𝑆𝑒𝑣𝑒𝑛 𝑏𝑢𝑡𝑡𝑒𝑟𝑓𝑙𝑦

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- No necesitamos al "rebaño" - empezó a responder, con una voz vacía -, no necesitamos maquinar nada, no necesitamos ayuda. Asi son los Dioses.

Su postura del actuar ideal de la divinidad era en si extremista, sin embargo creia y defendia esta todos los dias; su adorada la compartia, claro que algo mas flexible ya que le parecia algo solitaria la vida de un Dios como la describía Poseidon.

- Los seguidores son totalmente innecesarios para aquellos que han alcanzado la perfección - terminó, mirando al humano con ojos tan oscuros como la noche misma.

Todas las palabras salidas de los finos del rubio Sasaki las escuchó con suma atención, luego de que la expresion de sorpresa invadiera su desgastado rostro una de tristesa aparecio, en el interior del humano estaba entristesido por lo solitario y monotono que se oia ser una deidad.

- Entonces... asi es.. como operan los Dioses.. - empezó a decir, con una sonrisa forzada y mirando con ojos entrecerrados el suelo - Que triste existencia... - confesó.

Se había congelado en su lugar, admirando al inmundo humano frente suyo, mientras apretaba el agarre de su tridente, molesto, no, con molesto nos quedamos cortos, se encontraba furioso, ¿con qué derecho aquel mortal le decia eso?.

- Triste es.... ¡es - probablemente haría trisas el mango azulado de su tridente, lo deseaba muerto ya - ¡que ella diera todo por ustedes y que fueran ustedes quienes la matarán!.

Se empezó a aproximar a el a gran velocidad con ningun rastro de brillo en sus oceanicos ojos, el sonido de sus zapatos resonaron poco, ya que lanzo al humano para asi ejecutar uno de sus ataques, no sin antes expresarle al humano el destino que le deseaba a el y a su raza en una sola palabra.

- ¡Desaparece! - dijo y ejecutó su ataque.

¡QUíNOE
-TIRO-
DEMETER!

Se encontraba sentado en una silla común, recargando sus codos en sus rodillas mientras la observaba respirar con algo de dificultad, ella tenia los ojos cerrados y en su delicada piel empezaban a hacerse algunas grietas grisacéas visibles

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Se encontraba sentado en una silla común, recargando sus codos en sus rodillas mientras la observaba respirar con algo de dificultad, ella tenia los ojos cerrados y en su delicada piel empezaban a hacerse algunas grietas grisacéas visibles.

Se encontraba temblando, cosa que se comprobaba con ver sus finas manos, su cabello laceo comenzaba a perder su brillo y se miraba el frio sudor que recorria su anatomía. Estaba demasiado enferma desde hace unos pocos dias, cosa que preocupaba demasiado a su marido, quien estaba a su lado dia y noche.

Ese dia se encontraba mas grave de lo usual, no habia abierto sus ojos por varias horas y cada vez respiraba menos. Aquello alteraba a Poseidon, hacia que un vacio en su garganta se formase y sintiera una especie de clavo clavandose en el centro de su pecho, estaba asustado, no sabia lo que pasaría con su amada ____.

- No... - escuchó un susurro, volteó su cabeza rapidamente, viendo a su amada con los ojos muy levemente abiertos - no te preo... cupes...

Habia sujetado sus manos entre las suyas al oir su debil voz y ver sus debiles ojos perdiendo gradualmente su caracteristico brillo, dando a entender lo que pasaba, las grietas seguian exparsiendose por los brazos y torso de la mujer, lo cual era lo mas visible para cualquiera. Ella sabia lo que le esperaba, la contaminación estaba aumentando, las mariposas estaban muriendo demasiado rapido.

No lucharía por mantenerse con vida, todo pasaba por una razón y en ese momento ella la desconocía pero confiaba en ello, dejandose llevar por el lecho de la muerte para asi acender al jardín del cosmos donde varias almas perdidas la esperaban.

- ¿A que te refieres con que no deba preocuparme? - cuestionó el rubio, nervioso notoriamente.

- Esta bien querido... - trató de consolarlo un poco, intentando sonreir, pero un dolor en una de las grietas mas grandes hizo que una mueca de dolor invadiera su moribundo rostro.

- No esta bien, ____ estas muriendo - dijo poniendo una de sus manos en la frente de la mujer intentando relajarla.

Un doloroso nudo se formó en su gargante, dificultandole un poco hablar, incluso su misma cuñada le habia confirmado el destino final de su hermana mayor el tercer dia, pero el seguia sin aceparlo; se supone que era una Diosa, ¿cómo podía morir?.

Ante aquellas palabras de su marido suspiró con una diminuta sonrisa, sintiendo como sus fuerzas abandonaban su cuerpo lentamente y sus ojos perdían su brillo de vida. Le quedaba muy poco tiempo.

Agradecía en ese momento todo lo que habia vivido en milenios, su nacimiento, los cuidados de Afrodita, su coronación como Diosa legítima, su labor con su hermana menor en su preciado templo, su boda y su grata vida junto al Dios de su vida, el cual se encontraba al borde del llanto al presenciar como su adorada fallecía con el en frente sin poder hacer absolutamente nada.

- No llores... - pidió, apretando la mano del rubio, quien comenzó a soltar unas lagrímas - Por favor...

- Si te pierdo... - estaba solo con ella, ya no seria el frio y duro Poseidon, desahogaría su mas grande pesadilla en presencia de la misma - Dime, ¿qué hago?.

- Nunca me perderás... - sentenció firmemente, haciendolo sollozar mas, sentia y sabia que ya no le quedaba nada, asi que se despediría de su amado tirano de los mares -... Te amo, Poseidon...

Tras haber dicho eso, junto al llanto y el corazon del rubio apunto de romperse, las grietas en el cuerpo de su adorada empezaron a expanderse hasta trazar en todo su cuerpo siluetas de pequeñas mariposas, las cuales empezaron a volar hacia el cielo en cuando la ojirosa cerró los ojos y su delicada mano habia dejado de apretar la de Poseidon.

Presenció la escena mas dolorosa de su vida y quería matarlos, ahogarlos, torturarlos y mostrarles el dolor que habían causado, gracias a su innecesaria y cancerína contaminación le habian arrebatado lo mas preciado para el.

- También te amo... - susurró, tapando su dolido rostro en las sabanas de su ahora vacia cama.

Su adorada mariposa.

El samurai había caido al agua despues de una serie de ataques potentes de parte de la deidad, el cual, siendo sincero, se encontraba cansado de pelear solo, de llevar un peso en los hombros que lo consumía, como un fuego que le quemaba la piel y ...

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El samurai había caido al agua despues de una serie de ataques potentes de parte de la deidad, el cual, siendo sincero, se encontraba cansado de pelear solo, de llevar un peso en los hombros que lo consumía, como un fuego que le quemaba la piel y los musculos.

𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐫𝐢𝐩𝐨𝐬𝐚 | ᴘᴏsᴇɪᴅᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora