𝑁𝑖𝑛𝑒 𝑏𝑢𝑡𝑡𝑒𝑟𝑓𝑙𝑦

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Leyendas, mitos, cuentos que pasan de generación en generación, de boca en boca y marcando cada cultura y nación.

Pero pueden tener errores.

Como asi la historia del Martillo de Thor tiene un error, la historia sobre la muerte del alma tambien tenia un diminuto error; la mayoria creía que al morir el alma en pedasos desaparecia del cosmos y asi ya no existía, al morir en vida nuestras almas van al cielo, pero al morir en muerte el alma asiende al jardín del cosmos. Donde ella nos espera para cuidarnos.

El mismo tirano de los mares tenia en consideración aquella teoría, en la muerte de su adorada que lo hizo vivir mas tranquilamente, aunque lo obligarán a desposar a mas mujeres tanto Diosas como humanas, siempre su amor hacia la ojirosa fue mas fuerte que su compromiso con el Olimpo.

Ahora, mientras el samurai volvía a tocar fondo, comenzó a pensar en aquello, y la verdad es que siempre hay un lugar al donde parar, sea a la calle, a la basura, al solitario cielo, o incluso a un eterno jardín donde esta vez si estarías por siempre.

- Vale la pena... - su subconciente comenzó a decirle que lo hiciera, que perdiera - No. - negó, bajando la cabeza - ¿Y si ella no esta ahí? - se preguntó, dudoso de lo que estaba por decidir - ¿Y si lo esta? - volvió a preguntar su subconciente, poniendo al rubio en jaque.

En las profundidades de las aguas de la arena el humano volvía a sumerjirse, sin embargo las voces de aliento de todos los que los vencieron le dieron el impulso que necesitaba, aquella esperanza y confianza que le tenían fue lo que faltó para sacarlo de lo hondo.

Al pisar nuevamente el sólido suelo de piedra comenzó a ejecutar lo que sería el descenlase de su mejor batalla hasta ahora, sin retorno abansara hacia adelante, poniendo aquella esperanza en sus ojos para ver todo mejor, para escanéar los movimientos de la deidad, leerlos como un libro abierto y asi por fin ganar.

Mientras el rubio atacaba al samurai el destello purpura en este aumentaba en brillo, haciendo comprender al rubio que su adorada deseaba que la humanidad triunfara por sobre los Dioses, que por sobre todas las cosas siempre los acogería en sus brazos como sus hijos.

Pero, ¿qué no estaba muerta?.

Esa era la duda que invadía la mente de la mayoría de los Dioses presentes en las gradas, y también la duda que invadía la mente de la semidiosa griega, la cual a penas sintió la presencia de su hermana se levantó de su asiento y comenzó a caminar insistentemente por los pasillos hasta la puerta que daba a la arena.

Tenia el ceño fruncido y la mandíbula apretada, las lágrimas que brotaban de sus ojos no tenían intención de parar, sus pasos dejaban algunas flores de loto con reflejos rojos y azules, mostrando su enojo y nostalgia. Estaba tan distraída con sus propias emociones que no notó a aquel Dios que la vió y preocupado por ella la detuvo del brazo.

- Hey, Kōra - le llamó, volteó a verlo con lagrimas en los ojos encontrandose a Buddha -, ¿Qué tienes?.

- No te importa - se safó del agarre del peliclaro y volteó su cuerpo para empezar a limpiar sus lágrimas con el dorso de sus manos -, adémas, ¿por qué no estas viendo el combate?.

- Por lo mismo que tu, creo. - dijo, mirandola a sus ojos rosados con destellos morados - Estaba preocuopado por tu reacción.

- ¿Tu?, ¿preocupado por mi? - preguntó ironica, ya que no se lo creia, el hombre que le coqueteaba de "broma" y le trataba bien de forma melosa no podia ser mas que un idiota, ¿verdad?.

- Si, tus reacciones con respecto a ____ son intensas - dijo, haciendola fruncir un poco el ceño con aún mas lagrimas -; pero esta bien, es de una forma u otra tu... - pensó en un termino correcto para la relación entre ambas considerando toda su historia juntas - hermana y madre.

- ¿Qué quieres, joven Buddha? - fue directo al grano, no era nada paciente comparada con su hermana y el le estaba haciendo perder valioso tiempo.

El sonrió, ambas eran demasiado inteligentes comparadas con otros dioses de su mismo panteón y de panteones ajenos, sabía que no podia seguir dandole vueltas a la verdad y menos con la Diosa que le gustaba, asi que dedicandole una sincera sonrisa le soltó todo lo que la deidad mariposa y el discutieron en mas de una oportunidad.

- Ella nunca falleció.

- ¿Me vienes a decir una mentira? - cuestionó molesta.

- No, tu hermana asendió nuevamente; solo que no volverá y parece que ahora tu cuñado irá con ella  - explicó de forma que ella como de costumbre usará su cerebro y lo decifrará.

Su cerebro maquinó unos momentos y abrios ojos ojos como platos al unir cada pieza de ese cruel y torturoso rompecabezas que literalmente le rompia la cabeza.

- No... - murmuró, los musculos de sus brazos se tensaron y agarró los costados de su cabeza con sus manos - Es mentira... cuando un alma es destruida no se convierte en nada mas que polvo cosmico, se pierde en el espacio tiempo y vaga por el vacio por toda la divina eternidad...

Buddha la miró triste, le estrujaba el corazón el verla llorar y con sus grandes manos tomó las mas pequeñas para llamar la atención de la ojirosa-morada, cuando consiguió que esta le viese a los ojos con su sola mirada le decía que todo eso no era verdad, que realmente había otro destino.

- Me mientes... - dijo para darse vuelta e irse, pero algo se lo impidió.

- Kōra Linnet Thaís - llamó nuevamente Buddha, haciendola parar en seco.

Kōra Linnet Thaís... su nombre completo el cual por siglos solo fue pronunciado por su amada hermana, cuando estuvo regañandola por estar en su lecho de muerte siendo una diosa tambien la llamo asi, y no toleraba que otra persona la llamará asi.

- No te- - no pudo seguir hablando, ya que los labios del masculino la interrumpieron.

¿Quién diría que la unión sentimental de la guardiana y el budista sería al mismo tiempo que la unión eterna de la mensajera con el tirano?.

Pues aquel beso fue al mismo tiempo que la victoria del humano Sasaki Kojiro, quien cortando los brazos del tirano de los mares y luego rebanarlo reclamó su primera y más importante victoria, la primera de la humanidad. La victoria no solo para la humanidad, si no también para un matrimonio que anciaba volver a unirse.

𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐫𝐢𝐩𝐨𝐬𝐚 | ᴘᴏsᴇɪᴅᴏɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora