𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖙𝖗𝖊𝖎𝖓𝖙𝖆

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Lo que nadie sabía, era que el plan de Flora consistía en tomar poción multijugos para adquirir la apariencia de su hermana, pues como sabía que Arthur seguía enamorado de ella, pensaba que no le negaría nada, y la ayudaría a escapar y engañar a los del ministerio, pero se equivocó. Pensaba enviarlo a destruir el diario, que era la única prueba en contra de Rosalie, y mientras él hacía eso, ir a buscarla hasta que la encontrara y ponerla a salvo de alguna manera, si era posible, incluso sacarla del país, pero las cosas no salieron bien. Nunca hubiera pensado que Arthur se atreviera a matarla si lucía como Rosalie, pero lo hizo igual. Tanto Arthur como los demás funcionarios del ministerio, quedaron convencidos de que Rosalie estaba muerta, sin siquiera sospechar que en realidad se trataba de Flora.

Mientras tanto, Tom estaba decidido a darle una muerte lenta y dolorosa a Arthur. Cada vez era más incontrolable su ira y más insoportable el dolor que sentía por la pérdida de la única persona a la que había podido amar. A pesar de eso, se aferraba a una frágil esperanza de que todo fuera una mentira y Rosalie siguiera con vida. Se repetía una y otra vez que hasta que no la viera y comprobara con sus propios ojos que estaba muerta, no lo creería.

Rosalie se había aparecido en un lugar desconocido, y como ella misma había pensado, el esfuerzo de aparecerse fue demasiado, tanto para ella como para Marcus. Estaban en medio de un denso bosque en el que lo único que se escuchaba, era el canto de los pájaros.

«Espero haber ido lo suficientemente lejos para que no nos encuentren —pensó, antes de desmayarse».

Cayó sobre las hojas secas que cubrían el piso y pocos segundos después, Marcus también se desmayó.

Como él no estaba en un estado tan crítico como ella, despertó varias horas después, sintiéndose completamente desorientado. Al contrario de su hermana, Marcus tendía a perder la capacidad de razonar cuando se encontraba en una situación desesperada como esa. Aún a pesar de su estado de angustia, se le ocurrió una idea. Se recogió la manga hasta el codo y tocó con el índice la marca tenebrosa grabada en su antebrazo.

A muchos kilómetros de distancia, Tom se daba cuenta de que Marcus estaba intentando comunicarse con él. La esperanza sustituyó a la ira, y de inmediato fue a buscarlo, repitiéndose a sí mismo una y otra vez que Rosalie tenía que estar con él y aferrándose a la idea de que pronto volvería a verla.

Cerró los ojos para desaparecerse y al volver a abrirlos, no sabía si sentirse emocionado o angustiado. Rosalie seguía sin despertar, a un paso de la muerte, pero aún con vida. Marcus estaba a su lado, tratando de pensar en qué más podía hacer. Sin importarle nada, Tom se dejó caer de rodillas junto a ella y tomó su mano. Al encontrarla tan fría, pensó lo peor, pero no tardó en darse cuenta de que seguía respirando. 

—Mi señor —lo saludó Marcus. 

Tom le dirigió un seco asentimiento a modo de saludo, pues se sentía incapaz de decir ni una sola palabra, e intentó pensar en qué podía hacer. Desaparecerse de allí con Rosalie no era una buena opción y no quería empeorar aún más su estado de salud, pero no tenía ni idea de dónde estaban exactamente y no había otra forma de sacarla de allí. 

«Tengo que correr el riesgo —pensó». 

Nunca había rogado por nada en su vida, pero en ese momento su mente repetía una y otra vez la misma súplica: «Por favor, que no muera». Con mucho cuidado, la tomó en sus brazos, acercándola a su pecho, permitiéndose sentir de nuevo su presencia. Cerró los ojos y cuando volvió a abrirlos, estaba de nuevo en aquella cabaña en donde muchas semanas atrás, aquella historia entre ellos había comenzado. Entró rápidamente y dejó a Rosalie sobre la cama. Marcus no tardó en llegar también, la preocupación que sentía por su hermana le había hecho olvidarse de su propio estado de salud, estaba haciendo caso omiso del insoportable dolor de cabeza que tenía, pues en esos momentos era mucho más importante que Rosalie se salvara. 

Durante las siguientes horas, Tom se olvidó absolutamente de todo y centró sus esfuerzos en preparar distintas pociones que creía que podían hacer que Rosalie despertara. Nunca se había sentido tan desesperado en toda su vida. Por una parte, sentía alivio porque estaba viva, pero podía perderla para siempre en cualquier momento y eso le asustaba. Pero Rosalie siempre había sido una guerrera incansable, aún en esos momentos, seguía aferrándose sorprendentemente a la vida. Se hallaba sumida en un profundo letargo, pero aún entre aquella espesa bruma de la que no lograba salir, su mente repetía el nombre de Tom. 

Para él era como si pasaran siglos. 

«Si sus ojos no vuelven nunca a mirarme, no sé lo que haría —pensaba, sintiéndose casi dominado por la angustia». 

Con cuidado, le dio una poción más, luego se sentó junto a ella en la cama y tomó su mano entre las suyas. 

—Rosalie —dijo en voz baja. No había hablado en todo ese tiempo, ni una sola palabra, y su voz sonaba un poco rota. Había olvidado que Marcus también estaba en esa habitación, así que no le importó en lo más mínimo decir lo que estaba pensando—. Te quiero. 

Ella escuchó su voz, la escuchó como si viniera de un lugar lejano, pero comprendió que se trataba de él. Hizo un esfuerzo más, un esfuerzo enorme por despertar, siguió luchando por un par de minutos hasta que por fin lo consiguió. Al ver una vez más los ojos de Rosalie, Tom sentía que por fin todo estaba bien, pero no estaba teniendo en cuenta que todavía no era el final.


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Holaaaaaaa :)

Me quería disculpar por tardar tanto en actualizar, tuve un bloqueo y pasé todos estos días tratando de escribir algo, pero no podía. Fue horrible, pero creo que ya pasó. Espero que este capítulo no me haya quedado tan mal y que les guste. También aprovecho para decirles que falta poco para el final, aunque puede que se me ocurran más ideas. Gracias otra vez por leer y por esperar. Les envío un abrazo fuerte. 

𝓥𝓮𝓷𝓮𝓷𝓸 || 𝓣𝓸𝓶 𝓡𝓲𝓭𝓭𝓵𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora