace años, ya es momento de que lo sepas —le respondió Marcus.

—Cállate, Marcus —dijo Flora, que parecía demasiado avergonzada por que su hermana supiera de su secreto—. Siempre me has juzgado por enamorarme de Arthur, pero ahora no la juzgas a ella por haberse convertido en la puta de un maldito mago oscuro que es un criminal de lo peor, pero como es tu querido señor, no dices nada. ¿Qué dirían nuestros padres si lo supieran?

Rosalie perdió los estribos, no pensaba permitir que su hermana se refiriera a ella de esa manera. Levantó la mano y le dio una fuerte cachetada que le dejó la mejilla enrojecida y ardiendo.

—¡A mí no me vas a tratar de esa manera! —exclamó, completamente furiosa y alzando mucho la voz—. Lo que yo haga con mi vida no es tu maldito problema.

Flora se llevó la mano a la mejilla y miró a Rosalie con los ojos llenos de lágrimas.

—Nunca entenderé por qué, teniendo a alguien como Arthur a tu lado, te fijaste en ese —le dijo, en voz baja, pero resentida.

Marcus puso una expresión de fastidio.

—Es un pobre imbécil, Flora —dijo—, aunque tú pienses que es maravilloso. Rosalie está en todo su derecho de enamorarse de un hombre de verdad.

Pero Flora nunca estaría de acuerdo.

—Lo único que le habrás visto es que es un poco guapo, pero ¿de qué sirve? Si es malo como él solo.

Rosalie no iba a dejar que Flora hablara mal de Tom.

—Tú no lo conoces —replicó—, no como lo conozco yo.

—Claro que no, yo no me acostaría con él ni aunque fuera el último hombre en el mundo.

—No tienes ni idea de qué es lo que yo siento.

—A veces lo que más quieres es lo que menos te conviene. Solo espero que en algún momento entiendas que lo que estás haciendo está mal.

Marcus se aproximó a Rosalie y le puso la mano sobre el hombro.

—Que nadie te diga lo que está bien o está mal, porque es tu vida y eso lo decides tú —le dijo en voz baja.

—¿Saben qué? —prosiguió Flora— Nuestros padres murieron en muy buen momento, no vivieron lo suficiente para ver en lo que se han convertido sus hijos. Marcus es un criminal y tú una cualquiera.

Rosalie no soportaba que Flora estuviera mencionando a sus padres en esa conversación, y estaba ansiosa por ponerle fin.

—Siempre has sido una maldita mojigata —le dijo—. Cállate de una vez y deja que los demás vivan sus vidas como mejor les parezca. Pero como no tienes una vida propia, tienes que meterte en lo que no te importa todo el tiempo. Ya deja de hablar de nuestros padres, tú no tienes idea de lo que pensarían su estuvieran vivos.

Pero Flora era tal vez la más obstinada de todos.

—Debería darte vergüenza hacer lo que haces —insistió.

Tanto Marcus, como Rosalie, perdieron la poca paciencia que les quedaba. Como si se hubieran puesto de acuerdo, sacaron las varitas del bolsillo y le apuntaron.

—Lo peor que pudo pasarles a los dos, fue conocer a ese criminal —dijo Flora.

—Una sola palabra más, y te juro que te vas a arrepentir, no sabes de lo que soy capaz —dijo Rosalie, en un tono bastante amenazante.

Flora dio media vuelta y salió de la habitación, dispuesta a ir a hablar con Arthur y a decirle a todo el mundo que Rosalie había renunciado a sus principios e incluso a su profesión por tener una aventura con nada más y nada menos que el señor tenebroso.

𝓥𝓮𝓷𝓮𝓷𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora